Por: @miguelpompav
En la guerra al igual que en la política, parece que existe una actitud binaria permanente que obliga a las personas y a sus gobiernos a tomar posiciones de supuesta autoridad moral, en donde se decide de manera plana y llana a quienes conforman el bando de los buenos y de los malos.
El ejemplo actual es la posición diplomática que tomó México como Estado ante la difícil situación que se vive en el Este de Europa entre Ucrania y Rusia, en primera instancia la agresión contra un pueblo tiene que ser condenada sin condiciones, venga de quién venga, al igual que se condena la agresión a los movimientos sociales que se manifiestan a pesar de sus demandas.
En segunda instancia, en el caso de la invasión rusa se debe estudiar el contexto histórico y geopolítico que rodea el tema, esto mismo fundamenta también la actitud histórica de México de utilizar la Doctrina Estrada para permanecer neutral ante los conflictos entre los Estados, ya que elegir una posición en un contexto bélico te obliga invariablemente a formar parte de un bando en el que no necesariamente se identifica con tu agenda, sino con la hegemonía de los Estados más fuertes.
Esto se replica en el contexto local, como se mencionaba en el primer párrafo, ya que al mismo tiempo que se denuncian las agresiones policiales en contra de los movimientos sociales, el ejemplo de la movilización de la CNTE en Michoacán la semana pasada, las demandas de dichos grupos van perdiendo peso conforme se han cumplido otras que se habían tornado en añejas disputas y que ahora solo se entienden en el contexto de presión política ante la federalización de la nómina, la regularización de los procesos para obtener plazas magisteriales y fondeo de programas fuera de la norma.
Dichos binarismos son peligrosos porque nos obligarían a ajustarnos exclusivamente en las condenas hacia la violencia sin siquiera sopesar las razones por las cuales se hacen los reclamos, la solución de los conflictos no será de fondo sino se abordan los contextos que los generan. Si bien la lógica de la guerra no permite matices, la política tiene la obligación de generarlos para poder entender los problemas que atañen a la sociedad para no quedarse en la pura denuncia.
En lo que toca al Gobierno de México, la posición de desvirtuar las medidas de violencia ha sido digna, sin que esto suponga una alineación de facto con las potencias que han estado generando las confrontaciones en la región eurasiática, cabe destacar por ejemplo la participación de Ramón de la Fuente como Representante de México ante la ONU al reiterar el cese a la violencia y recordar la invasión norteamericana en nuestro país, una posición que en conjunto no deshecha la relación polivalente que ha caracterizado al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
De igual manera el Gobierno del Estado de Michoacán se ha encargado de matizar el conflicto actual con el movimiento magisterial, dando a conocer los orígenes del conflicto a pesar de las confrontaciones físicas.