García Luna no se toca
El proceso judicial a través del cual el gobierno de los Estados Unidos está enjuiciando al ex secretario de seguridad mexicano, cómplice y herramienta principal utilizada por el Carnicero de Morelia, Felipe Calderón, en su estrategia perniciosa para lograr el saqueo y la destruición más profunda de que se tenga memoria desde el gobierno de Victoriano Huerta, comenzó con el silencio de los delincuentes.
No me refiero a los narcotraficantes que están actuando como testigos protegidos en ese juicio, sino a los que desde los medios convencionales de información, sellaron públicamente un pacto criminal para dejar de informar a la población sobre las masacres, desapariciones y desplazamientos que se llevaban a cabo en el sexenio negro de estos personajes.
Esos que probablemente hoy sigan siendo beneficiarios directos de una pequeña parte de los más de 700 millones de dólares sujetos de robo según las pruebas, por parte de García Luna, porque aunque estos personajes de los medios mercenarios no necesitan recibir dinero para ser unos miserables, desempeñan esa condición con especial entusiasmo si además se les paga por hacerlo.
La intención de su silencio era evitar todo lo posible que el desarrollo del juicio refrescara la memoria ciudadana en relación con lo que tuvimos que vivir mientras estos monstruos ocuparon el gobierno, pero sobre todo, que esos secretos por lo que cobraron muy bien en su pacto de traición a México, no salieran a la luz hoy.
Sin embargo, como ha venido sucediendo desde el inicio del actual gobierno hace más de 4 años, la estrategia de comunicación del presidente López Obrador, la presencia de los medios independientes de comunicación, así como de las redes sociales, junto con ciudadanos comprometidos con la transformación de la vida pública de México, que sin cobrar y a pesar de estar invadidos con mensajes de los parásitos replicantes contratados por la oligarquía, han ventilado ampliamente el asunto.
Así al día de hoy, estos comunicadores descontinuados, desde la penosa y marginal posición en la que voluntariamente se han colocado, a partir de su intento por desinformar a los ciudadanos, se han visto forzados a mencionar el tema del juicio de García Luna de pasada, pretendiendo restarle importancia,enfocándose a narrar como García Luna le manda un beso a su esposa y le dice que la ama, buscando a toda costa lavarle la cara a un ser cuya condición deleznable está más que probada.
No es casual que hoy la mayoría de los panistas y muchos priistas intenten hacerse de la vista gorda en relación con los crímenes de uno de sus más laureados correligionarios, porque la memoria colectiva los va a hacer responsables de su complicidad y su encubrimiento, no solo de García Luna, sino del que fuera su jefe, el panista más criminal de los últimos años.
Intentan protegerlo y que lo olvidemos para que no podamos entender que, en el fondo, todos ellos se parecen a él y en el poder son iguales. Gente sin escrúpulos, sin vergüenza, sin consciencia, sin principios ni valores.
Hoy estamos cerca de una segunda manifestación pública convocada por Claudio X. González, otro digno miembro de este grupito de delincuentes hipócritas y santurrones para que, con el pretexto de que no le bajen los sueldos a los consejeros del INE, esos ciudadanos que alcancen a convencer, todos vestidos de rosa, asistan al Zócalo con todo cinismo para defender la consigna de “García Luna no se toca”, porque como dicen ellos, si tocan a uno de nosotros nos tocan a todos y él es sin lugar a dudas parte de su equipo.
Como dijo el escritor estadounidense Henry-Louis Mencken: “Un cínico es un hombre que, cuando huele flores, busca un ataúd alrededor”.