Cinemex y el rescate a los ricos
La empresa Cinemex cerró temporalmente 140 de sus cines en distintas ciudades de la República a causa de las restricciones sanitarias a las que nos ha obligado la pandemia desde marzo del año pasado.
Es lamentable que esta situación esté obligando a muchas empresas de todos tamaños a disminuir su actividad y a verse obligados a suspender temporal o definitivamente a sus empleados. Por desgracia esto les ha pasados a miles de negocios, algunos de ellos que no tienen capital para poder mantenerse cerradas durante un tiempo prolongado sin recibir ingresos.
En cuanto comenzó a correr el rumor de que Cinemex podría declararse en quiebra, salieron miles de voces apoyadas por todo tipo de bots en las redes, exigiendo que el gobierno la rescate porque su situación podría tener consecuencias graves.
Los mismos que piden que no se rescate a PEMEX o a la Comisión Federal de Electricidad, empresas de todos los mexicanos, exigen que se rescate a una empresa privada de la que es dueño uno de los 3 magnates más ricos de México.
Qué extraño no escucharlos pedir que se rescate a todos los pequeños negocios, propiedad de miles de pequeños empresarios, que han tenido que cerrar en la pandemia, pero que se aplique el salvamento para empresas de multimillonarios.
Habrá que enterar a todos estos exigentes disfuncionales cognitivos y a quienes se dejan llevar por ellos, que el señor Larrea, dueño de Grupo México y de Cinemex, el año pasado fue beneficiado con la decisión del gobierno de declarar como industria con actividad esencial a sus empresas mineras. Esto dio como consecuencia que las mineras de Grupo México siguieran trabajando y que el señor Larrea aumentara su enorme fortuna en 25 mil 600 millones de dólares durante 2020, 15 mil millones de dólares más de lo que ganó en 2019. Lo anterior, sin contar que su grupo ganó una licitación para construir uno de los tramos del Tren Maya, que representó recibir un contrato de 17 mil millones de pesos.
Después de saber esto, cualquiera pensaría que él mismo tiene suficientes recursos para rescatar su propia empresa de cines y para mantener a sus empleados recibiendo su sueldo durante el tiempo que tengan que estar cerradas las salas de proyección, sin que el gobierno las rescate con nuestros impuestos. Si no lo hace es porque no le da la gana y no porque sea un pobre empresario sin alternativas de negocios lucrativos.
A quién se le puede ocurrir que utilicemos el dinero que es de todos y que debería orientarse a apoyar a los que realmente necesitan ayuda, para rescatar empresas cuyos dueños están podridos en dinero, pero que no están dispuestos a tener una actitud solidaria con los empleados que han trabajado para que ellos continúen haciéndose más ricos.
Estas son las exigencias de gente que no ven más allá de sus propias narices, o bien, de gente que recibe dinero de los oligarcas de siempre, para infectar la discusión pública con opiniones tendenciosas que nos distraen de lo esencial.
Como dice la escritora neoyorquina Sharon Salzberg: “La distracción desperdicia nuestra energía, la concentración la restaura”.