La visión de los empresarios extranjeros coludidos con los oligarcas mexicanos, no ha cambiado en estos últimos 3 años en los que el país comenzó a transformarse para beneficio de todos. Ellos siguen con la idea de que pueden hacer lo que les dé la gana, pasándose a las autoridades y a las leyes por el arco del triunfo, destruyendo nuestro medio ambiente para ganar dinero, saqueando las riquezas del país, tratando mal y explotando a sus empleados, sin que sus acciones depredadoras tengan consecuencias.
Así confunden con debilidad la actitud de un gobierno respetuoso del marco legal, responsable en sus acciones y conciliador, sin darse cuenta de que en México hay una autoridad que no va a permitirles continuar aplicando prácticas extractivas de saqueo que se desarrollen fuera de la ley, aún cuando un grupillo de depredadores se sientan muy importantes.
El cierre intempestivo de la mina Calica en la Riviera Maya, que es propiedad de la empresa estadounidense Vulcan, podrá ser para ellos una especie de golpe de realidad, que probablemente los haga entender que una actitud conciliadora de parte del gobierno no es sinónimo de debilidad.
Después de que los ejecutivos de esta empresa se habían sentado con las autoridades mexicanas a negociar que ya no continuarían extrayendo más roca para venderla como graba en los Estados Unidos, a cambio de los ofrecimientos del gobierno mexicano, entre los que se modificaría el uso de suelo de las 2,400 hectáreas de las que son dueños en Playa del Carmen, con el objeto de desarrollar un proyecto turístico que hasta tendría una estación del Tren Maya, esta empresa en una actitud que no solamente puede considerarse poco seria, sino hasta de burla hacia el Gobierno de México, faltando a su compromiso se pusieron a sacar todo el material que pudieron sin avisar, sin renegociar y como si no hubieran hecho acuerdo alguno, pero los cacharon.
Con un presidente acostumbrado a supervisar personalmente las cosas, algo con lo que estos no contaban, en un sobrevuelo de nuestro mandatario a la zona del Tren Maya, fue evidente que la mina estaba trabajando a toda su capacidad y que se habían burlado del gobierno mexicano.
Está muy claro que no esperaban la reacción firme y contundente de parte del gobierno, quien en menos de una semana les presentó una orden para detener todas las actividades extractivas en la mina, al mismo tiempo que les colocó 40 efectivos de la Marina Armada de México en el sitio para vigilar que la orden se cumpliera sin excusa ni pretexto.
Como era de esperarse, la medida les cayó como balde de agua helada, al tiempo que se pusieron a chillar en los medios alegando una acción ilegal en su contra, como si los muy hipócritas no se hubieran comprometido con las autoridades a dejar de extraer material.
Los medios sin investigar más allá, apenas lograron dar la noticia sobre la queja de la empresa. Los que se sentían dueños de México se quedaron completamente mudos durante las primeras horas de la publicación de la información. Los pseudoambientalistas tampoco dijeron nada, cuando se supondría que deberían salir a apoyar que se detuviera la destrucción ecológica de la zona. Seguramente no les cayó la transferencia bancaria para opinar al respecto. En resumen, los mariachis callaron.
En conclusión, es probable que estos depredadores neoliberales pensaron que seguían tratando con los gobiernos corruptos y entreguistas que tuvimos en México en el pasado, sin entender que hoy gobernamos los mexicanos a través de nuestros representantes y que no vamos a seguir permitiendo que nos perjudiquen para hacerse más ricos. Que no se hagan los sorprendidos, México ya no es tierra de conquista. Se acaban de dar cuenta que se van a tener que ir a saquear a otra parte.
Como dijo su paisano, el físico estadounidense John Wheeler: “Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día”.