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El negocio de las marchas
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El negocio de las marchas

Tal como lo previmos en Sin Línea Mx, el uso de tácticas de Guerra Híbrida por quienes se oponen a la cuarta transformación, ya sea por la pérdida de privilegios, de negocios al amparo del poder o por simple ignorancia, se ha intensificado exponencialmente, y podemos esperar aún más conforme se acerquen las elecciones a celebrarse el próximo 6 de junio, ya que según todas las encuestas, la intención de voto a favor de la alianza que pretende consolidar la transformación, será abrumadora.

El Lawfare o guerra jurídica ya no solo incluye a privados que buscan amparos contra cualquier iniciativa del gobierno que avance hacia una disminución de la enorme brecha económica que provocaron los gobiernos neoliberales, sino que han encontrado eco en jueces que ven amenazados sus enormes privilegios obtenidos a costa del erario, excediendo sus atribuciones y escondiendo decisiones injustas en argumentos legaloides. Pero esta táctica de guerra híbrida se ha extendido al árbitro electoral que, tras una muy laxa interpretación de la Constitución, tomaron un acuerdo que rebasa con mucho sus atribuciones, invadiendo el ámbito que solo corresponde al legislativo, sin mencionar el atropello que eso significa para la voluntad popular.

Pero quizá una de las tácticas más preocupantes, por lo que significa para la estabilidad social, es la utilización del llamado “astroturfing”, que es la variante comercial de lo que en México conocemos comúnmente como “acarreo”.

Empresas como Crowds on Demand, basada en Beverly Hills, California, en los Estados Unidos, ofrecen servicios únicos de manipulación de masas que, junto a una bien estructurada estrategia mediática, pretende crear una percepción pública determinada por sus clientes.

De acuerdo con su fundador, Adam Swart, esta empresa ofrece contratar el número de personas necesarias para “protestas, rallies, eventos y cualquier campaña de relaciones públicas” y provee, además de las personas, los materiales, las consignas y hasta las ideas para mayor impacto, pero siempre cuidando que la imagen de su cliente no se vea involucrada.

Como ejemplo del manejo poco ético de este tipo de empresas, la televisora norteamericana ABC News reportó en 2014 el caso de un grupo respaldado por la industria refresquera que contrató gente para protestar contra un impuesto a las bebidas, creando la percepción de que había un descontento natural y orgánico sobre el tema, mientras pagaban a los supuestos protestantes 13 dólares la hora.

En otra ocasión fueron contratados para dañar las operaciones de una empresa por su competidor, que con acusaciones de pedofilia lograron hacerle perder el 5 por ciento de su valor.

El acarreo político, aunque inmoral y carente de ética, es muy usual y ha sido ampliamente documentado, sin embargo lo que ahora es diferentes es la comercialización del proceso, que solo contribuye a un ambiente de irrealidad que consiste esencialmente en ya no poder creer a tus propios ojos.

Crowds on Demand presenta en su página web como un caso de éxito, una manifestación realizada a favor de un líder extranjero que visitó la Naciones Unidas, creando una percepción de que era bien aceptado, combinando la contratación de manifestantes, consignas y carteles bien estructurados y una cuidadosa campaña mediática.

Edward Walker, profesor de sociología de UCLA explica: “Hay cientos de firmas de cabildeo y asuntos públicos que hacen este trabajo, aunque no todas de la misma manera, algunas solo contratan unas cuantas personas para simular una base social, pero servicios adyacentes son cada vez más comunes”

Como podemos observar, el que existan empresas de este tipo, dispuestas a trabajar en zonas grises de la ética y la moral, permite a particulares y políticos sin escrúpulos organizar cualquier tipo de protesta o movilización de apariencia social, pero compuesta por personas pagadas con el fin de crear un ambiente completamente artificial de inconformidad con el fin de incitar a un cambio que no tiene un verdadero apoyo popular al carecer de bases reales.

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