El valor de cualquier empresa se mide por la cantidad que representa su capital; es decir, la diferencia que existe entre lo que tiene y lo que debe. Lo que tiene se denomina como activos y pueden ser inversiones en valores, bienes inmuebles, bienes muebles, bienes intangibles, etc.; lo que debe se define como pasivos que se componen de sus deudas y obligaciones. Si a los activos le restamos los pasivos, el resultado es el capital de un negocio, que en realidad es lo que vale.
La banca comercial en México está integrada por 51 instituciones, que sumadas reflejaban el 30 de noviembre de 2021, un capital equivalente a un billón 288 mil 21 millones de pesos, que es el resultados de restarle los pasivos a los activos que tienen. Sus pasivos principales son los depósitos de sus ahorradores que en un momento dado pueden tener que devolver; sus activos más importantes son la suma de los créditos que otorgaron como préstamos a sus clientes y las inversiones que mantienen en valores.
En este último renglón de sus activos, representado por los valores en los que han invertido, se encuentran los bonos que el gobierno les entregó como resultado del proceso del FOBAPROA durante el gobierno de Zedillo, cuando decidió convertir en deuda pública las enormes deudas privadas que unos cuantos tenían con los bancos, después de que estas instituciones financieras hicieran toda clase de transacciones fraudulentas con esos clientes.
Esos bonos gubernamentales entregados a los bancos por medio del entonces FOBAPROA, que luego se transformó en el IPAB, cuando los panistas corruptos y cómplices de este saqueo aprobaron estas transacciones en el congreso, incluyen el pago de intereses de los cuales los bancos reciben cada año, alrededor de 43 mil millones de pesos del presupuesto federal y que pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos; una cantidad anual mayor a la que costaron todas las vacunas que se han aplicado a los mexicanos en la pandemia de coronavirus.
Pero no solo es eso; lo más increíble del asunto es que hoy el valor del capital de esos bonos, es equivalente a un billón 62,447 millones de pesos; es decir, casi la misma cantidad que tienen como capital contable todos los bancos comerciales juntos, que es lo que valen en total. Si el gobierno decidiera por alguna razón cancelar esos bonos del FOBAPROA, toda la banca comercial de México solamente valdría 226 mil millones de pesos; el 18% de lo que vale hoy con esos bonos incluidos en sus carteras de valores.
Sin esos bonos los bancos comerciales ni siquiera podrían operar como bancos, porque los requerimientos de capitalización a nivel internacional, les exigen tener un capital de 10.5% sobre sus pasivos y apenas les quedaría un 2%. Esto significa que en los últimos 26 años, los banqueros no han tenido que inyectarle a sus bancos la misma cantidad de capital que le han aportado en todas partes del mundo, porque los hemos capitalizado nosotros, los ciudadanos mexicanos, manteniendo una deuda a su favor que jamás debimos haber adquirido, para salvarlos de los créditos vencidos que le dieron a sus amigos y que nunca les pagaron.
Como si esto fuera poco, Zedillo, el sujeto corrupto que endeudó a los mexicanos con estas cantidades, terminó trabajando para Citibanamex, cobrándole el favorcito a uno de los bancos a los que benefició durante su gobierno con estos bonos, recibiendo salarios y beneficios abultados a cambio de que los ciudadanos mantengamos bien capitalizados a los bancos.
Y así, como si nada, vamos a seguir pagándole entre todos a los bancos 43 mil millones de pesos anuales del dinero que se gastaron unos cuantos ladrones, hasta más o menos el año 2070, cuando muchos de nosotros ya no estemos vivos y le toque a nuestros hijos y nietos seguir manteniendo a flote a un puñado de bancos ineficientes y voraces.
Como dijo el filósofo español Fernando Savater: “En una sociedad de consumo, de ofertas y tentaciones, la idea del saqueo puede transformarse en una gran fiesta”.