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En banco Santander, seguridad en ruinas
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En banco Santander, seguridad en ruinas

Patricia Gutiérrez-Otero-Defraudados en Santander
Twitter: @PatGtzOtero

Hay causas que a todos nos estremecen y nos hacen solidarizarnos, por ejemplo, aquello que afecta a seres eminentemente vulnerables a la crueldad humana como niños, ancianos, animales. Hay otras que nos dejan indiferentes, es el caso de los abusos que cometen los bancos contra sus cuentahabientes.

Nos quejamos de las tasas de interés que nos dan por tener nuestro dinero en programas de inversión, de los abusos que cometen al cobrarnos por el manejo de cuenta, del cobro por expedir cheques o por el rebote de uno de éstos, pero ahí lo dejamos. Gritamos cuando se llevó a cabo el rescate bancario a través del malhadado Fobaproa que seguirán pagando nuestros hijos y nietos.

Ahí lo dejamos. Lamentamos el terrible suceso ocurrido en Argentina con el bloqueo de cuentas llamado “El corralito”. Pero, ahí lo dejamos, no sucedió en nuestro país. Vemos con cierta simpatía la lucha por recuperar su dinero de la gente que fue robada en los bancos, pero en el fondo se piensa que fue su culpa, que es un asunto de gente “con dinero”, que no nos va a pasar.

La realidad es que poca gente se siente realmente involucrada con este tema, cuando en realidad la pérdida de ese dinero, que quizá estaba de manera obligatoria en una institución bancaria, afecta a personas de carne y hueso que pueden ser de la tercera edad, tener niños o cuidar animales.

El drama de cada uno de los que perdió dinero en un banco encierra un drama familiar y social. Además, le puede suceder a todas y todos los que necesitan o están ya obligados a recurrir al sistema financiero.

Los bancos ya no proponen que el dinero del cuentahabiente se multiplique, lo que venden es seguridad. Precisamente por eso, el banco Santander está ahora en el ojo del huracán. Ha demostrado que no cuenta con los sistemas para salvaguardar el mucho o poco dinero de sus usuarios.

La falta de inversión en Seguridad se percibe en los casi 2,000 defraudados, y sumando, que este año se han juntado en un grupo de Facebook para intentar una demanda colectiva contra el banco con el fin de recuperar el dinero que perdieron. La fragilidad en la seguridad se atestigua también en la variedad de robos llevados a cabo en Santander: desde el involucramiento directo de personal (cajeros, ejecutivos, gerentes); transferencias por banca en línea; robos mixtos de tarjetas de crédito y tarjetas de débito; llamadas por Línea Santander; SMS oficial del banco.

En muchos de ellos, hay suplantación de identidad. Los montos también son variados, desde 5 mil pesos hasta poco más de un millón. Se cometen a personas físicas o morales. La respuesta casi unánime de Santander a los usuarios desfalcados es “No procede” porque el usuario tenía el token y su contraseña o porque tenía sus datos personales. Santander no cuestiona la baja ciberseguridad con la que opera, ni la salvaguarda de la información del cliente, ni la calidad de sus empleados, ni la laxitud de sus protocolos. Se lava las manos con la palabra “improcedente”.

Los dramas humanos que están detrás no se conocen, desde aquellos que en periodo de pandemia perdieron el ahorro de su vejez, la liquidación de su empleo mientras consiguen otro, su gasto cotidiano, el pago de su tratamiento contra el cáncer, el dinero para disminuir su hipoteca, el capital para echar a andar su negocio familiar, su colchón en un momento de desempleo, las medicinas de un enfermo en casa.

Por eso, yo y el comité organizador al que pertenezco –compuesto por Daniel Sosa, Clicerio Muñoz y Moisés Ramírez–, junto con los casi 2 mil defraudados agrupados, los invitamos, si ustedes son Defraudados en Santander México a unirse al Fb que lleva el mismo nombre. También los invitamos a la Fanpage, a visitar el youtube y el tuiter. Si son empleados o exempleados y quieren, de manera anónima, compartir con nosotros lo que saben sobre los problemas de seguridad, por favor escriban a defraudadosensantandermexico@gmail.com

Les pedimos, además, firmar y difundir la petición en Change.org con el fin de hacer presión social sobre un frío banco que no oye razones y a unirse así a nuestro grito: “Santander, devuélvenos nuestro dinero.”

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