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Carmen Aristegui en defensa de Sicilia ¿Y la congruencia?
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Carmen Aristegui en defensa de Sicilia ¿Y la congruencia?

Foto: Especial (Expansión/ElEconomista)
Inicia la anémica caravana de Javier Sicilia y Julián Lebarón, en un intento por recuperar influencia política, dentro de un gobierno que ha cerrado la puerta a todos estos personajes que se hacen llamar “representantes de la sociedad civil”.

Alejandro Martí, Isabel Miranda y Javier Sicilia pertenecen al desafortunado grupo de personas que perdieron a un ser querido, debido a la violencia que impera en el país.

Cualquiera entiende el dolor que esto entraña.
Pero lo que la sociedad mexicana no puede comprender, es como una desgracia de esta dimensión, puede ser utilizado como trampolín para alcanzar beneficios económicos y políticos.

A eso se han dedicado estos personajes, después del fallecimiento de sus familiares.
En el caso de Isabel Miranda, la situación empera, al existir evidencias de que el hijo que afirma haber perdido, se encuentra vivo y debidamente escondido, para no entorpecer los planes ambiciosos de su madre.

La marcha de Javier Sicilia y Julián Lebarón, unidos nuevamente en un peregrinaje que no encuentra respaldo social, tiene el objetivo de imponer una agenda de corte neoliberal al gobierno de la Cuarta Transformación, en lo que respecta a estrategia de seguridad.
Esa estrategia contempla la creación de múltiples “comisiones de la verdad”, las cuales no han dado resultado alguno en el pasado.
Sin embargo, esas comisiones, donde los “representantes de la sociedad civil” participan activamente, les brindarían la oportunidad de disponer de presupuesto abierto, tal y como sucedía en tiempos de Fox, Calderón y Peña Nieto.

Su propuesta de seguridad no da énfasis especial a la atención de las causas que generan delincuencia y violencia.
Se basa en la implementación de una estructura compleja, donde “expertos”, “sociedad civil (S. A. de C. V. como la llama el presidente) y víctimas (ahí es donde entran ellos), hacen equipo para resolver una situación difícil que en realidad, es de la competencia exclusiva del Estado.
Por ley constitucional, el gobierno tiene esa obligación, misma que no puede ser compartida con asociaciones civiles, grupos de autodefensas y otras organizaciones que intenten asumir el papel que compete en exclusiva al Estado.
Al arrancar la caminata convocada por Sicilia y Lebarón, surgen voces que asumen posiciones a favor o en contra de la propuesta de los marchistas.

Carmen Aristegui, en su cuenta de Twitter, presenta un video donde defiende la posición de Javier Sicilia y critica el hecho de que el presidente López Obrador, no reciba personalmente a los caminantes.
Yo solo conozco el video que aparece en Twitter. Supongo que es parte del material del programa de Aristegui, pero como tengo años sin ver su emisión, no podría asegurarlo.

Hoy prefiero la conferencia mañanera de López Obrador.
Todo periodista tiene derecho a manifestar su opinión personal y a tomar partido por alguna causa que crea justa.
La objetividad es eso también. Manifestar con honestidad nuestra simpatía o nuestro rechazo, hacia personas y situaciones que suceden a diario.

Defender lo que creemos correcto y señalar aquello que no vemos con buenos ojos.
A un periodista se le pide, como personaje público que es, que hable son la verdad. Cuando editorializa, que nos muestre “su” verdad, de manera franca y honesta.

Con Carmen Aristegui sucede algo curioso.
En el pasado mes de julio del 2018, con datos de una investigación realizada por su equipo de trabajo (Rocío Muñoz Ledo y Juan Omar Fierro), Aristegui dio a conocer públicamente que “La Marcha por la paz y la justicia” encabezada por Javier Sicilia y Julián Lebarón, en el año 2011, había recibido financiamiento de la secta NXIVM, cuyos dirigentes están acusados actualmente de usar a las mujeres como esclavas sexuales y de marcarlas como ganado.

Esa investigación da cuenta de que el contacto para este financiamiento, se concretó en la persona de Carlos Emiliano Salinas Occeli, hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari.

Carlos Emiliano fue director de la filial de la secta en México, hasta que el escándalo público, puso a la vista de la sociedad mundial, la forma en que operaba el grupo.

Aunque Julián Lebarón niega que él o Sicilia hayan aceptado el dinero ofrecido, hay elementos para pensar que, al menos Lebarón, sí recibió estos beneficios.

Todo lo anterior se desprende de la investigación presentada por Carmen Aristegui.

¿Cómo entender entonces que Aristegui se manifieste hoy, a favor de personajes de la “sociedad civil” a los que se les ha encontrado en el pasado, rincones oscuros donde el dinero y las relaciones personales son poco claras?
Y lo increíble es que esos datos turbios, sobre financiamiento poco claro para una marcha anterior, salen del portal de Aristegui.
Algo que da credibilidad al periodista es la congruencia.

El definir una posición profesional válida, sobre la que se construye la óptica noticiosa que se ofrece a las audiencias.
Se puede cambiar de postura en cualquier momento. Periodistas que fueron conservadores por años, hoy son defensores de movimientos progresistas y viceversa.

Pero para eso, manifiestas a tu audiencia que tu posición personal ha variado. Cada quien decidirá si te sigue en adelante, o busca medios informativos alternos.
Lo que no se vale es mostrar una postura personal el día de hoy (lo de Aristegui es un posicionamiento personal. Un editorial), que contradice la nota clara escrita y difundida por su portal, hace poco más de un año.

Hoy Aristegui critica al presidente López Obrador por no recibir en persona a Lebarón y Sicilia. Lo considera una falta de respeto a quienes marchan. Señala que el presidente debe escuchar la propuesta que le llevan, misma que está soportada por el visto bueno de “expertos”.

Los manifestantes serán recibidos por el gabinete de seguridad. No se les niega el derecho a ser escuchados, pero como lo dijo ayer el presidente, hay una estrategia bien definida para abatir los índices de violencia e inseguridad en el país.
Se atienden las causas, se implementan programas sociales que permitan reconstruir un tejido social destruido por el neoliberalismo.
Esto va a dar resultados en el mediano plazo, pero es la única estrategia viable.

López Obrador señaló también que no le gustan los espectáculos mediáticos, donde pueden suceder situaciones molestas.
Esto es entendible.

Si algo han buscado los políticos y periodistas conservadores, son puntos oscuros en el pasado del presidente.
Tratos indignos, o acciones deshonestas. La claridad es una constante en la vida pública y privada de López Obrador.

¿Se puede decir lo mismo de Sicilia y Lebarón? ¿Hay claridad en sus trayectorias?

La confianza que disfruta actualmente el presidente, es fruto de este permanente actuar, de acuerdo a convicciones firmes, sólidas.
No sucede así con aquellos que ocultan rincones oscuros de su pasado, o con quienes cambian de opinión con una facilidad que asombra.

Malthus Gamba

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