AMLO pone en la mesa su renuncia con la revocación de mandato. ¿Aceptará la oposición?
Los enemigos del presidente y de la Cuarta Transformación, son muchos.
Algunos son de carne y hueso. Otros tienen que ver con la problemática diaria a nivel local e internacional.
Dentro de los primeros, ocupa el sitio principal el sector conservador, que intenta por todos los medios desacreditar el trabajo de reestructuración institucional que se sigue desde la presidencia.
No les gusta la depuración que elimina la corrupción y el favoritismo. Hubieran preferido un presidente que diera continuidad a las viejas prácticas neoliberales, donde los grupos de poder hacían y deshacían a su antejo, bajo la protección del gobierno en turno.
Esos grupos reaccionarios, tratan de dinamitar al gobierno de López Obrador, mediante una guerra sucia que poco prospera. La prensa conservadora no ha podido sembrar la imagen de un gobierno de fracasos, por mucho que deforma su información diaria, para engañar a una sociedad que perdió la confianza en los viejos periodistas.
Ese es el principal enemigo del gobierno del cambio. Y con todo y eso, es un enemigo pequeño, sin fuerza real, apalancado únicamente por el poder económico que mantiene.
Por sí mismos, los grupos conservadores son poca cosa. Representan a un pequeño sector social antes privilegiado, sin afinidad ni intereses comunes con el resto de la sociedad. A la gente del pueblo, no le importa la defensa de los privilegios de quienes participaron en el saqueo de las riquezas del país. La gente sabe que el conservador “miente como respira” y no hace caso a la campaña sucia en contra del presidente.
Los conservadores navegan solos, en medio de un mar tapizado de banderas en defensa de la Cuarta Transformación.
Por eso, los grupos reaccionarios necesitan “subirse” a movimientos sociales, que puedan ser utilizados en su beneficio. Incluso son afectos a financiar grupos especiales, que actúen a favor suyo, desde el interior de estas manifestaciones sociales.
Ahí es donde aparece el segundo enemigo de la Cuarta Transformación.
En la marcha del domingo pasado, feminista en su origen y en su compromiso participativo, se dieron situaciones de violencia provocadas por pequeños grupos infiltrados. La consigna de estos pequeños contingentes era evidente. Intentar crear miedo y situaciones de violencia. No se trataba de conmemorar el día internacional de la mujer, sino de alterar el orden para provocar la represión por parte de las fuerzas de seguridad. Una mujer policía sufrió lesiones en el rostro, a consecuencia de las bombas Molotov arrojadas por las extremistas.
La inhabilidad de estas radicales en el manejo de material explosivo, puso en riesgo la integridad física de algunas de sus mismas compañeras, al ser alcanzadas por el fuego.
Estos grupos infiltrados manifestaron en todo momento que su intención era hacer caer al gobierno de López Obrador. No iban a la marcha para defender los derechos de la mujer. Infiltraban una causa legítima, con intenciones cien por ciento políticas. Decían hablar a nombre de todo el movimiento, pero en videos e imágenes de esta marcha, se puede comprobar que buena parte de las integrantes del movimiento, se oponían a la violencia que generaban los grupos radicales.
Este pequeño sector extremista, es todavía más pequeño que el conservador y no tiene presencia nacional. Su belicosidad es solo momentánea. Aparecen en las manifestaciones y después no se sabe más de ellos. En redes sociales tienen presencia, pero el rechazo a su actitud es mayoritario. Feministas de muchos años se deslindan de las formas y motivos que utilizan los grupos violentos.
Otros movimientos que han intentado ser infiltrados, también marcan su distancia con ellos.
Los otros enemigos que tiene en este momento el gobierno que encabeza el presidente López Obrador, son foráneos.
El coronavirus, que ha provocado dificultades económicas, y financieras, más que de salud en otros países, es un factor que hasta el momento, no ha impactado mayormente en nuestro país. Siete casos reportados hasta el día de hoy y ninguna muerte atribuible al contagio. En China, se reporta que el momento crítico de la epidemia está pasando. Hay una baja sensible en el número de personas afectadas. En Italia en cambio, se aconseja a las personas no salir de sus casas.
Quizá el coronavirus pase a una siguiente etapa en nuestro país, al darse casos de contagios no provenientes del extranjero. O quizá esto no suceda. Lo destacable es que hasta la fecha, la pandemia no ha afectado al país mayormente. El enemigo externo no ha debilitado la confianza ciudadana en su gobierno.
Otro factor externo que afecta a la economía mundial, es la caída del precio del barril de petróleo. Hay un desacuerdo entre Arabia Saudita y Rusia, que provoca que la economía y las finanzas a nivel mundial, se vean afectadas, Las bolsas de valores en el mundo caen y la moneda de muchas naciones pierde valor frente al dólar.
Sin embargo, en México estos acontecimientos no tienen el impacto que podemos ver en otras naciones. El peso pierde terreno, pero no de manera alarmante. El Banco de México y la Secretaría de Hacienda, toman medidas inmediatas y aseguran la firmeza del peso mexicano. Hay reservas suficientes para superar la crisis y un control del gasto público, que da confianza a la inversión. El golpe económico, fuerte en el primer momento, se atiende en forma correcta. No hay daño visible para el país y para la Cuarta Transformación.
Como se dijo inicialmente, son mucho los enemigos del presidente y del gobierno del cambio, pero hasta el momento, no hay algo que realmente ponga en peligro la transformación que vive México.
Tenemos un gobierno sólido, apoyado por una sociedad madura, que tiene plena confianza en el presidente y en el cambio de régimen que impulsa.
¿Cómo pueden los conservadores entonces aspirar a que la Cuarta Transformación se detenga?
Es fácil y López Obrador se los ha recomendado en los dos últimos días: que los partidos opositores aprueben la revocación de mandato para este año. Que sometan al presidente a la calificación del pueblo. Porque “el pueblo pone y el pueblo quita” ¿Para qué intentar desatar una violencia en las calles que nadie quiere? ¿Para qué tanta guerra sucia en medios conservadores? ¿Para qué esperar acontecimientos internacionales que dificulten la marcha del país?
Que el PRI y el PAN, ayuden a aprobar de inmediato la revocación de mandato.
Si el pueblo está de acuerdo, que se vaya a Palenque el presidente.
En una de esas les funciona.
Aunque por todo lo que hemos expuesto y por el ritmo que lleva el gobierno del cambio, López Obrador y la Cuarta Transformación, parecen contar con un blindaje a prueba de todo.
México cambia y nada lo detiene.
Malthus Gamba