Por: @HectorAtarrabia
La realidad fría es que, para el sector más amplio de mexicanos, en 2019 la economía creció 5.9%, ello incluye el crecimiento de la economía del 20% de la población más pobre, que creció un espectacular 18.3%
Ello contrasta con la cifra de crecimiento total del país que quedó en 0.1% y lo explica todo.
Antes hay que aclarar que no se recibieron nuevos “créditos” ni “préstamos” este año. La deuda pública tuvo su crecimiento más bajo en décadas y solo imputable a intereses, reestructuración y emisión de bonos.
Dicho de otra manera, la distribución del crecimiento, y, por ende, de la riqueza del país mejoró notablemente. Veamos: En dos décadas, la economía creció un miserable 2% anual en promedio, con toda la ganancia concentrada en el 5% de la población más rica, mientras un 70% de la población vivió una fuerte recesión cada año. Aunado a eso, la deuda pública creció explosivamente.
Las tasas negativas de crecimiento para la mayoría de la población llegaron a ser terroríficas, caídas anuales de hasta 15% sin “rebote”.
El pequeño sector que no comprende esto, no entiende cómo sube la aprobación del gobierno actual, porque no comprenden la realidad, no salen de su burbuja de redes sociales, Starbucks y prensa aliada al viejo régimen.
Están enganchados en una absurda guerra de información y no logran entender que las razones por las que Goebbels en la Alemania de los
1930´s funcionaba y en el México de 2020 no, es porque jamás han entendido al país, en cada sector y en cada rincón, de la forma en que lo hace la 4ª transformación. No lo entienden, porque los suyos son mezquinos intereses individuales y se estrellan contra las realidades colectivas.
Los grandes cambios en la historia se han dividido entre reformas, que ocurren cuando la legalidad es transformada por sectores y revoluciones, que ocurren cuando la legalidad es creada por el sector mayoritario, afectado por la anterior legalidad. Nos toca vivir un momento privilegiado, que se ubica en un lugar intermedio entre ambas poco explorado, de ahí el interés en el caso mexicano, en un mundo que se encuentra en franca crisis social provocada por el neoliberalismo rapaz e insaciable que ha puesto todo en riesgo, desde la paz, hasta el equilibrio ecológico.
En su guerra mediática, caen en absurdos tan evidentes, que terminan por destrozar lo poco que les queda de credibilidad; un payaso misógino y pornógrafo que, de pronto, se manifiesta en favor del feminismo; un exdirigente de un casi desaparecido partido que gusta del sexo con niñas en antros donde son llevadas como esclavas, mágicamente preocupado por el abuso; un dirigente empresarial sin una gota de demócrata, con declaraciones propias de sindicalista; periodistas autocensurados, adictos al chayote y extorsionadores, de pronto tornados en paladines de la libertad de expresión.
Hay que recordar, que, a pesar de lo que vociferan en redes y medios, la 4ª T no está en el poder. Es el pueblo que le ha arrancado las instituciones gubernamentales a quienes las usurparon, pero ellos siguen teniendo el poder. Es el nuestro, un país en el que el gobierno es una organización subversiva y en lucha contra el poder. Quienes ayer asesinaban a periodistas y a activistas sociales, hoy siguen siendo los mismos, que siguen haciendo eso, por las mismas razones que antes. Quienes provocaron el desastre de violencia, siguen aliados e infiltrados por las mismas organizaciones criminales a las que protegieron. Tienen el dinero, los contactos y el interés intactos. Tomar las instituciones gubernamentales el 1 de julio de 2018, fue apenas un primer paso de una lucha titánica por detener el caos provocado por la codicia sin fondo, de quienes tienen el poder y se consideran dueños del país y su gente.
Aunque la rampante violencia por fin ha encontrado un tope al frenar su crecimiento, sigue acicateada por esta misma gente. Por ejemplo, Guanajuato aporta el 20% (!!!) de los asesinatos del país. Igual que, en su momento, la furia misógina surgió monstruosa en una Chihuahua gobernada por Francisco Barrio del PAN, como Guanajuato por Sinhue del PAN y el México del estallido de la violencia de 2007, bajo el gobierno de Calderón.
No hay casualidad; el dinero fácil, el “neoliberalismo” (o sea, el tener “libertad” ante cualquier ley o traba), la codicia, llevó a esta gente a pactar con quien fuera. Y lo siguen haciendo. ¿Buscan la raíz del incremento de feminicidios? Pues ocurre que no hay razón para suponer que no sea la misma.
Sus negocios han abarcado a la migración como tema de trata, el contrabando de armas, la colusión con el narcotráfico, la entrega de la minería, la destrucción de bosques, cualquier cosa que produzca dinero rápido sin importar el costo, es buena para estos sujetos.
Hoy, desesperados ante el avance del pueblo hacia el poder, hacia el establecimiento de nuevas legalidades frescas más humanas, llenan medios y redes de bots y troles, movimientos legítimos de infiltrados e infiltradas bajos sueldo. Tienen miedo y están desesperados. Sacan encuestas de “percepción en redes” que funcionan contando todo lo que las granjas de bots, chayoteros y troles pagados suban a las redes. Viven de la mentira, lo trágico es que ya viven en la mentira.
Pero la cuarta transformación va, porque hay una realidad que ya nada tapa.