El pánico por la escasez de agua y la irresponsabilidad de las grandes empresas
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Se ha emprendido una cobertura de miedo en torno a la escasez de agua en el Valle de México. Es terrorífico prender la televisión y constatar que gran parte de la información gira en torno al llamado día cero, que será en momento en el que el Sistema Cutzamala, que provee el 25 por ciento del agua que necesitan los habitantes de dicha región del país, quede seco y pierda la potencialidad de satisfacer las necesidades del líquido.
En los diarios, las redes, por todos los medios posibles nos presentan historias de personas en las que la ciudadanía sufre porque abre la llave y no sale nada; gente clamando por pipas que les llenen la cisterna o aunque sea un tambo de agua para seguir medio viviendo.
Yo mismo lo he visto en Ecatepec. No tiene mucho que conversé con un grupo de personas que, a las dos de la mañana, sacaban agua de un registro en la banqueta y la acarreaban con cualquier cosa que tuviera ruedas: diablitos, carritos de juguete, carriolas, el más afortunado, utilizado un automóvil.
Un hombre mayor, que se encontraba justo llenando botellas, hizo el apunte: “Ah, pero a las lavanderías nunca les falta, a las plazas nunca les falta”.
El problema del agua es real, hay que cuidarla y tenemos que ser conscientes; sin embargo, es una hipocresía que todo el discurso del cuidado se centre en la ciudadanía, cuando precisamente son las grandes empresas quienes tienen el control y beneficio del recurso.
Los habitantes del pueblo de Xoco, en la alcaldía Benito Juárez, denunciaron en repetidas ocasiones que durante la construcción de Plaza Mítika, contra la cuál ellos protestaban, las autoridades utilizaban el agua como una forma de control. Cuando los vecinos se manifestaban contra la enorme torre comercial, les cerraban el paso al líquido a manera de extorsión.
No es tan diferente el caso de Parque Tepeyac, en San Juan de Aragón, una zona donde la escasez de agua es constante y la calidad de la misma siempre es un problema. Más allá de la enorme cantidad de recurso que gastan los complejos comerciales, en éste sitio se colocó uno de los acuarios más sofisticados del país y que utiliza al menos 1.2 millones de litros de agua.
Es la historia de nunca acabar. Cuando Monterrey se vio en crisis hídrica, eran una burla el montón de albercas que las tomas aéreas captaban en las coberturas mediáticas, a sabiendas que no cualquiera tiene una en su casa.
A niveles aún más grandes, en la Ciudad de México son 10 las empresas reciben 16 millones 968 mil 855 metros cúbicos de agua al año, lo que se traduce en 48 por ciento del agua concesionada de la Ciudad de México.Cervecería Modelo, FEMSA, Televisa y Grupo Pepsico son sólo algunas de las marcas que acaparan el agua.
Entonces no es sólo un problema de que la gente se bañe en cinco minutos; si bien es cierto que el cuidado del agua compete a todos, volvemos a cargar la culpa en quienes menos impactan. Tan grande es el gasto hídrico de las empresas que en Mexicali, Baja California, la sociedad se opuso a la instalación de una planta de la cervecera Constellation Brands, pues los campesinos de la zona carecen constantemente del recurso.
La estrategia no sólo debe ser alertar a la población civil sobre el cuidado del agua, sino también involucrar a las grandes empresas a que tomen otras medidas.
A nivel internacional la contaminación de diversas industrias afecta en varios niveles, incluida el agua, la BBC afirma que por los siguientes datos, la industria de la moda ostenta el segundo lugar en contaminar al planeta: “Si lo que te pusiste está hecho con poliéster -la fibra más usada para hacer ropa en el mundo, por lo que cada año se usan 70 millones de barriles de petróleo en ella-, tardará más de 200 en descomponerse. Si tu atuendo está hecho con rayón, que son artificiales pero hechas a partir de celulosa, la cifra es nuevamente 70 millones pero esta vez de árboles que se usan para producirlas cada año, de manera que tienen que ser talados”.
Y añade: “Pero si eres de los que sólo usan telas de fibras naturales como el algodón , resulta que este es el cultivo que más consume plaguicidas: 24 por ciento de todos los insecticidas y 11 por ciento de todos los pesticidas del mundo, que afectan la tierra y el agua (…) Incluso si es algodón orgánico , puede haber necesitado más de 5 mil galones de agua hacer tu camiseta y tu par de jeans”.
En su libro Civilización, primitivismo y anarquismo, Andrew Flood asegura la humanidad debería reducir se en un 98.6 por ciento de la población actual para que su sobrevivencia pudiera ser sustentable, sin sobreexplotar al planeta… parece que tiene razón.