Por José Manuel Fuentes
El pasado 24 de abril de 2022, se celebraron las elecciones presidenciales en Francia, en donde Emmanuel Macron- exempleado y asociado del banco francés Rothschild- consiguió reelegirse por cinco años más. En estos momentos, Francia está viviendo un panorama político nacional e internacional turbulento, por ejemplo, el conflicto militar entre Rusia y Ucrania marcaron las elecciones francesas de Segunda Vuelta.
Aunque Marine Le Pen no consiguió ganar la presidencia, es importante reconocer que posee una fuerza electoral y, al mismo tiempo, la ultraderecha – con o sin ella- podría llegar al poder en 2027. Asimismo, es fundamental destacar que el movimiento de Le Pen- mezcla en idénticas proporciones al conservadurismo y al etnonacionalismo – se compone principalmente por el sector rural e industrial francés.
Ahora bien, vale la pena preguntarnos: ¿qué estuvo en juego en esta elección? ¿Debemos prestar atención al crecimiento de la ultraderecha en Francia? Para responder, ofreceré, como siempre, un poco de contexto político. En estas elecciones se presentaron dos proyectos de nación -totalmente opuestos-, uno apoyado por la oligarquía y bancocracia francesa (Emmanuel Macron) y, por otro lado, el nacionalismo (supremacista estilo trumpiano) y clasista (Marine Le Pen). Y por su lado, el proyecto de “izquierda” se quedó estancado en la Primera Vuelta (celebrada 10 de abril), dada la división y la falta de negociaciones.
Por desgracia, el candidato de izquierda Jean-Luc Mélenchon, quien pertenece al partido Francia Insumisa y es amigo del presidente AMLO, no pasó a la segunda vuelta de la carrera presidencial, ya que obtuvo el 21 por ciento por debajo de la ultraderechista Marine Le Pen. Por cierto, si los lideres de la oposición (Le Pen, Mélenchon, Éric Zemmour y Valérie Pécresse) se hubieran unido, en la segunda vuelta, Macron ya no estaría en el Palacio del Elíseo (la casa presidencial), ya que hubieran formado más del 50 por ciento de la votación.
El fracaso de la izquierda provocó, otra vez, el enfrentamiento entre Marine Le Pen y Emmanuel Macron como lo fue en las elecciones presidenciales de 2017, pero ahora con una Marine Le Pen diferente y más moderada en sus propuestas. En primer lugar, Marine Le Pen cambió su propuesta de sacar a Francia de la Unión Europea (UE) a solamente a cambiar las reglas del juego con Bruselas.
Aunado a ello, Marine Le Pen proponía frenar la migración y suprimir el derecho a la tierra y limitar el acceso a la nacionalidad francesa, por otra parte, Macron optaba por la regulación de la migración y fortalecer el derecho de Asilo.
A eso debemos agregar que Macron es más cercano de la OTAN (alianza político-militar)- lidereada por EU- y, por lo tanto, para su segundo mandato, prometió reforzar la coordinación con los integrantes de la organización. Sin embargo, Marine Le Pen es partidaria de que Francia abandone el mando integrado de la OTAN. ¡Por supuesto, esto no le agradó a la UE y a EU!
Ahora bien, es fundamental plantearnos el siguiente cuestionamiento: ¿Por qué ganó Macron y no Le Pen? En primer lugar, el mandatario francés recibió el apoyo de la plutocracia, la UE y de los medios de comunicación para tapar el legado (polémico) que lo estaba marcando, por ejemplo, la represión que aplicó su gobierno con los chalecos amarillos y, de igual manera, su gestión autoritaria ante la crisis sanitaria.
Otro de los factores que ayudó a la reelección de Macron, fue el abstencionismo por parte de los franceses, cuya participación fue solo el 72 por ciento. Incluso, según el medio de comunicación France 24, alrededor del 6,35 por ciento de los votos “estaban en blanco y otro 2,25 fueron nulos.”
Se engañan quienes piensan que Le Pen, después de perder las elecciones, ya no pintará en el panorama político francés. Nada de eso. En esta segunda vuelta, Agrupación Nacional-partido de Le Pen- ganó terreno en el corazón industrial de Francia y en territorios de ultramar. En efecto, Agrupación Nacional creció con Marine Le Pen en este año, en comparación con su padre Jean-Marie Le Pen quien obtuvo el 17 por ciento en la elección presidencial de 2002.
Y una más: no solo ganó Macron en esta elección, también ganó la Unión Europea y la Organización del Trato del Atlántico Norte (OTAN), ya que Marine Le Pen no se hubiera prestado ataques financieros contra Rusia. Por esta razón, la Unión Europea comenzó una campaña en contra de la candidata de ultraderecha. En este caso, fue investigada por “abuso de confianza” y “malversación de fondos públicos” casi por 137.000 euros.
En síntesis, Emmanuel Macron consiguió el 58, 54% de la votación y gobernará por 5 años más, no obstante, esa victoria electoral quedó marcada por la represión a los manifestaciones que marcharon en contra de su victoria. Por ende, Francia queda dividida en el rubro social y generacional, ya que Le Pen ganó en los grupos de bajos ingresos y Macron fue votado por la clase media y alta.
No es insignificante mencionar que, en estas elecciones presidenciales, estuvo en juego la participación de Francia en el conflicto Rusia-Ucrania, ya que en Hungría y Serbia ganaron elecciones líderes pro-Putin, por esa razón no iban a permitir otra aliada en Francia.
Por lo pronto, queda una batalla pendiente: las elecciones legislativas de este 19 de junio, en donde la izquierda y la ultraderecha tienen la oportunidad de frenar al gobierno de Macron. Dos preguntas, más o menos retóricas, al respecto: ¿la ultraderecha e izquierda lograrán quitarle mayoría legislativa a Macron? ¿La ultraderecha será un contrapeso al gobierno de Macron?
Sigue a José Manuel Fuentes en Twitter como @JoseyyyJose