22 Dic 2024

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De “periodistas” a periodistas: entre la propaganda y el asesinato de comunicadores
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De “periodistas” a periodistas: entre la propaganda y el asesinato de comunicadores

Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Platón decía que las personas de su tiempo vivían metidas en una caverna, mirando hacia el fondo de ella, sólo observando sombras generadas a propósito de los intereses políticos, económicos y sociales de las clases dominantes.

Lo más hermoso y frustrante de esta alegoría, es que, aquel que se liberaba del encierro, salía a la intemperie para ver el mundo real: se deslumbraba, registraba los olores, los colores, las maravillas de la existencia y cuando volvía para contar a los demás su experiencia, nadie le creía, todos pensaban que era un loco pues no conocían más que las sombras al fondo de la caverna.

Al llegar los medios de comunicación masiva: el cine, la radio, la televisión, incluso mucho antes los diarios, podríamos incluir a los juglares, se pensó que esas sombras poco a poco se desvanecerían, debido a que personajes ajenos a las aristocracias o a las élites serían los encargados de investigar e informar a la sociedad para acercarles otra mirada de la realidad. Para muchos, el griego Heródoto, que vivió hace unos 2 mil 500 años, fue considerado el primer periodista de investigación, el inventor del reportaje, aquel que viajaba allende las fronteras para volver con su gente y relatarles todas sus aventuras.

Pero no fue así. Bien lo dice Ryszard Kapuscinsky en “Los cinco sentidos del periodista”: “Nuestro oficio comenzó a cambiar como consecuencia de la revolución tecnológica que permitió transmitir la noticia de manera fácil e inmediata. Los canales electrónicos hicieron posible que las noticias viajaran rápidamente y sin problema de un lugar a otro del mundo, en una transformación radical: décadas atrás, lograr que en el periodismo la noticia llegara a su destino final era en sí el tema para una crónica (…) Con la revolución tecnológica este tema dejó de existir”.

Y añade el periodista polaco: “Pero hay una segunda razón para el cambio de nuestro oficio, acaso la más importante: que la noticia se convirtió en un buen negocio. Este acontecimiento tiene suma importancia, ya que al descubrimiento del enorme valor económico de la noticia se debe la llegada del gran capital a los medios de comunicación.

Normalmente el periodismo se hacía por ambición o por ideales, pero de repente se advirtió que la noticia era negocio, que permitía ganar dinero pronto y en grandes cantidades. Eso cambió totalmente nuestro ambiente de trabajo”.

¿Cómo no hacer caso de las palabras de uno de los reporteros más reconocidos de nuestros tiempos? Kapuscinski recorrió prácticamente toda África en los tiempos en que dicho continente comenzó sus guerras de independencia, más o menos a partir de la segunda mitad del Siglo XX. Miraba para donde nadie más lo hacía, sólo por el interés de contar la versión del Otro, del olvidado, de aquel que a nadie daría voz si no fuera por ciertas plumas, como la de él, interesadas en el verdadero corazón africano.

Hoy, seguimos en las sombras, lo que se explica precisamente con las palabras del autor de libros como “Ébano”, “La guerra del futbol”, “El Emperador”, entre muchos otros: “la noticia se convirtió en un buen negocio”. Y la muestra está en que personajes como Víctor Trujillo, Joaquín López-Dóriga, Carlos Loret de Mola, o incluso diarios como Reforma, publican verdades a medias, información tendenciosa, parcialidades de la realidad de las cuáles están conscientes, pero prefieren dejarlo así, sólo como una sombra borrosa.

Y es que otro fenómeno ensombrece al país, que es el del asesinato de periodistas, pero que no necesariamente se liga a las polémicas que surgen entre los comunicadores antes mencionados y que se encuentran en contraposición al gobierno actual. A nivel local, existen políticos, empresarios, personajes de poder que se sienten intocables y ejecutan la peor de las censuras.

Es innegable que la muerte de periodistas es un fenómeno reprobable desde donde se mire, más aún cuando ésta se relaciona al trabajo que realizan, pero justo ese es el punto: los periodistas asesinados son valientes personajes que investigan, develan, retan al poder mostrando lo que alguien no quiere que se sepa, mientras que quienes trabajan para medios masivos de comunicación, realizan muchas veces un ejercicio propagandístico, falto de ética y rigor, con el cual sólo buscan manipular la agenda informativa a placer. Poner en la misma canasta a unos y a otros sería faltar al respeto a la memoria de los periodistas asesinados.

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