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La delicada piel de la derecha
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La delicada piel de la derecha

Al más puro estilo de los simuladores hipócritas, los políticos de pielecita delgada y sus botargas en redes sociales, se hacen los espantados mientras lloriquean porque millones de mexicanos les llamamos traidores a la patria, luego de haber sumado otra deslealtad más a todas las que han perpetrado durante décadas.

Aunque parezca increíble, esos farsantes que llevan 4 años insultando al presidente, así como a los mexicanos que estamos de acuerdo con la transformación del país, que nos han dicho de todo hasta el hartazgo, ahora están muy ofendidos porque los llamemos traidores, palabra que describe con claridad su conducta permanente.

Esos mismos que entregaron el petróleo, la electricidad, la banca, los ferrocarriles y más de la mitad del territorio nacional a los grupos privados, principalmente extranjeros, hoy adoptan un comportamiento esquizoide; de repente llaman a la mesura y a la concordia y un momento después amenazan con irnos a acusar a la ONU, con denunciarnos en tribunales, y a hasta con sacarnos la lengua.

Todos sabemos la clase de alimañas que son y por supuesto que ellos saben perfectamente lo que hicieron, son traidores a la patria desde siempre, no tienen vergüenza ni les importa realmente que les llamemos así. Lo que realmente les preocupa es darse cuenta de la cantidad de ciudadanos que lo estamos haciendo.

Como en el pasado sus actos aberrantes no habían provocado una reacción masiva en su contra de esta magnitud, creyeron que en esta ocasión tampoco tendrían consecuencias y ni en sus peores pesadillas imaginaron una campaña ciudadana de desprecio de las proporciones que están viendo hoy en día.

Se están dando cuenta que esta reacción masiva los va a marcar a partir de este momento y hacia el futuro; que además les cancela la posibilidad de presentarse en el futuro ante la gente a pedir el voto como candidatos patriotas o decentes, les va a hacer un daño enorme en las urnas y esto podría acelerar su desaparición.

Resulta inexplicable su sorpresa, cuando antes de que fueran a votar entusiasmados contra la reforma eléctrica se les advirtió de todas formas y por todos los medios posibles, que su voto en contra sería considerado como una traición y que se lo íbamos a cobrar. No quisieron darse cuenta de que la sociedad mexicana ya no es la misma que les pasaba por alto todas sus porquerías.

Hoy los ciudadanos estamos pendientes de lo que hacen y de las razones por las que lo hacen. No aceptamos tener representantes populares que actúen en contra de nuestros intereses como sociedad y no se los vamos a permitir sin que tengan consecuencias por sus actos.

La miopía política de la derecha, motivada por el odio y los intereses económicos, no les permitió darse cuenta que estaban haciendo el papel del toro en la fiesta brava. Embistieron con entusiasmo el capote de la reforma eléctrica, mientras recibían el estoque de la ley minera hundido hasta la empuñadura y la puntilla con el estigma de traidores a la patria, que los tiene retorciéndose en la arena, preguntándose por qué les llamamos así y amenazando con acusarnos en la ONU, como si la situación en ese organismo estuvieran en este momento para atender irrelevancias.

Tampoco se han dado cuenta del crecimiento exponencial que está teniendo la participación ciudadana en los procesos políticos, que comenzó con la consulta pública para rechazar el aeropuerto de Texcoco, donde se emitieron poco más de un millón de votos, luego con la consulta para enjuiciar a los expresidentes en la que participamos poco más de 6 millones de ciudadanos, continuando con la revocación de mandato, en la que se contaron más de 16 millones de sufragios, que hoy se refleja en las redes sociales con el repudio y el desprecio de los ciudadanos hacia los diputados traidores y que sin duda se reflejará en las urnas el 5 de junio. Allá nos veremos.

Como dijo el filósofo estadounidense Elbert Hubbard: “Despertamos en otros la misma actitud mental que tenemos con ellos”.

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