Para el presidente López Obrador, es evidente que la clase conservadora en México, trabaja en la preparación de un Golpe de Estado, que no tiene las características convencionales que se observaron en el pasado.
No se trata de militares rebeldes, o “alzados”, que se hacen del gobierno, respaldados por el poder económico de los grandes empresarios y con el “visto bueno” de la embajada norteamericana.
Eso fue lo que le sucedió al presidente Madero al inicio de la revolución y antes de ser sacrificado por los golpistas, junto al vicepresidente Pino Suárez.
Ahora las cosas se hacen de manera distinta, aunque la finalidad sea idéntica.
Los dueños del dinero en nuestro país, que se beneficiaron durante el periodo neoliberal, con negocios que tuvieron como base la corrupción imperante, han tomado dos vías distintas, a la llegada de la Cuarta Transformación al gobierno.
Buena parte de estos empresarios han terminado por entender que el cambio en el país era más que necesario. La corrupción desatada, que trae consigo la impunidad, se había convertido en un lastre para nuestra economía y finanzas.
Había que limpiar la casa, para poder hacer verdaderas inversiones en el país. Tener certeza legal y administrativa, resultan indispensables para el empresario. Los únicos beneficiados con el caos generado durante los gobiernos priistas y panistas de las últimas décadas, fueron los traficantes de influencias, disfrazados de inversionistas serios.
Los verdaderos empresarios están tratando de participar en el proceso de transformación que propone el presidente López Obrador y ven con buenos ojos el clima de honestidad que nace y se impulsa desde el gobierno.
Los viejos traficantes de influencias, no se resignan a perder sus viejos privilegios y se unen en torno a Claudio X González, para tratar de debilitar al actual gobierno y de ser posible, interrumpir el proceso de cambio en curso.
No pueden apelar a los militares para que los acompañen en el intento, pues las fuerzas armadas del país han demostrado ser institucionales y en este momento, su lealtad esta con el presidente López Obrador.
No obstante lo anterior, al iniciar el sexenio, los opositores pulsaron esa lealtad, para ver si en un momento determinado, podrían contar con el respaldo de los militares para conseguir sus fines. Quizá algunos recuerden las manifestaciones públicas que realizaron algunos generales en retiro, inconformándose con los cambios que proponía el nuevo presidente.
Pero la presencia pública de militares de alto rango que habían pasado a retiro, no obtuvo el éxito esperado y se dejó por la paz. Al menos hasta ahora.
Lo que sí se ha dado desde entonces, ha sido un golpeteo permanente al gobierno. La maquinaria de los medios masivos de comunicación, ha trabajado incansablemente en sus ataques diarios a toda acción del presidente y su gobierno.
Aparte, Estados gobernados por políticos emanados de la oposición, se han caracterizado por mantener elevados índices de criminalidad y corrupción.
Grupos violentos como el “bloque negro” feminista, en donde no solo participan mujeres, sino hombres con disfraz de mujer, han intentado sembrar desconcierto y la idea de inseguridad y deterioro social en la conciencia de la sociedad mexicana. Son células de acción directa, de filiación opositora, sin interés por construir algo, o cambiar el rumbo de los acontecimientos sociales. Su especialidad es la destrucción.
Tanto políticos como intelectuales y periodistas de la derecha radical (porque es esa derecha fascista la que intenta romper con la democracia), hablan a diario de equivocaciones desastrosas en la conducción del país. Nada de lo que realiza el actual gobierno tiene mérito para ellos.
Incluso han acudido a la prensa internacional, a organizaciones extranjeras y a gobernantes de otros países, para que se solidaricen con su causa y promuevan también la idea de que el gobierno del presidente López Obrador está resultado un evidente fracaso.
Al ver recientemente cómo aparecen en los medios de comunicación reaccionarios, reportajes sobre sucesos violentos en donde no queda claro si en verdad se dieron situaciones de extrema violencia, o si se trata de montajes preparados para magnificar sucesos de menor intensidad, algunos asociamos estas situaciones con hechos históricos del pasado.
El término “Estrategia de la Tensión”, está asociada a conductas de la derecha extrema, que se dieron en las décadas de los 60s y 70s del siglo pasado.
La idea era crear malestar social, con actos de “falsa bandera”. Es decir, los grupos reaccionarios, apoyados por el aparato de gobierno, medios de comunicación y agentes extranjeros, realizaban acciones violentas, culpando de las mismas a los militantes de la izquierda de ese entonces.
Se buscaba desinformar, infundir miedo en base a propaganda en contra de grupos calificados como de izquierda. La guerra psicológica creaba rechazo social hacia quienes se pensaba eran los culpables de tal violencia. Mientras los agentes provocadores, se dedicaban a desestabilizar y romper la tranquilidad social, en base a sus constantes acciones destructivas, o criminales.
El golpe de Estado mediático que hoy vemos como un intento real del ala reaccionaria de filiación fascista, tiene esas características en común con la “Estrategia de la Tensión”.
No paran los periodistas como Loret de Mola, López Dóriga, Riva Palacio, Pascal Beltrán, Azucena Uresti, Carmen Aristegui, León Krauze, Jorge Ramos y un buen número más, de escribir y hablar de un gobierno sin rumbo y dañino para el país.
Pretenden fijar la idea de que, en el pasado neoliberal, las cosas marchaban mejor. Y sobre eso machacan mañana, tarde y noche.
¿Qué nos dice el presidente López Obrador al respecto?
Que efectivamente, la intención del Golpe de Estado Mediático existe. Que es un intento de los conservadores corruptos para recuperar el poder.
Pero que no les ha servido en nada durante estos primeros tres años de gobierno, ni les servirá tampoco en los tres restantes.
Las bases de la Cuarta transformación están bien cimentadas y hay algo más importante. La mentalidad de los mexicanos pasó de una pasividad casi total, a un activismo político pocas veces visto en el mundo.
Los montajes y las mentiras no provocan el malestar social deseado por los opositores.
Hay confianza en el presidente y en su gobierno.
El Golpe de Estado Mediático es una realidad, como intento. Pero carece de fuerza para lograr resultados y alcanzar objetivos.
Claudio X González y su gente, aplican estrategias que dieron resultados en el pasado, pero que en el México de hoy, donde los programas sociales, el nulo aumento en el precio de los combustibles, el incremento salarial real, el combate a la corrupción y a la impunidad, que son verdades a la vista de todos los mexicanos, esas vetustas estrategias no tienen futuro.
Este año hay elecciones en varios Estados del país. Ahí la oposición nostálgica de corrupción, verá como su castillo de naipes, se viene al suelo, gracias el voto informado de los ciudadanos.
Los golpistas no tienen cabida en una sociedad que aprendió a pensar ya a expresarse libremente.
El sentido de libertad, es algo que no están dispuestos a perder los mexicanos.
Malthus Gamba