Entre la Nostalgia Neoliberal y el Síndrome de Estocolmo
Este primero de septiembre se cumplieron nueve meses de la presente administración y millones de mexicanos hemos sido testigos de importantes avances para la vida de México. No obstante, cada paso andado, cada beneficio obtenido o cada logro anunciado ha sido blanco de ataques con el firme propósito de demeritarlo.
Las personas que apoyamos este nuevo proyecto de nación sabemos que hay muchos detractores dolidos por la pérdida de privilegios y cotos de poder. El presidente ha sido muy amable al dirigirse a ellos cuando los llama nostálgicos neoliberales. Esta descripción no está nada alejada de la realidad, pues la nostalgia es un sentimiento común en todos los seres humanos y se refiere a la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una pérdida.
La primera vez que escuché al Lic. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) mencionar que sus adversarios tenían cierta nostalgia por el neoliberalismo resultó interesante para mí, ya que describe a la perfección esa tristeza en la cúpula política y empresarial beneficiada de un régimen rancio que hizo tanto daño a nuestro país. Por ello, el presidente ha enfatizado que la cuarta transformación se basa en un cambio de régimen. ¿Por qué un cambio de régimen?
Para contextualizar, según el diccionario de la RAE, define a un régimen como a un sistema político por el que se rige una nación. ¡Eso es precisamente lo que quiere cambiar! Al sistema político en México que se encontraba caduco y a merced de los intereses de una oligarquía. Lo ha mencionado desde que estuvo en campaña y sigue vigente al día de hoy: “Separar el poder político del poder económico”, los cuales habían sido muy bien amalgamados por el club “de Toby” neoliberal.
En una de sus conferencias mañaneras, AMLO comentó: “Hay una especie de nostalgia por la anterior política económica neoliberal (…) que fue un fracaso (…) todavía no se resignan a que ya no vamos a seguir con esa política (…); por todos lados están insistiendo, un periódico y su nota principal es (…) ‘amenaza de recesión en México’ y le dan volumen a eso (…); les molesta mucho el que se haya decidido acabar con la corrupción. Ese es el fondo.”
Más claro ni el agua, he aquí la razón de la nostalgia por el neoliberalismo de políticos, empresarios y medios de comunicación que perdieron privilegios cupulares. Cabe señalar que los mismos medios que hoy son feroces críticos de este gobierno, fueron los que guardaron un silencio cómplice ante el saqueo que padeció México.
Pero, ¿qué pasa con las personas que NO tuvieron beneficios por el atraco al país? En este caso, la sensación de nostalgia desvanece su significado y su esencia se pierde. Es visible que “casi” todos los mexicanos nos vimos afectados con la política neoliberal. Tomando una sencilla trivia de preguntas acerca del daño, que nos dará orientación para saber de que lado estamos. Piensa si tu economía se vio afectada en los últimos años por: (Sí/No)
¿El alza en el precio de la gasolina?
¿El alza en el precio del dólar?
¿La reducción del poder adquisitivo?
Si respondiste “NO” al menos en una pregunta, ¡Te felicito! Eres parte de ese “casi” entrecomillado del párrafo anterior, por lo tanto, perteneces a la oligarquía. Por este mismo motivo tengo que darte mis condolencias, porque se te acabaron los privilegios. Si al contrario, todas tus respuestas fueron “SÍ”, no hay mucho que festejar, pero sí bastante que reflexionar. Al hacer la pregunta, ¿cuál es la nostalgia de todos aquellos que defienden a ultranza el neoliberalismo y no son parte de esas cúpulas? La respuesta es sencilla: Si no perdiste nada, no puede haber tristeza al respecto.
En este punto, la nostalgia se encuentra en una metamorfosis que turna su significado al Síndrome de Estocolmo. Me explico. En retrospectiva, podemos decir que los mexicanos fuimos rehenes del régimen neoliberal y ciertamente teníamos pocas probabilidades de salir de él. Por fortuna esa escasez de posibilidades no fueron una barrera, pues la esperanza de salir del secuestro se manifestó el 1 de julio de 2018 cuando muchos mexicanos unidos decidimos escapar del rapto. Por fin nos sentíamos en libertad.
Sin embargo, esa liberación no fue grata para otros tantos compatriotas y aquí es donde el Síndrome de Estocolmo toma sentido, ya que se define como un trastorno psicológico surgido en una persona que ha sido secuestrada. El rehén se siente comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores, se identifica progresivamente con sus ideas, durante el secuestro o tras ser liberada. ¡Vaya enunciado!
Si trasladamos esta misma expresión a la corriente de pensamiento conservadora de nuestro país, parecería que estamos hablando de los secuestradores (la cúpula político-empresarial-mediática) y los rehenes que son los ciudadanos que han sido presa fácil de las Fabricas de Ignorantes [1] dedicadas a calumniar y ocultar los hechos reales para tenerlos cautivos en la ignorancia.
Los “secuestradores” neoliberales están desesperados porque hayan la manera de volver a raptar a México. Tal como lo dijo el presidente en su primer informe de gobierno y tercero al pueblo de México: Se han convertido en una oposición moralmente derrotada. Y haciendo alusión a Benito Juárez, AMLO le regaló a la oposición unas sabias palabras: “El triunfo de la reacción es moralmente imposible”.
Por lo anetrior, si eres parte de la oposición, ojalá lo reflexiones y no lo eches en sacó roto. Pero si eres un rehén de esa corriente de pensamiento, existe la invitación abierta y franca del presidente a que seas libre para sumarte a una verdadera transformación de la vida de Mexico. Analízalo, vale la pena salir de ese cautiverio.
AQUÍ ENTRE NOS…
Debo confesar que en algún tropiezo de mi juventud caí en la cárcel de las mentiras mediáticas. Pero hubo alguien que fue me abriendo los ojos. Su ejemplo me orientó a ser crítico de las personas que ocultan sus intereses bajo las faldas de sus cargos gubernamentales, de los medios formales y las instituciones. Soy (aunque sea un poco) más difícil de engañar
No me queda más que decir:
¡Gracias AMLO!
@ElChairolastra
[1] Mi reflexión anterior (fabricas de ignorantes) detalla como los medios tradicionales nos volvían cómplices de la ignorancia.