Los ves pasar y, prejuiciosamente desconfías de ellos. Llegan solos o en caravanas con rumbo al norte. Su intención no es permanecer indefinidamente en nuestro país, sino alcanzar la meta que se fijaron desde su salida.
Son los migrantes que pasan por México, en un trayecto que los impulsa a alcanzar el sueño americano. Son buscadores de sueños, rotos en sus países de origen, pero posibles aún en la Unión Americana.
Es gente humilde generalmente y efectivamente hay, como en todas partes, personajes de conducta reprobable, que aprovechan el trayecto para cometer acciones delincuenciales en territorio mexicano. Pero estos, son los menos.
En su mayoría, son desplazados que huyen de la violencia y el hambre que azotan a los países centroamericanos, sumidos en grave crisis desde hace varias décadas.
El paso por nuestro país no les es sencillo. Desde las bandas que los extorsionan o asaltan en el camino, pasando por los coyotes que cobran cantidades exorbitantes para trasladarlos en circunstancias lamentables, hasta los mismos agentes de migración y del orden que abusan de ellos con total impunidad, los migrantes deben aceptar condiciones inhumanas en ocasiones, para conseguir llegar a la frontera norte de nuestro país, como primera etapa del viacrucis autoimpuesto por necesidad y no por gusto.
A lo largo de México existen zonas de apoyo y refugio que les brindan atención humanitaria y áreas temporales de reposo. Gente que realiza esta labor desinteresadamente y que pone a disposición de las caravanas migrantes, los pocos recursos con que cuenta. Es famosa la actividad del padre Solalinde en trabajos de atención a migrantes y Las Patronas, que por años han brindado alimento a los centroamericanos que pasan por el estado de Veracruz.
La migración es un fenómeno que se da a nivel mundial. No es un problema exclusivo de centro y Norteamérica. Europa enfrenta una situación grave en este sentido, debido a los flujos migratorios que llegan de África, con la intención de establecerse en territorio europeo.
Hasta el día de hoy, no se ha encontrado la respuesta correcta para solucionar el difícil asunto migratorio.
El problema es mayor para los países de destino y ofrece menos dificultades a las naciones que únicamente se ven afectadas por el tránsito de estos contingentes, en rumbo a los lugares en que establecerán su nueva residencia.
México se encuentra en el segundo caso. La migración que hemos vivido durante las últimas décadas, se concreta al paso de migrantes por nuestro territorio en un intento por alcanzar la frontera con los Estados Unidos.
Ese flujo de indocumentados, ha crecido y hecho crisis en los primeros meses de este año. La Unión Americana, protesta por la facilidad con que los migrantes centroamericanos transitan por nuestro país y llegan, en la mayoría de los casos, a las puertas del vecino del norte.
En realidad, considerando los tratados internacionales firmados por nuestro país, algo más debemos hacer, para controlar, en la medida de lo posible, la migración internacional.
Independientemente del asunto de los aranceles que generó la amenaza de Trump, hay un problema grave que no interesó a las administraciones neoliberales y que hoy tiene que resolver, en forma urgente, el gobierno de la Cuarta Transformación.
Hay un proyecto implementado para tal fin y tenemos un plazo de cuarenta y cinco días, para demostrar a nuestra contraparte norteamericana, que es la solución viable para reducir el número de migrantes.
Esto quiere decir, que se está atendiendo un problema que se incubó durante el periodo neoliberal y que hoy explota en razón a un reclamo norteamericano.
Debemos tener presente que, las elecciones que se verificarán en el país del norte en poco más de un año, harán del problema migratorio un asunto que será manoseado por, al menos, uno de los candidatos a la presidencia. Donald Trump no va a quitar el dedo del renglón, desde este momento y hasta que termine su campaña de reelección.
Habrá dificultades para México por estas cuestiones que, en mucho, corresponden a la vida interna de los norteamericanos.
Los migrantes no vienen a nuestro país sino al suyo.
Habrá molestias para quienes se incomodan con las caravanas que cruzan por sus ciudades. Pero esto no es nuevo para nosotros. Migrantes ha habido siempre y estamos acostumbrados al contacto solidario con ellos.
Lo preocupante, es caer en estados de rechazo a quienes, no teniendo posibilidades, optan por una aventura peligrosa, donde incluso ponen en riesgo su vida.
En redes sociales se puede apreciar que hay un sector, pequeño ahora, que pasa de la preocupación sobre el problema migratorio, al odio injustificado hacia el migrante.
Las personas no son las culpables de lo que sucede.
Es el modelo político-económico, imperante aún en muchos países pobres, el que genera condiciones de vida insoportables. La única vía entonces, es la fuga.
López Obrador lo ha dicho en muchas ocasiones: “nadie abandona a su país por gusto”.
El día de ayer, León Krauze puso un mensaje en Twitter, donde señala lo incorrecto de destinar presupuesto público, para atender y dar seguridad a los migrantes.
El mensaje es éste: “Estos días me han regalado verdaderas joyas, pero pocas como leer a los jóvenes sicofantes del gobierno, supuestos progresistas, DEFENDER el recorte al presupuesto para atender a los refugiados centroamericanos. ¿De verdad pueden verse al espejo sin vergüenza? Qué cosa…”
De esta posición a la xenofobia, hay un espacio del grosor de un cabello.
Si algo distingue a los mexicanos, es la hospitalidad que se brinda a todo el que llega.
Durante la guerra española cuando el Franquismo, oleadas de refugiados de ese país, se establecieron en nuestro territorio, huyendo de los horrores de la guerra. Y todos fueron bien recibidos. En pago, enriquecieron nuestra vida social y cultural, con aportaciones que traían de tierras españolas.
Los migrantes no vienen a quitarle algo a México. Aquí están de paso. Comentarios como los de León Krauze no ayudan en nada a entender y resolver este problema. Por el contrario, lo complican.
Ojalá y entiendan quienes tienen un micrófono o una pluma en la mano, que promover conductas xenófobas, enrarece más un ambiente de por sí difícil y puede provocar situaciones desagradables para todos.
Eso nadie lo quiere y a nadie conviene.
Malthus Gamba