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Servicios digitales, ¿qué tanto necesitamos los nuevos “gastos hormiga” del Siglo XXI?
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Servicios digitales, ¿qué tanto necesitamos los nuevos “gastos hormiga” del Siglo XXI?

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Servicios digitales, ¿qué tanto necesitamos los nuevos “gastos hormiga” del Siglo XXI?
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Ser ciudadano de la época actual implica una serie de dinámicas que para muchos hubieran sido impensables; los nuevos “gastos hormiga” carcomen los bolsillos de las personas porque crecemos en un ambiente donde parece forzosa la contratación de ciertos servicios con los que la humanidad vivió sin problemas durante Siglos; sin embargo, hacia algún lugar debemos caminar y al parecer esa es la ruta que elegimos.

Comencemos por las “nuevas necesidades”. Hoy en día, las personas que comienzan a tener poder adquisitivo, desde la adolescencia en adelante, requieren ser dotadas de un paquete enorme de posesiones, sobre todo digitales, de las cuales hace unos diez años, no tendríamos que preocuparnos. En la actualidad, se necesita contar con: una o varias de las plataformas de streaming que existen en el mercado, un paquete de telefonía de paga, otro de internet en casa, cuentas en las aplicaciones de servicio de comida a domicilio, cuenta en servicio digital de música online…
Cada uno sabrá cuánto gasta en estas “nuevas necesidades”, sin embargo, hay que destacar ese concepto, debido a que son nuevas, aunque no son en realidad necesidades, como sí lo serían la electricidad, el agua, el transporte, el alimento y el vestido, que en efecto resultan básicas para una vida digna. Pero ahora, las redes sociales, que son gratuitas, son el escaparate perfecto para recordarnos una y otra vez lo fundamental de estos servicios digitales para nuestra vida diaria.

Sigamos entonces con la teoría. Imposible no pensar en la politóloga, Elisabeth Noelle-Neumann y su multicitada tesis sobre la Espiral del silencio, donde nos explica cómo las personas que están fuera del debate en la opinión pública, se van al fondo de una espiral donde no tienen con quién debatir, dialogar, discutir, sobre los temas que a ellos les interesan; luego entonces, ¿cómo encajar en los grupos sociales cuando no has visto la última serie más famosa de Netflix, o la película más taquillera del momento?
No hay mejor ejemplo en estos días que la nueva entrega de Spiderman, sin camino a casa, cuya muestra en cines ha sido todo un fenómeno social en México; más allá de los golpes por obtener boletos, o las personas que hasta se disfrazan del superhéroe de Marvel, ahora parece una obligación mirar la cinta; llamó mucho mi atención que en Facebook, una persona publicó un estado sobre la película, y otra le respondió: “A mí me toca mañana”… No “yo iré mañana”, no, “a mí me toca”, como si se tratase de algo obligatorio, como si fuera la cita para vacunarse contra el Covid-19.
Esto parece insignificante, pero no lo es. En su libro, “El hombre unidimensional”, el filósofo Alemán Herbert Marcuse expone como las sociedades dominantes buscan determinar el destino de los pueblos insertando la idea de la democracia, el pluripartidismo, y la cultura que ellos mismos proponen como una especie de libertad controlada. También se exponen planteamientos como el de la enajenación mediatizada a modo de control y supresión de la individualidad en el ser humano; la idea es: “nuestra sociedad y su modo de vida es lo mejor de todos los mundos”.
Pensemos entonces, ¿de dónde proviene la mayoría de los contenidos que podemos ver en las plataformas de streaming, en el cine, o dónde se fundaron las propias aplicaciones de transporte y mensajería digitales? Pensemos en Uber, una empresa de los Estados Unidos que para entrar al mercado mexicano llegó ofreciendo servicio de transporte sin gastar en una flotilla de autos, sin ofrecer salario o prestaciones a los choferes, que le quitó a millones de trabajadores un amplio sector de consumidores al bajar la demanda de los taxis.
Y finalmente las regulaciones, porque se podría argumentar, Uber es más seguro, los taxistas abusaban con sus tarifas… Ya no. Se han sabido ya de muchos casos en los que la plataforma no garantizó mayor seguridad para víctimas de secuestro, violación o incluso asesinato; asimismo, un tema de este final de año es cómo ese libre mercado que muchos aún defienden a ultranza, permite que se aumenten las tarifas de este servicio cobrando cifras exorbitantes por viajes de cinco kilómetros o menos; cómo la aplicación no ofrece prestaciones a los choferes, que sea el consumidor quien las pague…

En México, apenas se gravó el uso de las plataformas de streaming y de inmediato subieron los costos; en cuanto a las aplicaciones de reparto y transporte se ha debatido el tema, aunque sólo en la Ciudad de México se ha aplicado un impuesto del 2 por ciento. La cuestión con estos nuevos gastos hormiga del Siglo XXI, es entender que no son necesidades, si no comodidades, y en muchos casos excentricidades, que podríamos utilizar un tanto menos, en favor de nuestra economía y de muchas otras características humanas…

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