DRESSER Y EL RECHAZO DE LOS JÓVENES
Primero que nada, habría que dejar claro que a Denise Dresser no le tocaron un solo cabello. Nadie le puso la mano encima, ni atento en contra de su persona. Eso es fundamental para entender lo que sucedió ayer en el zócalo de la Ciudad de México, al conmemorarse un año más de los tristemente célebres sucesos del 2 de octubre de 1968.
Lo segundo a destacar, es que si bien es cierto que todos los mexicanos tenemos derecho a expresarnos libremente, nadie está obligado a aceptar la presencia de determinados personajes, en foros o actos que defienden banderas específicas y donde la presencia de gente identificada plenamente como adversarios a esa causa, pretenden asistir, con fines ajenos a la misma.
Muchos han Puesto el grito en el cielo, por la exigencia pacífica para que Denise Dresser, una figura reaccionaria de primer nivel, abandonara la plancha del zócalo, en el momento en que pretendía realizar activismo en base a su agenda personal.
Porque Denise Dresser llega al zócalo capitalino, acompañada de Madres Buscadoras de Desaparecidos, de Alfredo Lecona, periodista del Reforma y otros integrantes de la Sociedad Civil, S. A. de C. V.
¿Cuál era la intención de la señora Dresser?
Usar el foro histórico del Movimiento del 68, para hacer campaña en contra de lo que los reaccionarios neoliberales, han calificado como “militarización del país”
¿Para qué la asistencia de las madres buscadoras, en un evento que nada tiene que ver con ese tema?
¿Para qué hacerse acompañar de Denise Dresser, que ha manifestado desde hace meses, que su estrategia personal es, como la de muchos otros conservadores, señalar que el presidente López Obrador es un dictador que militariza al país, para perpetuarse en el poder?
La causa de las Madres Buscadoras es legítima y respetable. No hay mexicano honesto que no la respalde. Pero hay foros y espacios suficientes para hacerse escuchar y exponer sus justos reclamos.
Y no en compañía de un personaje que es reconocido por buena parte de la sociedad mexicana, como agente de intereses reaccionarios nacionales y extranjeros.
Sí. Denise Dresser tiene todo el derecho de asistir al zócalo capitalino las veces que quiera. Pero no cuando esa plancha central está ocupado por manifestantes que defienden banderas progresistas.
Hay un aspecto elemental que distingue a los contingentes que desfilan cada 2 de octubre. En su amplia mayoría, están conformados por estudiantes. Por gente joven.
No son políticos de carrera. No son parte es esa Sociedad Civil, S. A. de C. V., que pretende ser la voz del pueblo, sin tener la confianza y el respeto de la gente.
Esos estudiantes jóvenes, representan a la juventud del país.
Porque como bien lo ha dicho el presidente López Obrador, citando una frase histórica de Salvador Allende “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción, hasta biológica”
¿Qué creen que sienten estos jóvenes cuando ven aparecer en la descubierta de algún contingente, a una reaccionaria bien identificada, intentando hablar de causas que le son totalmente ajenas?
Porque Denise Dresser, no tiene puntos de contacto con el movimiento estudiantil, nacido del 68.
Ninguno.
Es licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México y actualmente imparte clases en el ITAM. Participa cotidianamente en el programa de Carmen Aristegui, defendiendo posiciones reaccionarias y escribe en el diario de ultraderecha El Reforma.
Es contraria al proceso de cambio que vive el país. Se opone a cualquier iniciativa propuesta por el gobierno federal y acusa cotidianamente al presidente López Obrador, de todos los delitos que le han inventado los grupos opositores.
Eso le acarrea un rechazo social justificado, si consideramos que el respaldo nacional hacia el presidente, es de un 70%, según lo estimado por la mayor parte de las casas encuestadoras.
Hay un dato más, del que hay que informar. Denise Dresser ha sido señalada de ser agente al servicio del gobierno de los Estados Unidos. Una persona que pasa información a ese país, vía la embajada norteamericana en México.
Hasta que punto sea real la acusación, no lo sabemos, pero lo que sí es cierto, es que esa posibilidad ha irritado a muchos mexicanos.
Ahora bien, una marcha de jóvenes, que conmemora a otros jóvenes caídos durante la represión del 68, ¿puede admitir a personajes como la señora Dresser, intentando hacer politiquería en favor de la causa desvencijada, añeja y corrupta que impulsa el neoliberalismo?
¿Se puede tomar a mal que los jóvenes estudiantes rechacen esa presencia en un evento tradicionalmente de reclamo por la represión gubernamental vivida en décadas pasadas?
Porque actualmente a nadie se reprime en el país. A pesar de que la señora Dresser opine lo contrario.
Ser joven es ser revolucionario y un revolucionario no pacta con el enemigo declarado.
Que el coro conservador en medios de comunicación y redes sociales, hable hoy de un ataque a la libertad de expresión y hacia la persona de Denise Dresser, se entiende. El nado sincronizado aparece cada vez que un personajes reaccionario, es exhibido públicamente. Ese mismo coro, calla “como momia”, cuando se dan verdaderas agresiones a la democracia y hacia ciudadanos que padecen el clasismo y el racismo de que hace gala el conservadurismo. Como en el episodio donde el padre del actual alcalde en Miguel Hidalgo, de la Ciudad de México, agrede a un funcionario público, con un cuchillo que coloca en la garganta del afectado.
Pero que la misma gente de izquierda opine que se está atentando en contra de la libertad de Denise Dresser, es absurdo y contrario al racionalismo que debe imperar en la izquierda.
Dresser tiene total libertad de palabra y tránsito. Puede apoyar al 68 a diario si así lo desea. Puede visitar la plancha del zócalo cuando guste.
Lo que no puede, es infiltrarse en una marcha de jóvenes, que recuerdan a otros jóvenes caídos en el proceso de lucha social que vive el país a partir del 68, para intentar hacer politiquería.
El presidente López Obrador fue muy claro al respecto en la conferencia matutina de este día. A pregunta expresa de un reportero, sobre su impresión personal sobre este asunto, precisó: “Es bueno el debate público. Antes solo los personajes ligados al gobierno en turno, podían expresarse en medios de comunicación y en espacios públicos. Ahora que vivimos una auténtica democracia, el Pueblo, compuesto por lo que los conservadores llamaban “peladitos”, “prole”, “nacos”, también opinan a favor y en contra. Y eso enfurece mucho a quienes se creían la voz única del país. El Pueblo habla y se expresa abiertamente en favor y en contra de algo, o alguien. Y eso es democracia, aunque moleste a algunos”.
La libertad que conquistamos a diario, es de todos. Espacios hay muchos y cada quien construye los suyos. El movimiento del 68 es de jóvenes.
No de momias del pasado, que despiden un olor a rancio, que molesta a las nuevas generaciones.
Malthus Gamba