Levantar sanciones a Venezuela: qué triste que sea ‘por las malas’
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Recuperando esa tradición de mediador que llevó al país a tener un Nobel de la Paz, como lo es Alfonso García Robles, México fue sede de las negociaciones entre el gobierno de Venezuela y la oposición en aquel país sudamericano. Celebradas incluso por Joe Biden, al parecer llegaron a buen puerto e incluyeron el relajar algunas de las sanciones que la Casa Blanca tiene en contra de Caracas.
Por ejemplo, se firmó la liberación de tres mil millones de dólares bloqueados por restricciones impuestas por los Estados Unidos, recursos que, según los acuerdos, “serán incorporados progresivamente como contribuciones al fondo”, destinados a salud y educación, recuperar la
deficitaria red eléctrica y atender la emergencia generada por lluvias que provocaron inundaciones. Entonces, ¿la inflación y las carencias de un sector social en Venezuela sólo son responsabilidad de la política interna?
Asimismo, la administración de Joe Biden autorizó al gigante energético Chevron retomar parcialmente sus actividades de extracción de petróleo en la República Bolivariana. Y es que durante su gobierno, el expresidente estadounidense Donald Trump decretó que “están
bloqueados y no pueden ser transferidos (…) todos los bienes e intereses de propiedad del gobierno de Venezuela que se encuentran en EU, o que se encuentran bajo el poder o control de cualquier persona de EU”.
En este sentido, la orden ejecutiva firmada en 2019 por Trump no solo prohibía todas las transacciones e imponía un “bloqueo total” a los bienes del gobierno de Maduro en EU, sino que autoriza a imponer sanciones secundarias a personas y compañías extranjeras que lo apoyen.
Este tipo de medidas coercitivas son crueles e hipócritas, pues los países potencia, Estados Unidos, por ejemplo, critican las condiciones sociales de países a los cuales se empecina en subdesarrollar a través de aislarlo del sistema mundo, dígase Nicaragua, Cuba y Venezuela, quienes reclamaron esto en la 39 sesión de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el pasado octubre.
Al ser una de las economías más poderosas del mundo, Estados Unidos no sólo decide no hacer negocios con dichos países, porque no comparte sus sistemas políticos y sociales, si no también, castiga a quienes sí quieren mantener comercio y relaciones con ellos. Lo han
explicado desde Cuba un sinfín de veces: no sólo es el no comerciar con estas naciones, si no una exhaustiva investigación de productos de otras economías para ver que en su proceso no se involucren a los países ‘enemigos’.
Pese a que en el papel el caso de Venezuela no ha sido como tal un embargo económico, las medidas contra el país golpean el desarrollo social. “Si bien según el texto no hay una prohibición, no es explícitamente un embargo, los que van a pagar serán la mayoría de los ciudadanos que ya están pasando por una crisis muy profunda”, señaló Geoff Ramsey, analista en temas de Venezuela de la Oficina en Washington sobre América Latina para la BBC.
En tiempos en los cuales la derecha utiliza el discurso del populismo en contra de las izquierdas crecientes en América Latina, argumentando que el discurso progresista divide, polariza, confronta, ¿quiénes son los que generan estos rompimientos, incluso en el terreno internacional?
Pese al idealismo político que se buscó al término de la Segunda Guerra Mundial, donde Estados Unidos impulsó organizaciones internacionales bajo sus criterios y sus intereses, no se promueve una colaboración en el sistema mundo, por lo que siguen existiendo bloques, como el de Rusia, China, Venezuela, Irán, Cuba y de más, que necesariamente deben mantener una tensión ante las sanciones del grupo antagónico capitalista.
Sin embargo, estas reuniones celebradas estos últimos días, en las que Noruega es facilitador y México actor clave, son esperanzadoras en tanto a una futura normalización de las condiciones económicas en Venezuela, y ojalá que esto se siga con Cuba, cuya situación es votada cada año en la ONU, en favor siempre de que se levante el embargo en su contra, aunque Israel y Estados Unidos se resistan en cada ocasión… ¿Entonces para qué queríamos a la ONU?
En fin, parece que al final las guerras y los conflictos le demuestran al sistema mundo, y a los Estados Unidos, que sólo el desorden llevan a la cooperación, pues tuvo que ser en conflicto entre Rusia y Ucrania lo que acercó a la Casa Blanca y Venezuela, pues Biden debió tocar las puertas de Caracas ante el encarecimiento del petróleo… qué triste que tenga que ser ‘por las malas’.