@_BarbaraCabrera
“Entonces veo otra vez la calle, el polvo luminoso, blanco y abrasador, que cubre las casas y que le ha dado al pueblo un lamentable aspecto de mueble arruinado. Es como si Dios hubiera declarado innecesario a Macondo y lo hubiera echado al rincón donde están los pueblos que han dejado de prestar servicio a la creación”
Gabriel García Márquez en “La hojarasca” (1955)
A través de sus letras y experiencias de vida, Gabriel García Márquez fue dando forma y delineando la presencia de un pueblo ficticio llamado Macondo. Y lo hizo a través de diversas obras: “La hojarasca” (1955), “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” (1955), “El coronel no tiene quien le escriba” (1961), “Los funerales de la Mamá Grande” (1962), “Crónica de una muerte anunciada” (1981), “El olor de la guayaba” (1982); así como en su obra cumbre llamada “Cien años de soledad” (1967). En las que, a pesar de presentar diferentes historias sueltas acerca de un mismo poblado; se trata de textos macondianos cuyo punto de coincidencia es la peluquería donde cuelga un letrero que dice “prohibido hablar de política”.
Macondo –desde mi perspectiva- tiene un guiño de neoliberalismo, tal como se puede apreciar en ciertas descripciones llevadas a cabo por su autor; por tanto, valga señalar la similitud con dicho sistema; por ejemplo, ese letrero de la peluquería donde se advierte que discutir de política está vedado, tal como es del agrado de políticos neoliberales a quienes les gusta ver a los ciudadanos callados, porque están como ausentes; pues así ellos pueden dedicarse a servirse del poder para enriquecerse y lograr saciar sus intereses, sin importar el bienestar colectivo.
Por fortuna, en estos tiempos estelares e interesantes que nos está tocando vivir; los ciudadanos –ejerciendo responsable y proactivamente el poder conferido por esa calidad- simbólicamente estamos diciendo ¡adiós a Macondo!
¡Adiós a que nuestros pueblos latinoamericanos continúen siendo tratados por parte de los políticos neoliberales como un mueble arruinado!
En este sentido, gracias al poder ciudadano y debido a los proyectos de Nación que cada cual ofrece, líderes de izquierda están posicionándose para alcanzar objetivos en común: erradicar la corrupción, eliminar los altos índices de desigualdad y pobreza; hacer del derecho a la salud y la educación, derechos universales; en suma, gobernar con y para el pueblo, obteniendo el bienestar colectivo y la felicidad.
Con las convicciones bien puestas y las acciones dispuestas decimos ¡adiós a los abusos de un régimen que se enquistó por décadas, cuyo único logro fue unir a los ciudadanos pero en su contra! Por ello, se está pugnando por desterrar a la nociva derecha, esa que aglutina las ideas conservadoras; que apapacha los ideales neoliberales y abraza el desprecio por el pueblo: que es quien debe tener el bastón de mando, ya que como atinadamente lo afirma el presidente Andrés Manuel López Obrador: el pueblo pone y el pueblo quita, asociado a que con el pueblo todo, sin el pueblo nada.
Ejemplo de ello es como, en años recientes, América Latina está dando un giro hacia la izquierda, tal es el caso que tiene a presidentes como Carlos Alvarado, en Costa Rica; Alberto Fernández en Argentina; Luis Arce, en Bolivia; Pedro Castillo, en Perú; y están por tomar posesión, Xiomara Castro, en Honduras; y Gabriel Boric, en Chile.
Y de entre todos destaca el caso mexicano, ya que en 2018, a nivel federal le dijimos ¡adiós y nunca vuelvas al antiguo régimen del mal que tanto daño causó a este país! y en consecuencia abrimos las puertas al cambio de régimen denominado Cuarta Transformación de la vida pública, liderado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Más de 30 millones acudimos a las urnas para lograrlo y más allá de esa memorable votación, los ciudadanos seguimos acompañando al presidente con nuestra participación activa en los asuntos públicos. Además, dicho sea de paso, la aprobación de la gestión de Andrés Manuel –al cierre de 2021- asciende al 72%, según lo reporta Parametría.
¡Como hemos cambiado! La ciudadanía que hemos construido está rindiendo frutos. Para muestra un botón que dice: ¡adiós al salvaje, vulgar, corrupto, avorazado, ramplón y decadente régimen neoliberal!
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!