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EL ALTO CLERO EN LA SCJN
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EL ALTO CLERO EN LA SCJN

Tradicionalmente, uno de los aliados del poder económico en el mundo occidental, ha sido la Iglesia. Particularmente, el alto clero.

Algunos recordarán la obra de Stendhal, “Rojo y Negro”, donde da cuenta de esta íntima unión de la iglesia y el ejército, en favor de los intereses políticos y económicos dominantes.
América fue conquistada con la cruz católica como bandera. La Colonia catequizaba, al mismo tiempo que esclavizaba y despojaba a los naturales de este continente.

La Iglesia ha sido aliada de los explotadores en todas partes del mundo y en México, este maridaje fue una constante para someter y dominar a los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Se han abierto espacios en favor de los menos favorecidos, dentro del catolicismo y el protestantismo, como es el caso de la Teología de la Liberación. Pero estos movimientos de la Iglesia operan abajo, donde se encuentran los representantes de la fe que tienen contacto directo con el pueblo. Arriba, donde el lujo acompaña al alto clero, la visión es distinta y se establecen vínculos con el poder económico y político, en contra del derecho del más humilde.

Acción Nacional sobre todo, se distingue por ser un partido político de “golpes de pecho” y mano férrea de hacendado, como en el caso de la familia Fernández de Cevallos.

El PRI, a pesar del episodio de la guerra cristera, mantiene una relación de mutuo acuerdo con la jerarquía eclesiástica.

Así funcionó el sistema, por décadas. Se mantuvo casi intacto hasta el final del periodo neoliberal.

Pero la aparición del Movimiento de Regeneración Nacional, trajo consigo un cambio importante en la forma de pensar del mexicano de a pie. Los llamados de la jerarquía católica para que el “socialismo” no fuera votado en elecciones, no obtuvo la respuesta tradicional. Morena creció vertiginosamente y en el 2018 llevó a la presidencia a López Obrador.

La fe del mexicano quedó intacta, pero su confianza en los dirigentes de la Iglesia, menguó. La voz de cardenales, obispos y arzobispos, perdió fuerza. El engaño del “socialismo” que atentaba contra la fe, no prosperó. La gente votó por Morena, cansada de tanta corrupción, hambre y violencia.

El poder económico, ya sin el control del aparato del Estado y sin la presencia de un ejército a su servicio, vio cómo el respaldo del alto claro también se achicaba.
¿A quién acudir entonces?

El tejido de complicidades que dejó el periodo neoliberal, encontró una salida a modo en los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El poder económico y político reaccionario, no estaban solos. Había una institución que podía ocupar el espacio que dejaba vacío la Iglesia.

Si dentro del Poder Judicial, los jueces corruptos hacen el papel de “bajo clero”, entendido como aquellos personajes que traicionan al débil para facilitar el camino al poderoso, los ministros de la Suprema Corte juegan el rol del “alto clero”.

Son los nuevos “cardenales” y “obispos” al servicio de la derecha fascista.

Los jueces conceden amparos al por mayor, cuando se trata de evadir la Ley, en favor de intereses reaccionarios nacionales y extranjeros.

Los ministros en la Suprema Corte, dan entrada a toda controversia presentada por los grupos opositores en el país. No obstante saber que se trata de argucias para frenar los cambios importantes que impulsa el gobierno del presidente López Obrador, con el respaldo del grueso de la sociedad mexicana.
El argumento de los ministros es simple. La Ley es la Ley y hay que ajustarse a ella, de acuerdo al criterio del nuevo “alto clero” en la Suprema Corte. Es el mismo argumento utilizado por la Iglesia en el pasado. La Fe, es la Fe.

Si dentro de la Iglesia, sabemos de escándalos de todo tipo, de vicios, inmoralidades y corrupción, dentro del Poder Judicial ocurre lo mismo.
De los tres Poderes de la Unión, el judicial es el más refractario al cambio necesario para desterrar un sistema operativo viciado y corrupto, que está a la vista de todos.
La justicia se sigue vendiendo y los fallos, por regla general, favorecen a quien tiene poder para pagar.

Paradójicamente, ese manchado Poder Judicial es el que determina lo que es justo y lo que no lo es. O al menos eso es lo que pretenden hacernos creer. En realidad, al más alto nivel, los ministros determinan en sus sentencias lo que es “legal” y lo que ellos consideran “menos legal”, o ilegal.

El presidente López Obrador habló el día de ayer al respecto en su conferencia mañanera. La Suprema Corte de Justicia se caracteriza por dar fallos “legales”, que muchas veces no son justos. Legalidad y Justicia son dos conceptos distintos. Torcidamente, una situación puede ser “legal”, interpretando la Ley en la forma menos clara posible. Se está dentro del terreno de lo legal, aunque sea agarrado con alfileres. Los justo es otra cosa.

La Justicia es clara y no requiere de maquillaje, de retoques, o filtros. La Ley, según lo entiende cualquier persona, debe ser interpretada de la manera más clara y simple. Retorcer la Ley para darle una interpretación “a modo”, es atentar contra la Justicia.

En este momento, el “alto clero” en la Suprema Corte está por determinar si la “Prisión Preventiva Oficiosa”, es constitucional, o no. Pretende dejar sin efecto un artículo constitucional, para derogarla.

Y en este asunto, podemos ver la forma opaca en que trabaja la Corte. El único Poder Constituyente, con facultad para aprobar y derogar Leyes generales, es el Legislativo, a través del Congreso de la Unión. Esa es la única interpretación establecida en nuestra Constitución.

La Suprema Corte de Justicia no tiene facultad para aprobar o derogar una Ley. Todo lo demás que pueda decirse al respecto, tuerce la misma Ley y cae en el terreno de la injusticia.
La derecha fascista toca la puerta de la Suprema Corte, porque sabe que ahí pueden darse interpretaciones a su favor, con visiones distorsionadas de la Ley. Lo mismo que hace la Iglesia con la Fe.

El Poder Judicial es el actual refugio opositor, donde se encuentra al aliado y el respaldo urgente, para frenar los cambios en el país.
Urge una depuración dentro del aparato del Poder Judicial.

Los nuevos “cardenales” y “obispos” dentro de la Suprema Corte, están muy alejados de la realidad. Viven en su “Torre de Cristal” como bien dijo Claudia Sheinbaum ayer. Operan muchas veces para los grupos de poder y en contra del pueblo. Y eso lo aprecian los ciudadanos.

Unos ciudadanos que están comprometidos con un proceso de cambio, donde la corrupción y los vicios del pasado no tienen cabida.
Mientras la oposición le reza a magistrados y ministros, esperando se realicen los milagros esperados, la sociedad consciente en el país se apresta a no permitir que este maridaje prospere.
No más amparos y fallos a modo. No más milagros en obsequio a los corruptos.
El Poder Judicial va a cambiar por presión social, si no lo hace por voluntad propia.
Esa depuración es parte de la Cuarta Transformación.

Malthus Gamba

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