En 2018 México era un país a la deriva, sujeto al oleaje de los mercados internacionales, dependiente de las decisiones que se tomaran más allá de nuestras fronteras en casi todos los aspectos. Los habitantes estábamos sometidos entre otras cosas, a pagar los precios de combustibles que nos dictara el mercado, a depender cada vez más de las empresas eléctricas extranjeras que nos iban a subir los precios de la luz y a importar la mayoría de los alimentos que consumimos porque no existían condiciones para producirlos aquí.
Junto a muchos otros, reorientar estos dos factores hacia la autosuficiencia fue uno de los objetivos prioritarios del gobierno de la 4ª transformación, al que hoy nos estamos acercando en forma acelerada y definitiva. Ahora tenemos claro que los mexicanos debemos asegurarnos de producir nuestros combustibles, nuestra energía y nuestra comida, para poder definir el rumbo del país sin importar qué tan picada esté la marea de los mercados internacionales.
Hoy lo vemos claramente en el ejemplo de la Europa globalizada, dependiente de las empresas privadas, de las cosechas y de los hidrocarburos soviéticos. La tormenta perfecta configurada por una larga pandemia que detuvo las economías, su dependencia de las corporaciones privadas globales sin dimensión social y un conflicto bélico en Ucrania, los colocó a punto del hundimiento, a diferencia de lo que estamos viviendo los mexicanos a partir del manejo estratégico que ha llevado a cabo el gobierno en sus primeros 3 años.
A pesar de la pandemia entre otras cosas, no nos hemos endeudado más, no hemos sufrido aumentos desproporcionados en los precios de luz, gas y gasolinas, tenemos el nivel más alto de reservas internacionales de la historia, el peso no se ha devaluado, el 70% de las familias reciben apoyos económicos, nuestra inflación es de las menores del mundo, estamos desarrollando grandes proyectos de infraestructura, el control en la cadena productiva está asegurado al igual que los precios de combustibles y energía, además todos estamos vacunados.
Ahora nos concentramos en lograr la autosuficiencia alimentaria; es decir, en producir los alimentos que consumimos para no tener que importarlos. Para esto el gobierno ha implementado básicamente 3 acciones: Establecer precios de garantía de los productos básicos que aseguren buenas ganancias a los productores; la entrega de apoyos económicos a un millón de productores del campo y del mar para que inviertan en los insumos que requieren para producir; por último garantizar la existencia, entrega gratuita y directa de fertilizantes suficientes, para que la producción de maíz, frijol, arroz así como hortalizas aumente.
Este año PEMEX ya le está entregando a los centros de distribución de Segalmex 352 mil toneladas de fertilizantes gratuitos producidos en México, para que se entreguen directamente y sin intermediarios a más de 700 mil productores en 9 estados de la república, para cubrir la producción en un millón 200 mil hectáreas, que es el doble de lo que se cubrió el año pasado. Con esto México se prepara para sortear el desbasto mundial de este producto, importado principalmente de Rusia y China.
El programa tiene como objetivo apoyar a pequeños productores, sobre todo para la producción de granos básicos, a quienes Segalmex entregará directamente los insumos, sin intermediarios y con apoyo de la Guardia Nacional.
Con estas acciones México avanza con firmeza hacia la autosuficiencia en los dos rubros fundamentales para garantizar una economía estable del mercado interno, que seguramente lograremos antes de que termine 2024, evitando así en forma definitiva que las decisiones que se toman en el extranjero puedan llegar a matarnos de hambre, logrando además lo que hoy muy pocos países pueden alcanzar: Ser independientes.
Como dijo el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes.”
