La salud, al igual que la educación, el agua y la seguridad, no pueden estar sujetas a las leyes del mercado. Son de las principales razones para la existencia misma del Estado, si bien, no las únicas. Esto viene al caso, porque los lamentables efectos que ha tenido en ciertas poblaciones el haber desmantelado sistemas nacionales de salud en beneficio de formas privatizadas pudieron evitarse con una estructura vigorosa de salud pública.
El imperio está herido por un enemigo minúsculo que ni siquiera está vivo; un virus. Los Estados Unidos de América observan un muy pobre desempeño en el combate contra el Covid, pero la gente no tiene el dinero para recibir tratamiento, mientras que los insumos, medicamentos, equipamiento y todo lo necesario para la salud de pacientes y personal médico, son caros, tienen patentes, dependen de la cobertura que den los seguros médicos contratados por los pacientes con aseguradoras que se van a defender de pagar todo lo que puedan evitar. Un sistema perverso, en el que amasar fortunas es el objetivo, no salvar vidas.
Ahora que USA está siendo exhibido en su incapacidad para enfrentar la pandemia, que contrasta con los mitos alimentados desde Hollywood donde siempre un buen muchacho americano salva al mundo, la triste realidad es que están siendo sacudidos y parecen inermes ante ello.
De pronto, la prensa gringa se lanza a sembrar dudas sobre las cifras chinas acerca de la pandemia. Por supuesto, la verdad es que China volcó, sin titubear, todos sus recursos para salvar vidas. Y tiene muchos recursos. Pero, supongamos sin conceder que los chinos están mintiendo. Basados en que el estado chino tampoco tiene fama de ser muy transparente, y menos hacia occidente en quien lógicamente no confía tras ser invadido, esclavizado, expoliado y engañado en muchas ocasiones; digamos que aceptamos la versión de que en realidad, las cifras chinas son muy elevadas. Bueno ¿y las cifras sudcoreanas y japonesas, que presentan tasas semejantes a las chinas? Vamos, hay una gran cantidad de países replicando esas tasas o mejores, pero no parecen recibir atención por parte de nuestros vecinos del norte. Ahora dudan también de las nuestras. ¿Duda o envidia? No. Es más bien un desesperado intento por tapar el sol con un dedo; la realidad es que el neoliberalismo no sirve para vivir en sociedad, ni para una buena educación, ni seguridad, ni salud.
La economía gringa viene implosionando, ya lo hemos platicado aquí, actualmente su deuda pública rebasa a su crecimiento, desde hace tres años. Durante los veinte anteriores esto se alertó, fueron muchas voces mostrando que se iba en esa dirección. Su burbuja no aguanta, y al colapsarse puede llevarse a sus tradicionales aliados (fundadores, creadores y mayores pobladores) británicos, alemanes, italianos y franceses con ellos. Así como esos otros estados colonialistas como Bélgica, Holanda, España y hasta Portugal que invadieron, destruyeron y robaron a lo que hoy conocemos como Latinoamérica, África y Asia. Pero ¡qué casualidad!, son esos mismos los de la lista de más golpeados por el Covid. ¿Justicia divina? No lo creo. Es un asunto más de temperaturas, de climas. Pero la intención de utilizar una pandemia que, en cifras, no parece justificar tal psicosis mundial, es un claro intento de forzar al tercer mundo a pagar los platos rotos, lastimando la economía de países pobres, endeudarlos con dinero virtual, y cobrarles con dinero, trabajo y producto real.
Resistirse a ello, es un gran logro de nuestro gobierno popular. Mantener la pandemia en límites en que no rebase nuestro sistema de salud, es tarea de todos, todos los que no queremos que el vampiro del FMI nos venga a chupar la sangre, robustecer nuestro sistema de salud pública es tarea de nuestro gobierno responsable. Mantener la economía moviéndose es un plan acertado. El virus terminará infectándonos a todos o casi a todos, con algunos enfermos y algunos decesos. Pero resistiremos, y seguiremos rediseñando un futuro más resistente a la nauseabunda enfermedad de la codicia. Esa que está hundiendo al imperio.