La atención general está concentrada en la presentación de una convocatoria que permita llevar a cabo una consulta pública, a fin de que se decida el enjuiciamiento a los expresidentes de México, por los actos de corrupción que provocaron el saqueo del erario y de las riquezas del país durante los últimos 40 años, la cual deberá realizarse antes del 15 de septiembre para cumplir con el procedimiento indicado en la ley.
Esto está por suceder unos días después de que Emilio Lozoya, presentara una denuncia en la que señala a dos expresidentes, como orquestadores de los actos más escandalosos de corrupción durante sus períodos de gobierno, y a uno más, como vulgar coyote que exigía comisiones por conseguir que se pagaran sobornos desde el gobierno a varios legisladores panistas.
En este escenario, el expresidente Felipe Calderón, señalado por múltiples fuentes como cabeza de un gobierno que se convirtió en socio de un cártel del narcotráfico, de bandas de secuestradores, de estructuras diseñadas para traficar armas de Estados Unidos a México con las cuales se ejecutaron a cientos de miles de mexicanos, y de una larga lista de ilícitos que lo colocaron como administrador del crimen organizado desde la presidencia, emite constantemente comunicados estridentes para intentar desviar la atención del tema central en el que se encuentra la discusión pública.
Esta semana Calderón se ha dedicado a defender a Carlos Loret, un informador mitómano, de supuestos ataques inexistentes desde el gobierno actual, a quien acusa de intentar censurarlo, cuando este fabricante de montajes, publica lo que quiere y cuando le da la gana, sin importar que lo que dice sea una noticia falsa o tergiversada, como ha sido su costumbre desde hace años.
Este expresidente oscuro, pequeño y acomplejado, pretende hacernos creer que el gobierno actual tiene la misma práctica normal que tuvo su administración, así como la de su antecesor Vicente Fox y la de su sucesor Enrique Peña Nieto, censurando y desapareciendo periodistas que les resultaban incómodos.
Baste recordar el caso de José Gutiérrez Vivó, a quien Vicente Fox no solamente censuró, sino que despojó de su infraestructura informativa y obligó a salir del país, o el caso de Carmen Aristegui, que el mismo Calderón intentó sacar del aire por haberlo señalado como el alcohólico que es en realidad, o el del periodista Jesús Lemus a quien este sujeto encarceló en el penal de Puente Grande.
A estos hay que sumarle otros, como el caso de Anabel Hernández, para quien su delincuente operador García Luna había orquestado un plan que buscaba asesinarla, y quien todavía hoy tiene que vivir fuera de México; o el de Ana Lilia Pérez que tuvo que abandonar el país después de revelar toda la corrupción dentro de Petróleos Mexicanos.
No hay que olvidar que Loret fue un instrumento útil para Calderón y García Luna, con quienes realizaba montajes espectaculares que ayudaban a inculpar inocentes, como sucedió con el asunto de la supuesta banda de secuestradores del Zodiaco, que en realidad nunca existió, y que todavía tiene a Israel Vallarta en la cárcel en espera de que Loret se presente a declarar.
Mientras Loret, ex vecino de García Luna en su departamento de Miami, vive en Estados Unidos por elección propia una vez que perdió su programa por falta de raiting, y continúa produciendo noticias tergiversadas y montajes descarados, Calderón lo enaltece mediante comunicados histéricos, que revelan la personalidad de un delincuente sociópata de boca grande, memoria corta y cerebro pequeño, quien inexorablemente estará pronto declarando ante un juez en México o en los Estados Unidos. Probablemente de esta situación derive su condición desquiciada.
Como dice el refrán popular: “A un clavo ardiendo, se agarra el que se está hundiendo”