La oposición recurre al golpismo de la OEA
Como ya hemos dicho antes, las elecciones de 2021 son clave para garantizar que el proceso de la Cuarta Transformación avance con la mayor holgura posible. Esto lo sabe también la derecha, que desde el anuncio de la alianza PRI-PAN-PRD decidió quitarse todas las máscaras y mostrarse tal cual es; un grupo de partidos políticos al servicio del poder económico.
Las estrategias que han intentado sin éxito van desde la época de los plantones en el Zócalo, que no unieron a más de un puñado de personas con la consigna de hacer que renunciara el presidente más votado en la historia de México, hasta lucrar con la tragedia global de la pandemia de Covid-19. No han tenido éxito porque han apelado a ganar la opinión pública con las tácticas de la alarma y del miedo, pero Andrés Manuel es un hombre que sabe darle tranquilidad al pueblo mexicano, y que ha ofrecido soluciones a los problemas de las familias.
Convencidos de que no existe otra manera, y ya con las máscaras fuera, los partidos de la oposición también se descaran en su último recurso; apelar al sector extranjero (poderes políticos y económicos) en contra del proceso nacional de Transformación. Las empresas transnacionales, las oligarquías locales y sus brazos armados se unen en todos los países de América Latina para frenar los procesos de cambio soberanos que impulsan nuestros pueblos.
De Latinus a Artículo 19: financiamientos oscuros y ONGs intervencionistas
Esta oleada de reacciones violentas de los grupos reaccionarios locales y extranjeros es la misma que vimos con el golpe de estado en Bolivia, la represión policial del cuerpo de carabineros de Chile, o más recientemente, la brutalidad de la represión del gobierno de Colombia contra los movimientos sociales que convocan al paro nacional contra las políticas públicas neoliberales.
Los reaccionarios de derecha siguen la misma línea alrededor del continente, y eso debemos esperar en México también. La historia nacional nos brinda un ejemplo claro de esta estrategia: cuando los conservadores pidieron un emperador a las potencias francesas, para intentar detener el movimiento de Reforma, encabezado por Juárez. Ahora, no es Europa sino algunos sectores del poder económico gringo donde la oposición mexicana busca refugio.
Ya habíamos visto a Mariana Gómez del Campo acusar al gobierno popular mexicano con Luis Almagro, socio de EEUU y parte activa del golpe de estado en Bolivia, porque en nuestro país se le ofreció asilo político a Evo Morales. Ahora, el priísta Adrián de la Garza se reúne con el presidente de la OEA, para acusar a Andrés Manuel por la investigación que lleva a cabo la FGR -órgano autónomo- en su contra, y que deriva de un presunto delito electoral denunciado por su rival -también opositor- Samuel García.
No debe sorprendernos ni la guerra sucia, ni las campañas de persecución o difamación contra los miembros de nuestro movimiento. La OEA ya anunció que enviará una misión observadora, y seguramente se sumará a la campaña mediática internacional y nacional mexicana en contra del proceso de la Cuarta Transformación. Estamos viendo el inicio de los intentos de intervención.
Sería genial que Bolivia llevara a juicio a Almagro, de la OEA. Ya basta que desde foros que deberían ser un espacio para el multilateralismo y la defensa de los pueblos se lleve a cabo la agenda estadounidense de golpeteo político.https://t.co/pca4mjCV13 pic.twitter.com/X8Z1fkpz1g
— Rodrigo Guillot (@RodrigoGuillot) March 18, 2021
También en este contexto debemos leer la carta diplomática que envió el presidente mexicano a Estados Unidos, pidiendo aclarar el financiamiento que recibe el grupo de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, dirigido por el empresario opositor político Claudio X.
Nuestro movimiento necesita mantener toda la unidad alrededor del gobierno y del partido, para garantizar que tengamos la mayor cantidad de representantes populares en los congresos locales y federal, en las gubernaturas, alcaldías, regidurías y demás puestos de elección en disputa. Pero también es momento de recurrir a observadores internacionales, medios de comunicación independientes, activistas, organismos de defensa de los derechos humanos y sectores de la sociedad civil que quieran ayudar a defender la democracia de México.
Solo el pueblo organizado puede salvar a la nación. Si mantenemos la esperanza viva -como hasta ahora lo hemos hecho-, y transformamos la rabia en organización, no pasarán las agresiones imperiales y entreguistas de la oposición a nuestro proyecto de transformación nacional y popular. De la mano del presidente, los conservadores nos harán lo que el viento a Juárez.