La perversa apuesta de los conservadores: hacer que fracase el gobierno de AMLO
¿Qué pesa cuando no estudiaste lo suficiente, antes de un examen?
¿O qué sucede cuando hay una promoción en el trabajo y no te sientes lo suficientemente calificado, como para pretender el puesto?
En el primer caso, seguramente asistirás al examen, consciente de que lo más probable, es que el resultado de la prueba te sea adverso.
En el segundo, intentarás llamar la atención de tus superiores de algún modo, a sabiendas de que tienes compañeros mejor preparados que tú.
Esa manera de actuar, es muy propia de quienes reconocen limitaciones en su persona, o en su preparación. No cuentan con los recursos para competir lealmente y esperan el milagro salvador, que llene las deficiencias que ellos mismos aceptan.
En política sucede lo mismo.
Después de la derrota histórica que sufrió la derecha mexicana, el pasado primero de julio, la sensación que le queda a la clase conservadora, es de frustración total.
Perdieron el poder presidencial. El Congreso federal se encuentra en manos de Morena. El número de gubernaturas desciende alarmantemente y ni en los congresos locales mantienen mayoría.
Para los partidos neoliberales, el triunfo de López Obrador y su partido, significó no solo la pérdida de una elección, sino la conclusión del ciclo neoliberal.
Ante este panorama, hemos dicho anteriormente que los conservadores no han podido consolidar un proyecto novedoso, en sustitución del neoliberalismo que no tiene futuro en el país. Al menos en el corto plazo.
Los vemos llorar por los pasillos, maldecir y descalificar a todo lo que signifique la pérdida de sus privilegios, y nada más.
Están en el mismo papel del alumno que no estudió, o del trabajador que no se capacitó convenientemente.
Pero aspiran al triunfo en las siguientes elecciones intermedias, a verificarse en el dos mil veintiuno.
Esperan el milagro.
Como carecen de un proyecto de nación, para convencer a los ciudadanos de que la vía conservadora tiene aspectos positivos para el país, deben recurrir a otros medios para conseguir el triunfo que les hace falta.
Cuando no hay proyecto, haces una apuesta y lo arriesgas todo a ella.
La apuesta de los conservadores es simple: hacer que fracase el gobierno de López Obrador.
Aunque México sufra las consecuencias del desastre que se empeñan en ocasionar, la ruta que han elegido les resulta muy cómoda.
Cuando no puedes construir, destruyes.
Cuando estás impedido para dar, arrebatas.
Cuando tus limitaciones son evidentes, intentas destruir a quien se muestra fuerte.
Ésa es la apuesta de los conservadores hoy en día. Para llegar con alguna oportunidad a las elecciones en el dos mil veintiuno, deben debilitar a un gobierno que se esfuerza, hoy en día, por sacar adelante a un país deteriorado por las políticas corruptas del neoliberalismo.
Vemos entonces a un Vicente Fox muy acelerado, invitando a “recuperar” la nación en las siguientes elecciones. Su manera de hacer política: el insulto y la descalificación permanente hacia el presidente y sus acciones de gobierno.
A un Felipe Calderón, acompañado de toda su familia tratando de edificar un partido político, declarado muerto antes de nacer. Su tiempo libre lo utiliza en Twitter, queriendo dar los consejos sobre administración pública, que no fue capaz de implementar durante su presidencia. Para Calderón, todo lo que construye la Cuarta Transformación, es equivocación. Sus descalificaciones son permanentes.
Y así podríamos hablar de un Belaunzarán, de los “Chuchos”, de Marko Cortés, de Mariana Gómez del Campo y un largo etcétera.
No hay proyecto conservador y la apuesta, es intentar que la Cuarta Transformación fracase.
Con eso, piensan que llegarán con alguna oportunidad a las elecciones intermedias.
La prensa conservadora hace eco a esta apuesta perversa. Gente como Pascal Beltrán, Pablo Hiriart, Ricardo Alemán, Raymundo Riva Palacio, López Dóriga, Risco y otro largo etcétera, difunden noticias y opiniones en contra del gobierno en turno. Ninguna acción de la actual administración, tiene valor para ellos.
Uno se pregunta, después de haberlos visto actuar, si estos políticos y comunicadores, tienen conciencia de que apostar al fracaso de la Cuarta Transformación, es trabajar para la ruina de nuestro país.
Si hacemos un ejercicio de memoria, podremos constatar que durante el tiempo en que López Obrador y Morena fueron oposición, jamás atacaron a la derecha neoliberal, con acciones que pusieran en peligro la estabilidad del país. Siempre fueron oposición responsable.
Los conservadores son otra cosa. Para ellos, lo único importante son los intereses del pequeño grupo del que forman parte. No hay conciencia nacional.
Son capaces de sumir en el abandono y la miseria a la mayoría de los mexicanos, si con ello recobran los privilegios a los que están acostumbrados.
La gran apuesta que hace el conservadurismo en desgracia, es no permitir que López Obrador, consiga cumplir con el proyecto de nación que se ha iniciado. Ponerle piedras en el camino, en forma permanente.
Mentir y crear incertidumbre social, para minar la fortaleza del gobierno.
Tarea difícil.
En tiempos de la Cuarta Transformación, resulta casi imposible engañar al ciudadano.
Como ha dicho nuestro presidente en reiteradas ocasiones: “el pueblo de México es mucha pieza”.
La unidad nacional en torno al presidente es innegable. Lo único que hacemos notar es la forma equívoca en que la derecha pretende recuperar el poder.
No va a lograrlo. Tendrán un desengaño monumental en fecha próxima.
Este primero de julio, en el mensaje que dará el presidente a la nación, se medirá adecuadamente el grado de solidaridad y apoyo con que cuenta nuestro gobierno.
Será la prueba real, sobre los beneficios que han conseguidos hasta el día de hoy, los conservadores. Es, al final, su perversa apuesta por doblar al gobierno del cambio, perjudicando al país.
Dudo mucho que los resultados les agraden. Tienen perdidas las elecciones intermedias desde ahora. La vía para recuperar el gobierno, no es ésa.
Malthus Gamba