Lo que está sucediendo en el mercado eléctrico en México es una aberración de la que pocos tienen consciencia, porque a pesar de toda la información que se ha ventilado últimamente sobre el tema, los detalles que revelan la desproporción en los beneficios que reciben las empresas privadas no ha quedado bien clara.
Para que todos le entendamos bien, vamos a utilizar una analogía que lo ejemplifica con la organización de una comida de carne asada en la que los participantes aportan los insumos y los invitados ponen el dinero; como decimos comúnmente, una taquiza de coperacha.
En este evento el anfitrión se ofrece a comprar 5 kilos de carne, otro invitado 5 kilos de tortillas, otro 5 kilos de cebollas y otro, 5 litros de salsa. Los que van a llevar las cebollas, la salsa y las tortillas dicen no tener dinero para comprarlas y el anfitrión les presta el dinero para que se lo devuelvan cuando se haga el evento, porque a todos los invitados se les pidió una cooperación para pagar los insumos.
La arrachera, el gas y el uso de la cocina costaron 1,600 pesos, las tortillas 100, las cebollas y la salsa 300, sumando un total de 2,000 pesos por el costo de los insumos. Aunque parezca increíble, el anfitrión le cobra a los invitados 6,400 pesos de coperacha y los reparte en partes iguales entre los 4 que aportaron insumos. Así es, el que gastó 100 pesos en las tortillas cobró 1,600 pesos.
De esta manera los 3 participantes le regresan al anfitrión los 400 pesos que les prestó para comprar y se embolsaron 4,400 por hacer el favor de traerlas.
Si volteamos a ver al mercado eléctrico, podemos darnos cuenta de que las empresas privadas están llevando la salsa, las tortillas y las cebollas; la CFE es el anfitrión que pone la arrachera, el gas y la cocina, los invitados somos todos los consumidores a los que nos está costando un dineral pagar la energía que generan las empresas privadas para que ganen más de lo que deberían.
No les pagamos su costo más una utilidad, sino el precio al costo más caro al que se produce la energía, aunque a ellos les cueste mucho menos producirla. Como si fuera poco, además les prestamos por medio de la banca de desarrollo para que cuenten con lo necesario para estafarnos.
Lo que hay que dejar claro es que la culpa de esta situación no se les puede imputar solo a ellos. Como empresas privadas su único propósito es el de ganar dinero para sus accionistas; si para ello tienen que sobornar a funcionarios corruptos, lo hacen. No tienen ningún escrúpulo moral, porque los escrúpulos no dejan utilidades.
Esto sucede hoy porque los gobernantes que decidieron elaborar una reforma energética siguiendo al pie de la letra las instrucciones que les dictaron estas empresas privadas. Los que decidieron aprobarla, condenaron a todos los consumidores a sufrir la estafa y el saqueo que describimos antes.
Eso están haciendo estas mismas empresas en España ahora mismo, sin que en ese país tengan la fortuna de contar con una Comisión Federal de Electricidad, con la que puedan recomponer su mercado y evitar que los sigan robando a la luz del día. Por fortuna aquí estamos a tiempo y la reforma eléctrica VA!
Como dijo el actor estadounidense Woody Harrelson: “El momento de realización tiene el valor de mil plegarias”.