Francisco Martín Moreno y el regreso de la ‘Santa inquisición’
La división en nuestro país es real. Pero no se trata de la polarización de la que hablan los derrotados grupos neoliberales.
Es una división bastante desequilibrada, donde el peso del pueblo en las actuales decisiones de gobierno, es enorme. En contraste, el tamaño de la oposición que desea el regreso de un tipo de gobierno de corte conservador, es bastante pobre.
Esa misma división, aplica en el terreno del proyecto de nación que se piensa para el futuro de los mexicanos.
El pueblo de México que apoya al presidente López Obrador, tiene una visión vanguardista respecto a lo que debe ser la futura sociedad del país. Un México igualitario, justo, pacífico, culto y con posibilidades abiertas a todos.
El futuro que nos pinta la clase conservadora en desgracia, es el retorno al pasado. Al mundo de la corrupción, donde el bienestar social no interesa al gobierno. Donde solo unos cuantos son felices disfrutando de los beneficios que producen el grueso de la sociedad.
Ayer fue un día histórico para nuestro país. La Suprema Corte de Justicia de la Nación, determinó que la consulta popular impulsada por el presidente de la república, es constitucional.
No solo los expresidentes neoliberales del pasado, podrán ser sometidos a juicio, si así lo determina el pueblo. Cualquier funcionario público de gobiernos anteriores, podrá ser juzgado, si las víctimas o familiares de víctimas, solicitan la apertura de un proceso que brinde justicia a los afectados.
Lo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó, pone en el centro de cualquier acto de violación de la Ley, a las víctimas que resultaron afectadas por decisiones equivocadas o criminales de alguna autoridad. Quien haya violado el marco legal, podrá ser juzgado. Sobre todo en los casos de delitos de lesa humanidad, donde no hay prescripción por tiempo transcurrido.
Los expresidentes dejan de ser los personajes intocables ante cualquier acto de la autoridad. Ahora pueden ser procesados a solicitud de las personas o sectores sociales, que fueron agraviados por las acciones del gobierno federal.
Todo es cuestión de que en la consulta que se realizará el año entrante, el “Sí”, gane al “No”, respecto a la aprobación de esta demanda de justicia.
Ayer fue un día histórico para el país. La decisión de la Suprema Corte de Justicia abre la puerta a la democracia participativa a una sociedad activa.
En temas de relevancia para la nación, el pueblo podrá decidir con libertad el rumbo que debe seguirse.
En el México dividido del que hablamos al inicio, esta decisión de la Corte se vivió de manera distinta.
La multitudinaria vanguardia social que apoya al presidente López Obrador, celebró abiertamente el fallo de la Corte. Ya no hay “intocables” en el país. La Ley aplica por igual a todos. La figura presidencial deja de ser políticamente, “sagrada”.
Fue una fiesta en redes sociales el dictamen de la Corte, a la solicitud que presentó el presidente.
En el lado reaccionario, el fallo citado cayó como balde de agua helada. Sus expresidentes, considerados personajes representativos del neoliberalismo en el país, quedan totalmente expuestos ante una justicia que no les tendrá consideraciones especiales, por el cargo público que disfrutaron.
Ven con alarma que tanto Salinas de Gortari, como Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, pueden ser requeridos por la justicia mexicana para responder por delitos que hayan generado víctimas.
Para ellos, esta decisión de la Corte constituye un agravio a la clase social económicamente poderosa. Todos los expresidentes forman parte de ese círculo selecto.
Por eso vimos ayer en páginas, portales, medios de información y redes sociales, un rechazo categórico al fallo de los ministros, sobre la constitucionalidad de la consulta.
El enojo de la clase conservadora fue tan abierto y franco, que uno de los escritores identificados con este pequeño sector social, señaló su posición personal sobre lo que debería hacerse con quienes apoyan al presidente López Obrador.
Francisco Martín Moreno aparece en un video, en el que señala que si él tuviera el poder suficiente, organizaría un “quemadero” en el zócalo de la Ciudad de México, para ajusticiar “por fuego”, a todos los “morenistas” que apoyan ese tipo de políticas, que restan privilegios o protección a los de su clase.
Este escritor de pésima producción, no pertenece a la clase económica que defiende. Pero es uno de los muchos “aspiracionistas” serviles, que intentan ingresar a ese círculo, a fuerza de trabajo sucio.
Si la mentalidad del pueblo de México es de vanguardia en el momento histórico que vivimos, la clase conservadora por el contrario, maneja un discurso que intenta el retroceso social, llegando al extremo de añorar los severos castigos sociales que se dieron en la etapa colonial del país.
Otros reaccionarios preferirán el retorno a los tiempos en que el poder de La Iglesia era pleno, tal y como se dio en la etapa previa a la Guerra de Reforma. Excomunión al pensamiento liberal e intervención del clero en la vida política del país. Claro que a favor del bando conservador, con el que compartía privilegios.
Otros estarán añorando los tiempos de Don Porfirio, en donde Valle Nacional y las “tinajas” de San Juan de Ulua, eran el destino final de los luchadores sociales contrarios al dictador.
Es claro que México está cambiando, a pesar de los esfuerzos de los grupos conservadores por impedir un avance social que limita la insultante acumulación de riqueza en pocas manos.
Cambios profundos como el que se dio el día de ayer, les inquietan y asustan. La protección que les brindaba el Poder Judicial, al que controlaron en el pasado, termina.
El tiempo en el que la Justicia estaba en venta, o solo se traducía en realidad para quienes tenían los contactos políticos necesarios, está tocando a su fin.
El pueblo ha tomado en sus manos su destino.
Los tres Poderes de la Unión, quedan fuera del control de los poderes fácticos en el país.
El pueblo escribe su presente y diseña su futuro inmediato.
Los conservadores mientras tanto, sueñas con el regreso de la Inquisición, la hoguera, el patíbulo y la más cruel de las muertes.
Por décadas han despreciado al pueblo y su rencor llega a extremos demenciales.
Solo que son débiles y nada pueden, ni podrán hacer, ante la fuerza arrasadora de la Cuarta Transformación.
Malthus Gamba