¿Han reflexionado sobre la palabra “Exclusivo”? Siempre me pareció muy notable el uso mercadotécnico que se le asigna desde siempre. Se usa como sinónimo de lujoso, y también como sinónimo de “lo mejor”.
Pero claro, su significado es “excluyente”, que excluye. Que deja fuera lo “indeseable”. Y lo indeseable, son las personas de menos recursos. Por supuesto, en nuestro país, se sobreentiende que el color de la piel y los rasgos étnicos, pertenecen a esa categoría de lo indeseable que en un restaurante exclusivo (aunque tenga su letrerito de “En este negocio no se discrimina, etc. etc.”) o en un condominio exclusivo, los blancos ricos no quieren encontrarse, como no sea entre la servidumbre.
“Venga a disfrutar de nuestro ambiente exclusivo” se traduce como: “venga a refugiarse a un lugar en el que los menos ricos y los de otro color no tienen cabida, como no sea un afroamericano rico que solo hable en inglés, como curiosidad del vecino Imperio, pero este requiere que su foto haya aparecido profusamente en revistas de deporte o cine”.
Excluir es la obsesión del blanco rico, o whitexican, que se considera dueño del país, amo de personas y tierras, fábricas y edificios, escudándose en que es producto de su esfuerzo, y no de la capitalización del esfuerzo de esos muchos a los que excluye y con quienes no comparte el producto del esfuerzo común.
Así, una minoría excluye a una mayoría de todo; del confort, del placer, de la educación, de la salud, del paisaje, de la playa. Y su motivación se aclara justo por esa exclusión. No parecen reportarles tanto placer los bienes materiales, como el evitar el acceso a ellos a otros. Hay algo enfermizo en ello. Aquí recuerdo a la portentosa Inés Arredondo, cuando en uno de sus escalofriantes cuentos, escribió: “-¿Para qué queremos tanto dinero? Tenemos más del que pudiéramos gastar en toda nuestra vida… () -Pero, ¿tú sabes lo que da el poder del dinero? -No -La humillación de todos los demás” Y, tristemente, es el mejor retrato de esta gente vacía e infeliz.
Dividieron al país en una élite minúscula de multimillonarios, en sus ambientes “exclusivos”, seguidos por su servil corte de políticos y clasemedieros aspiracionistas deseosos de ser incluidos, por un lado, y la gran mayoría de habitantes, trabajadores, generadores de riqueza, obreros, campesinos, prestadores de servicios, oficinistas, en fin, la maquinaria que con su trabajo mueve al país, excluidos, despojados e insultados. Indios, nacos, vulgo, perrada, raspa, brayans, pobres. Pobres. El vocablo pobres, usado como insulto; no despojados, robados, excluidos, explotados, sacrificados, sino pobres como un estigma surgido de algún defecto o pecado.
Marcaron una nítida línea divisoria, excluyente y se ufanaron de ella. Y, ahora, para nuestra sorpresa, dicen que AMLO “dividió” al país. Así, sin asomo de vergüenza. Resulta que los patos le tiran a las escopetas. Resulta que esa mayoría excluida es la que los quiere excluir a ellos. Resulta que todas las riquezas acumuladas, todo el trabajo robado al pueblo no es suficiente: ahora debemos volver a sacrificar al pueblo para rescatarlos. Sí, no oyeron mal, nietecitos, usan el verbo “rescatar”. Como si ellos tuvieran el problema y el pueblo fuera el insensible que no se solidariza con su desgracia.
Encerrados en sus departamentos de lujo exclusivo, cantan el cielito lindo, clamando por un rescate de sus mansiones, comparten en redes sociales mensajes de división geográfica del país, de separar al pueblo del pueblo con su sobada cancioncita estúpida de los localismos, en la esperanza de recuperar el control de la masa que ya se hartó de ellos, de los que nunca han querido pertenecer a ese país que explotan y desprecian, por el que sienten asco y requieren para vivir sus vidas holgazanas y llenas de privilegios inmerecidos.
¿Han sido afectados? No. No hay expropiaciones ni repartos de tierras, ni impuestos revolucionarios, ni persecución, ni destierro, ni nada. Solo se ha acotado su expoliación del erario. Solo se les ha bloqueado el acceso a robar lo que es de todos.
Por supuesto, lo más molesto es ver que cuentan con el apoyo de ciegos aspiracionistas. No los hace menos minoría, pero si perturba ver hasta qué grado el virus de la ambición y la codicia puede dañar.
Somos una inmensa mayoría. Estamos decididos. Ha costado mucho trabajo llegar hasta aquí. Nosotros ponemos el trabajo, la sangre y, de hecho, la economía, y no vamos a retroceder, porque resulta que faltan muchas cosas más; terminar con la pobreza, la corrupción y la inseguridad. Sin robar, sin mentir, sin traicionar.
El poder económico terminará por quedar separado del poder político. Apenas será el inicio; educación, igualdad jurídica, fin del patriarcado, respeto al trabajo comunitario, salud para todos, distribución justa de la riqueza generada y tantos asuntos urgentes que serán las piezas del dominó. Incluyentemente.
No aflojaremos.