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Operativo en Culiacán: ¿Una trampa?
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Operativo en Culiacán: ¿Una trampa?

El Dr. Alfredo Jalife Rahme, después de haber sido expulsado injusta y alevosamente de Twitter, escribe en su cuenta personal, en la plataforma rusa VK, lo siguiente:

“Mi olfato y muchos datos CONEXOS me orillan a plantear la hipótesis de que lo sucedido en Culiacán fue UNA TRAMPA para desestabilizar y/o derrocar al presidente @lopezobrador_ Por ahora no puedo decir más: pero ya lo expuse a mis amigos en Watsapp.En su momento lo expondré aquí Son cosas muy DELICADAS Además que ahora es el momento de apoyar como nunca al presidente @lopezobrador_ y a su 4T”.

Demasiado se ha especulado en redes sociales, sobre la intervención criminal de fuerzas políticas ligadas a la parte más extrema del conservadurismo, para conseguir con la violencia, lo que el voto popular y el repudio social de la mayor parte de la población mexicana, les ha negado.

El comentario del Dr. Jalife, no hace sino concretar esta sospecha generalizada, en una idea que no está fuera de la lógica política y sobre la que se estará investigando en adelante.
Independientemente de que este planteamiento cuente con elementos suficientes para convertirse en hecho real, hay acciones derivadas de los sucesos ocurridos en Culiacán la semana pasada, que contribuyen a dar solides a la sospecha de una acción coordinada por la ultra derecha.
Inmediatamente después de conocerse lo ocurrido en la capital de Sinaloa, la prensa conservadora se dio a la tarea de hablar de este hecho como de “La Batalla de Culiacán”. Se trataba de crear la idea en la mente de los ciudadanos, de un acontecimiento semejante a las acciones militares que se verifican en tiempos de guerra. Es decir, pretendían hacer ver este enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y delincuencia organizada, no como un hecho propio de la confrontación entre malhechores y fuerzas del orden, sino como un suceso propio de la guerra entre dos ejércitos en conflicto.

Escalar lo sucedido a nivel de una guerra, para deslegitimar a un gobierno que según ellos, perdió una “batalla” ante fuerzas enemigas.
En realidad, el destacamento que participó en la frustrada captura del hijo del Chapo, estaba compuesto por 350 elementos. Quienes llegaron al rescate del delincuente, sumaron aproximadamente 750 individuos bien armados. Una diferencia bastante considerable entre unos y otros.
Esa superioridad en efectivos y recursos, hacía imposible cumplir adecuadamente con el plan original de captura.
Después del evento, todo han sido intentos por encontrar la manera de desacreditar y de ser posible, derrocar al presidente López Obrador.
Vicente Fox, pide el desafuero del titular del ejecutivo.

Marko Cortés presenta una denuncia ante la Fiscalía General de la República, por haber “dejado escapar” a un criminal capturado previamente. Se le olvida al señor que nunca se tuvo control total de la situación y que la captura jamás se concretó. Al parecer, ni siquiera salieron de la casa donde se encontraba originalmente el hijo del Chapo.
De los resultados que arroja este operativo, se culpa directamente al presidente de la república. Los ultra conservadores, ven en esto una oportunidad para sacar a López Obrador del gobierno y trabajan ininterrumpidamente con esa finalidad.
Pero sus intensiones han chocado de frente con la percepción general, de que la decisión del gobierno, quien puso por delante la seguridad de los ciudadanos, antes que la captura de un delincuente, fue la más adecuada.
Las redes sociales (benditas), colocaron una etiqueta a favor de López Obrador, como tendencia mundial.
Esto, al día siguiente de haberse presentado el incidente en Culiacán. Y digo incidente, porque no pasó de ser eso: un acontecimiento menor. Sin masacre, sin dolor, sin consecuencias traumáticas, sin luto en infinidad de hogares, sin pánico, ni sufrimiento.
Culiacán retoma su ritmo de vida natural y las cosas ahí, aunque difíciles por la presencia del crimen organizado, permiten recuperar una precaria tranquilidad, donde es posible salir adelante día a día.
Una decisión sobre un hecho que no se constituyó en desgracia mayor, es presentada por la derecha, como un error garrafal del ejecutivo, que puede constituir motivo para solicitar su separación del cargo.
Ahora analicemos todos estos datos
La derecha reaccionaria juega sucio. Sabe que el ritmo de trabajo que desarrolla el actual gobierno, los condena irremediablemente a perder las elecciones intermedias en el 2021. Todas las batallas que ha intentado librar contra la Cuarta Transformación, las ha perdido.
En el Congreso de la Unión, no tienen fuerza suficiente para frenar los cambios constitucionales y nuevas leyes, impulsadas por la bancada de Morena.
Las figuras que representan actualmente a las fuerzas conservadoras, son repudiadas por una sociedad cansada de corrupción e ilegalidad.
Diego Fernández, Felipe Calderón, Vicente Fox, Fernando Belaunzarán, Ricardo Anaya y otros pocos más, son figuras gastadas, deterioradas por el tiempo y las conductas deshonestas, que jamás despertarán el interés del votante.
Los pocos espontáneos que han salido al ruedo, tienen la misma calidad de los anteriormente nombrados: Claudio X González Guajardo, Gustavo de Hoyos Walther, o Gabriel Quadri incluso, son perfiles que provocan un rechazo inmediato.
Poco a poco la cita electoral del 2021, se acerca. Los conservadores no han podido armar un proyecto ganador, con el cual frenar, aunque sea parcialmente, el empuje que lleva Morena. Saben que varios de estos partidos políticos, hoy reducidos a minorías sin peso real, pueden desaparecer en la siguiente contienda electoral.

La única tabla de salvación que alcanzar a ver, es la guerra sucia que intenta restar apoyo social al presidente y por añadidura, al partido que hoy domina en el Congreso.

Lo de Culiacán pudo haber sido en efecto, un operativo deficiente por parte del gobierno federal. Pero en realidad, no tiene consecuencias mayores. La Ciudad ha vuelto a su rutina diaria, el tipo de cambio no se alteró, la sensación de seguridad por parte del sector empresarial no disminuye, el apoyo del gobierno norteamericano a la política de la Cuarta Transformación se mantiene.
Lo único que vemos en la prensa tradicional en este lunes, es esa empecinada campaña de engaño y lodo, que pretende hacer de un incidente secundario, un asunto mayor, que amerite la renuncia o separación del cargo del presidente y de sus principales apoyos en el gabinete.
Es una apuesta a lo imposible. La sociedad mexicana aprendió rápido a distinguir la realidad y separarla de la mugre informativa que difunden los medios tradicionales.
Hoy, cualquier ciudadano puede darse cuenta de que, nada de lo sucedido en Culiacán hace unos días, cambió la situación del país en forma tan dramática, como nos lo cuentan los reaccionarios.
Ese ataque desleal de la clase conservadora, usando la mentira como única arma, nada le reditúa en el presente y poco le dará en el futuro próximo.
Lo más seguro, es que con esta estrategia de mentira y probable crisis provocada por la propia derecha, estén cavando ellos mismos la tumba que guardará sus pocos restos, en el ya no tan lejano 2021.
Que con su pan se lo coman.
Se negaron a apoyar a la Cuarta Transformación y no pudieron construir un proyecto opositor propositivo.

Malthus Gamba

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