Economistas mexicanos, ¿Sin creatividad para los retos?
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
Desde una perspectiva como simple ciudadano medianamente informado, el principal problema de la Economía Mexicana parece ser su carencia de mentes creativas, proactivas, analíticas de las particularidades y desafíos del país y su población, para enfrentar con novedosa genialidad los retos del fracaso neoliberal y generar alternativas originales y viables que pongan a todo México en la ruta del BIENESTAR constante y extendido. Todos los economistas y financistas mexicanos parecen encajonados en las teorías de Milton Friedman, de las que no salen, como una maldición peor que las de brujos de Catemaco.
Para muestra reciente, el Presidente López Obrador aludió al fracaso evidente del Neoliberalismo en México, que sólo generó gran corrupción, amplió el número de millonarios y concentró groseramente la riqueza en muy pocas manos, esparciendo la pobreza y carencias para una vida digna de todos los mexicanos. Pero los economistas que AMLO tenía a su alcance e incorporó a su Administración para revertir la tendencia empobrecedora de anteriores gobiernos, sólo repiten las fórmulas fracasadas que conocen, y siguen la misma ruta aprendida en su formación tecnocrática.
El primer secretario de Hacienda de AMLO, Carlos Urzúa, quiso seguir apretando el cinturón a los mexicanos, para no inquietar a “los mercados”. Estaba en favor del NAIM y las importaciones de gasolinas y combustibles, en contra de la rehabilitación de refinerías y la construcción de la de Dos Bocas. Se oponía al Tren Maya y al corredor transístmico y otras obras para estimular la economía, por considerarlas inflacionarias y sin la simpatía del Sector Privado. Preparó un Plan Nacional de Desarrollo distinto de los compromisos de su jefe, el Presidente López Obrador, por quien votaron más de 30 millones de esperanzados mexicanos. Eso ocasionó continuos roces con quien le confió la Hacienda Pública, hasta que el Presidente decidió cortar por lo sano.
Su sucesor, alumno de Urzúa como otros connotados economistas enquistados en el Banco de México, declaró estar también contra las medidas del Presidente para detonar el impulso económico del país, pues en su parecer crean incertidumbre “ligada con políticas económicas del gobierno federal, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco y diversas iniciativas presentadas en las cámaras del Congreso”. Se pronunció por modificar la actual política de cero endeudamiento, aunque sería el próximo año, por ser tema necesario de discutir con legisladores, analistas económicos contrarios a AMLO y la 4T, y con las calificadoras de inversión pese a su incongruencia de conceder valores altos a la Corrupción anterior y valores negativos a la austeridad y legalidad actuales. No obstante, sus números en el nuevo Presupuesto para el 2020 parecen plegarse a lo ordenado por el Presidente, aunque sigue insistiendo en sus ideas neoliberales. Pretende, como decían las abuelas, “poner la Iglesia en manos de Lutero”.
A diferencia de Brasil, por ejemplo, con economistas que plantearon caminos diferentes a los “Chicago Boys” para insertar a su país como una pujante economía en el concierto económico mundial junto a Rusia, India, China y Sudáfrica, el famoso BRICS acuñado por Goldman Sachs, los economistas mexicanos se limitan a seguir y repetir mecánicamente fórmulas y teorías ya fracasadas, que aprendieron en la escuela. Igual como sucede con los médicos, que se forman bajo el patrocinio de las farmacéuticas y descartan como charlatanería cualquier tratamiento alternativo, así los Economistas o Financistas se forman con orientaciones tendenciosas sin atender las evidencias de fracaso de un método, y se adhieren a fórmulas teóricas que no muestran resultados positivos ni prácticos, pese al tiempo y esfuerzos para probarlas.
La sequía de cerebros económicos que aporten nuevas ideas para aprovechar los grandes recursos naturales de México, como hicieron los BRICS, pone al Presidente López Obrador en un dilema serio, al carecer de operadores confiables para impulsar al país en beneficio de su población general. El Banco de México, reducto neoliberal en la Cuarta Transformación, difunde como su Objetivo Prioritario “mantener una inflación baja y estable”, por lo que sólo atiende los indicadores macroeconómicos y las calificaciones de inversiones que impone la teoría neoliberal. Soslaya el cuidar la marcha e impulso económico del país, o mantener la fortaleza de la moneda nacional como coadyuvante al Bienestar de la población mexicana, El pueblo y su bienestar cotidiano no cuentan para el Banxico, sólo los índices macroeconómicos.
Los economistas hoy disponibles tienen la desviación lógica de su formación, poco orientada a la reflexión analítica de la realidad para crear alternativas posibles, además de estar copados por los financistas egresados del ITAM u otros Institutos privados y doctorados en el extranjero, que se apoderaron de todos los cargos relacionados con el dinero y nuevos proyectos gubernamentales, y los hicieron responder sólo “a los mercados” o sea, a los intereses empresariales de adentro y de afuera.
Pero no todo es negro. En abono al Mandatario más popular de México debe reconocerse su tozudez, su firme decisión de “no fallarle al pueblo” que lo eligió y su gran conocimiento de la Historia nacional, que le puede resultar valiosa guía y luz para encontrar nuevos caminos en la Economía Mexicana.
Por ahí, arrumbado entre muchas otras lecciones históricas, anda el ejemplo de un ANTONIO ORTIZ MENA, padre del Desarrollo Estabilizador, quien era abogado de la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM, de amplia cultura y conocimiento de Humanidades y Artes.
Visto en perspectiva, no sabía nada de Economía o Finanzas y, sin embargo, ha sido el mejor Secretario de Hacienda y Crédito Público que ha tenido México en su historia. Cierto, Ortiz Mena no logró cerrar la brecha entre pobres y ricos, aunque contribuyó a aminorar las desigualdades, dotando de estabilidad al país para que desarrollaran sus políticas sociales los Presidentes que le confiaron las finanzas nacionales.
Con datos del Fondo Monetario Internacional, las cifras anuales del PIB muestran una envidiable y alta estabilidad mientras México fue gobernado por “ignorantes” de la Macroeconomía y las Altas Finanzas, sólo egresados de la UNAM, sin grandes conocimientos del inglés ni pretensiones internacionales de altos vuelos.
El Presidente López Obrador tiene una guía a seguir en Ortiz Mena, pues manejó con gran destreza y tino la Hacienda Pública del país, donde brilló durante 2 sexenios y para la posteridad, como no han podido hacerlo los egresados del ITAM, ITESM y otras instituciones privadas, doctores graduados en Harvard o la London School of Economics.