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La inaudita incongruencia europea
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La inaudita incongruencia europea

Los integrantes del “Regimiento Azov” del ejército de Ucrania saludan levantando la mano como fascistas; su símbolo es el “Wolfsangel” que empleaban divisiones de las SS de Hitler y su ideología se basa en la limpieza étnica de los rusos. Ucrania es hoy el único país del planeta en el cual el Estado impulsa y financia un batallón que abiertamente reivindica a los nazis, que usa sus símbolos, sus métodos de tortura y de limpieza étnica. El Gobierno ucraniano trata a dicho batallón como héroes.

Al principio eran parte de las patrullas de tareas especiales de la policía y de los batallones financiados por el Ministerio del Interior; luego los ascendieron de rango como un regimiento de la Guardia Nacional. Varios congresistas estadounidenses han querido incluir a este regimiento y a otros grupos armados nazis de Ucrania dentro de la lista de organizaciones terroristas, pero para Kiev sus acciones han sido imprescindibles para lograr recapturar el territorio de la región del Donbás.

El actual nacionalismo que domina a Kiev no reivindica a todas las etnias que han conformado ese territorio, por donde han pasado tantos pueblos desde el este al oeste y de dónde emergió el primer Estado ruso, sino en un nacionalismo excluyente de extrema derecha. No es casual que el símbolo del Regimiento Azov es el “Wolfsangel”, exactamente el mismo que durante la II Guerra Mundial utilizó la II División Panzer Das Reich de las SS, el cuerpo de elite que Hitler utilizaba contra sus enemigos, empleándola para terminar con millones de judíos y eslavos, que fue muy activa en Ucrania, que participó en numerosas operaciones de limpieza étnica en toda Europa, inició el avance de Hitler contra la URSS y que fue contenida por los rusos ucranianos. Millares de civiles fueron ejecutados por esa división de las SS, desde Francia hasta Ucrania, incluyendo alrededor de un millar de judíos de Minsk, la capital de Bielorrusia.

El más famoso ucraniano que colaboró con la invasión germana fue Stepán Bandera, cuyo retrato es uno de los más vistos en numerosas marchas en Ucrania. Bandera sirvió a Hitler para luchar contra los soviéticos, organizó 7 mil “grupos móviles” para avanzar junto a las tropas nazis desde Polonia hacia Ucrania. Creó el Ejército de Liberación de Ucrania que combatía junto a los nazis contra los soviéticos y se dedicaba a arrasar poblaciones nativas de polacos, rusos o bielorrusos de territorios que pretendían integrar a Ucrania. Su bandera negra y roja sigue siendo utilizada por la ultraderecha ucraniana y varios de sus grupos paramilitares. En sus escritos demandaba la limpieza étnica y el exterminio de judíos, polacos y ucranianos cuya lengua nativa no fuese el ucraniano. Tras la derrota de Hitler y después de haber colaborado con la GESTAPO nazi, Bandera pasó a formar parte del MI-5 británico y de la CIA. En 1959 la KGB lo envenenó.

El actual Gobierno ucraniano quiere convertirse en una avanzada de la OTAN contra Moscú, a la cual Zelenski ha pedido que acelere la inmediata integración de su país. Hoy, el pueblo ucraniano es una víctima de la pugna entre la OTAN y Rusia; sería una gran tragedia que este conflicto se alargue y que se multiplique la cantidad de muertos, de casas, edificios, puentes y caminos arrasados, y de millones de desplazados.

Lo que hoy estamos viendo es una lucha por arrinconar y castigar a Rusia, algo que puede salpicar a todo el mundo. Alemania y el centro europeo dependen de la energía rusa. La espiral guerrera y las sanciones van a hacer que encarezcan los hidrocarburos, los productos y el costo de vida, además de los muertos por la guerra en Ucrania; vamos a tener allí y en otras partes del planeta muchos que mueran como efecto del avance de la carestía, la escasez y la pobreza.

Lo que resulta más incongruente en esta guerra inútil es la intervención de Europa, un continente que fue invadido y devastado por los nazis, luego liberado por los rusos, que hoy envía armas con las que equipan a los nazis ucranianos para que luchen contra los rusos.

Como dijo el dramaturgo español Antonio Gala: “Cuando se colabora con un loco o se comentan sus manías, se cae en la locura”.

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