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Esta vez no funcionó el “Haiga sido como haiga sido”
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Columnas, Nacional

Esta vez no funcionó el “Haiga sido como haiga sido”

La historia empieza con el fraude electoral del año 2006, cuando el Instituto Electoral avaló el robo de las elecciones para imponer a un presidente espurio y sociópata,  que terminó por destruir a las empresas más importantes del Estado, por poner los servicios de seguridad del gobierno en manos de socios de narcotraficantes y delincuentes,  y por convertir al país en un cementerio.

Este individuo de extracción panista, se coludió con el PRI y urdió también el fraude electoral en 2012, para colocar a un ambicioso muñeco de trapo en la presidencia, apoyado en la entrega indiscriminada de miles de millones de pesos para compra de votos, en otro proceso delincuencial avalado por el Instituto Electoral.

Durante el proceso electoral del 2018, la esposa de este sujeto, intentó contender por la presidencia, como si no hubieran tenido suficiente que destruir en su período de gobierno, falsificando más de 200 mil firmas de supuestos simpatizantes; su participación fue avalada por el Instituto Electoral.

La insaciable necesidad de seguir viviendo del presupuesto, porque está claro que no podría vivir de otra cosa, impulsó a este individuo a iniciar trámites para fundar un nuevo partido político, una vez que hasta el PAN prefirió deshacerse de él.

Durante el proceso, como siempre ha sido su conducta, se registraron un sinnúmero de irregularidades como fuentes opacas de financiamiento, compra de firmas y otras, que provocaron que el Instituto Electoral le aplicara una multa a su organización por la cantidad de 2.7 millones de pesos, pero aunque resulte inconcebible, le permitió continuar en el proceso de registro para su partido político.

El señor de los fraudes electorales es señalado por una buena cantidad de presuntos delitos, que en breve tendrá que comenzar a aclarar ante las autoridades de procuración y administración de justicia, algunos de los cuales lo señalan como la cabeza de un gobierno que estuvo al servicio de bandas del narcotráfico y secuestro.

Pero ni esto, ni su conducta proclive a cometer fraudes electorales en el pasado, parecen preocuparle al Instituto Electoral. En relación con Calderón, todas las irregularidades habían sido pasadas por alto en esta institución.

Sin embargo, ayer después de las 10 de la noche, en un horario libre de bots, los consejeros del INE votaron en contra de dar el registro al partido que este sociópata pretendía formar para vivir de nuestros impuestos. El argumento fue que casi uno de cada 10 pesos que había recibido ese pequeño cartel en formación, provenía de un origen desconocido.

Nunca antes las irregularidades cometidas por los Calderón en los procesos electorales, habían sido razón suficiente para negarles favores en el INE, por lo cual considerando que 9 de cada 10 ciudadanos están a favor de enjuiciar a este delincuente, los consejeros muy probablemente hayan actuado motivados en cierta medida por su instinto de conservación.

Ya los Calderón chillan estridentemente en las redes sociales. Lo increíble es que no hayan podido comprobar el origen de más del 8% del dinero que recibieron. “Haiga sido como haiga sido, hoy su organización criminal no tiene registro”.

Ahora el asunto va a pasar al Tribunal Federal Electoral, otro órgano que en el pasado ha acompañado al Instituto en avalar todos los fraudes de los Calderón. El criterio aplicado por los consejeros para negar este registro es bastante sólido; sólo hay que esperar que los integrantes del Tribunal lo validen, y la presión ciudadana les haga resistir la tentación de hacer otra marranada para favorecer delincuentes, como lo han hecho siempre en el pasado.

Los ciudadanos tenemos que estar despiertos, alertas y exigiéndole a este tribunal, para que no autorice el registro de una organización financiada con fondos de origen desconocido, que ni siquiera puede ponerle un nombre a los depósitos de dinero que recibe.

No hay que olvidar las palabras del dramaturgo español del Siglo de Oro, Pedro Calderón de la Barca, cuando dice:

“Juez que ha sido delincuente, ¡qué fácilmente perdona!”.

 

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