“Puedo decir sin temor a equivocarme, que fui el primer político mexicano que sostuvo que el gran problema de México, era la corrupción”.
“Ese mal, producto del neoliberalismo, contaminó toda la vida nacional. Estaba enquistado en todas partes y ha sido difícil erradicarlo dentro del gobierno federal”.
“Pero estamos dando la batalla diaria, para sanear cada dependencia de gobierno y sobre todo, para que nuestros jóvenes recuperen los valores que se perdieron en un mundo donde el humanismo, el amor al prójimo y la empatía, fueron suplantados por el exceso, la extravagancia y el amor a los bienes materiales”.
“Cualquier modelo político-económico que se lleve a la práctica, estará condenado al fracaso, si la corrupción pervierte la naturaleza social, que debería ser el fin de todo gobierno”.
Estas palabras pronunciadas por el presidente López Obrador en su conferencia matutina, reafirman la visión transformadora del gobierno federal. No se trata de ajustar o de remediar ciertas fallas propias de cualquier estructura de gobierno.
El proceso que estamos viviendo en nuestro país, tiene la calidad de una refundación nacional.
La corrupción, como cualquier plaga que llega al campo y arraiga sin control alguno, acaba con todo lo vivo, dejando ruinas a su paso.
México no llegó al punto de no retorno, durante el periodo neoliberal. Pero estuvo muy cerca de hacerlo.
Las enormes fortunas de quienes son parte del selecto grupo de traficantes de influencias y que no pasan de ser pocas decenas, dan cuenta del saqueo que vivió el país, mientras los recursos del pueblo estuvieron en manos conservadoras.
Y al lado de esa opulencia, la pobreza de millones de mexicanos.
Esa refundación del país que vemos hoy, tiene como base el poner en el centro del cambio, el combate a la corrupción.
Desterrarla en forma definitiva de toda actividad en el país.
Y algo más.
No permitir que ese modelo corrupto regrese a gobernar, con los mismos personajes que se dedicaron a saquear y rematar los bienes y recursos de la nación.
Hans Salazar, periodista que cubre las conferencias matutinas en Palacio Nacional, preguntó hoy al presidente, qué se podía hacer para evitar las amenazas e intimidaciones que los activistas de Morena, sufren a manos de gente que no quiere un triunfo de ese partido en las próximas elecciones del 5 de junio.
Específicamente se refiere a los ataques sufridos por la militancia y simpatizantes de Morena, en los estados de Aguascalientes y Tamaulipas.
“Se trata de gente afín a la causa conservadora, con ligas con los gobernadores panistas que ven que el voto se inclina en este momento a favor de Morena”, agrega Hans.
El presidente López Obrador es claro a este respecto y nos habla de la corrupción, como característica asociada de manera íntima a la mentalidad conservadora. No se puede entender al neoliberalismo, separado de la corrupción. Ni a la corrupción actuando sin personajes con las características infames que distinguen a los políticos de la derecha.
“Esa intención de provocar miedo, de generar condiciones que hagan dudar a los ciudadanos sobre la conveniencia de ejercer su derecho a votar en las próximas elecciones, es un recurso viejo de la política reaccionaria”.
“La derecha tiene su clientela segura. La que se presenta a votar, agradeciendo la despensa, la promesa de ayuda, o el dinero en efectivo”.
“Si logran meter miedo a la gente, para que el nivel de abstención sea grande, tienen el margen de maniobra suficiente para poner en marcha el fraude acostumbrado”.
Si consideramos que hay un punto más, que facilita a los partidos opositores alcanzar triunfos ilegítimos, debemos pensar muy bien en el daño que le hacemos al país al no salir a votar.
El INE ha demostrado ser el aparato electoral más costoso del mundo. Y uno de los más corruptos también.
Quedarnos en nuestras casas por miedo a posibles actos de violencia generados por los grupos de poder, que se sienten derrotados anticipadamente y se juegan su última carta, apostando todo a la abstención, es facilitarle al INE la maniobra para legitimar fraudes en contra de un pueblo que exige democracia.
Es permitir que los políticos corruptos, se mantengan en el poder durante más tiempo. Solapar el saqueo en el Estado. Permitir que los recursos públicos terminen en los bolsillos y cuentas bancarias de esos corruptos.
Los conocemos. Sabemos de sus falsas promesas de campaña, que jamás se hacen realidad. Estamos conscientes de que los mueve la ambición desmedida. El deseo de poder que los hace sentirse como una especie de virreyes en sus Estados.
Da más miedo aguantar cuatro años más de gobiernos corruptos, que salir un día en específico a echarlos fuera para siempre.
La receta que da el presidente López Obrador en este caso es simple. No nutrir las filas del abstencionismo de manera alguna.
Salir a votar masivamente, para impedir que el fraude prospere.
Y no solo eso. Defender el voto en las casillas y en el curso del traslado de las mismas, para el conteo final.
Impedir el robo y relleno de urnas y denunciar a quienes pretendan comprar el voto ciudadano ese día.
Esas maniobras propias de corruptos, son conocidas por la sociedad mexicana. Antes poco podía hacerse en contra de ellas y la gente optaba por no votar, para evitarse posibles problemas.
Hoy las cosas no son así. Los delitos electorales son considerados graves. La Guardia Nacional y demás fuerzas del orden, estarán vigilando que no se produzcan actos de violencia e intimidación.
Incluso los consejeros del INE, a nivel estatal y federal, pueden ser sujetos de acción penal, si se comprueba que participan en actos que vulneren le legitimidad del voto ciudadano.
Con una sola acción personal, podemos contribuir al cambio, este 5 de junio.
Salgamos a votar. Es todo.
Contra eso, las dos últimas cartas de la oposición, se estrellarán de frente.
Ni el INE, ni el miedo inducido por los corruptos, puede frenar a un pueblo consciente que dice a la derecha política: “hasta aquí llegaron” y “de aquí no pasan”
Vamos por 6 de 6 este 5 de junio.
Queremos un México pintado totalmente de color democracia.
Malthus Gamba