El consenso público a favor de AMLO; no funcionan las mentiras del PRIAN
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
La tecnocracia neoliberal hoy liderada por un desquiciado PANazi, ataca todas las medidas del PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, con el argumento de que afectan la estabilidad del país, su desarrollo económico, la participación empresarial, y crea polarización al favorecer, por primera vez en siglos, a los que jamás fueron vistos ni atendidos durante el PRIANato.
Sin embargo, bien visto el proceder prudente de AMLO hasta el momento, a la par de la atención a los sectores y entidades más dejados de la mano neoliberal, y para no alborotar el gallinero como lo hacen sus opositores, el Presidente ha seguido parte del fundamentalismo de mercado o neoliberalismo del “Consenso de Washington”, preconizado por el economista John Williamson para describir un conjunto de fórmulas para “salvar” de crisis a países endeudados con las instituciones dominadas por Washington (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, gran banca comercial).
Pero que nadie se asuste. A pesar de lo que digan los economistas “orgánicos” –más por complacer a sus añorados benefactores tecnócratas, que por analizar con objetividad el entorno mexicano– López Obrador ha continuado con las principales fórmulas del Consenso de Washington: 1) Estabilización macroeconómica para no desbocar los factores incidentes; 2) liberalización tanto en comercio como en inversión ya sin corrupción que las condicione; 3) reducción del Estado con la combatida austeridad, ajuste del gasto al ingreso disponible y la supresión de “adjuntos”, grandes sueldos y prestaciones de la enorme burocracia aumentada por el PAN; y 4) la expansión de la economía interna mediante nivelación de salarios, obras públicas de beneficio a los sectores más olvidados y apoyos sociales que permiten que más gente disponga de recursos para comprar y así estimular la economía general. Quien lea las 10 recomendaciones de Williamson, verá que el Presidente López Obrador sigue con sensatez tales recomendaciones, con salvedades que perjudican la rectoría del Estado para bien de su población. Nadie en su sano juicio y con imparcialidad puede acusar a AMLO de izquierdista, aunque su origen lo sea, sino de auténtico Mexicanista.
Sin embargo, ninguno de los pasos dados por AMLO ha satisfecho la exigencia de los teóricos economicistas que por décadas ignoraron la enorme corrupción (y se beneficiaron de ella) que originó una deuda creciente del país, que hoy López Obrador se empeña en evitar (deuda) y combatir (corrupción). Desde Miguel de la Madrid, todos los gobiernos del PRIAN adquirían mayor deuda para enfrentar vencimientos inmediatos y financiar el creciente gasto operativo (no de inversión) del gobierno, aunque anunciaban que “debían apretarse el cinturón”, refiriéndose en los hechos a los ciudadanos en general, no a la “burocracia dorada”.
Ni cuando hubo grandes excedentes petroleros por los avatares de los precios internacionales, el gobierno evitó endeudar al país ni se plegó a funcionar con lo estrictamente disponible, que era mucho. En vez de eso, el PAN en el gobierno de Vicente Fox y Felipe Calderón (la Docena Trágica para México) se dedicó a aumentar en forma descomunal su burocracia elitista, con posiciones “adjuntas” para partidarios, compadres y amigos; creando “órganos autónomos” con grandes presupuestos injustificables para lo poco que hacían; aumentando su propaganda de tintes Nazi y quema de incienso para lo bien que actuaban para su provecho; armando programas ociosos y secretarías de seguridad ciudadana con enorme gasto y escasa eficiencia; en suma, MUCHO GASTO, CERO RESULTADOS.
Ni la ineficacia de los gobiernos del PAN ni el retorno del PRI a Los Pinos con su descomunal carga de corrupción, lograron que los teóricos y analistas económicos percibieran el declive en que iba el país y, en vez de eso, lanzaban loas y ocultaban fracasos a las administraciones fallidas, lo contrario de lo que hoy sucede con AMLO, difundiendo fracasos (con mentiras) y callando loas (por los aciertos). En ello demuestran el contagio que les dejó el PRIANato y no admiten remedios para eso.
Andrés Manuel debe trabajar con lo que tiene a la mano y él personalmente ha reconocido el problema que representa “el elefante reumático” y lleno de lucrativa corrupción que le dejaron tantos años de políticas contrarias al BIENESTAR POPULAR. Pese a las evidencias que los atropella a cada rato, los malquerientes de AMLO siguen pagando marchas sin sentido, manifestaciones desestabilizadoras, protestas contra todo y obstáculos a su Administración que, a querer o no, sigue los consejos sensatos para mejorar a la gente que confió en él y no en sus opositores que prometieron durante décadas una mejoría sólo evidente en las cúpulas empresariales, políticas y mediáticas, no en la ciudadanía común.
La población mexicana percibe su mejoría –lenta aunque sostenida– que no aumenta por las incesantes acciones obstructivas de los resentidos contra quienes no votaron por ellos y es muy probable que no se les perdone lo que dejaron de hacer y siguen sin reconocerlo. Su terquedad en querer imponer sus errores evidentes y públicos, no les auguran tiempos mejores. Por más que brinquen y griten, EL PUEBLO ES SABIO y volverá a derrotarlos cuantas veces pretendan volver a sus saqueos. Ya se verá en su oportunidad. El consenso público favorece a Andrés Manuel, luego de los engaños del PRIAN y sus corifeos.