Por: Rafael Redondo
@redondo_rafa
La oposición actual en México continúa con la brújula descompuesta cometiendo errores tan graves, que no tardan en convertirse en su cicuta autoadministrada. Su desesperación no sólo es evidente, sino risible.
Algunos ejemplos:
A) Narro, Chertorivski y varios más que ni vale la pena mencionar, anunciaron con toda pompa que eran capaces de terminar con la pandemia en 8 semanas. Ni Superman ha sido capaz de eliminarla a casi dos años del primer brote de SARS-CoV-2 en China, en ningún país del planeta. Para restregarles su absurdo, esta semana la OMS resalta el adecuado manejo de la epidemia en México.
B) Reyes Arzate se declara culpable de narcotráfico en Estados Unidos mientras hace unos días Calderón, alardeaba en España sobre el éxito de su política de seguridad. Ante la noticia, al señor no le ha quedado otra salida que guardar silencio.
C) Anaya y sus patéticos “me da coraje”, acusando errores en el manejo de la economía nacional y de pronto aparece el FMI, calificando de sanas las finanzas del país. Anaya ahora sí tiene un motivo para hacer corajes, pero contra sí mismo, por dedicarse a hacer el ridículo una y otra vez.
D) El colmo: Claudio X González aparece amenazando con tomar nota de quienes apoyan al actual gobierno, al que acusa de autoritario y populista.
No sé y tampoco me interesa la formación académica de este señor, pero habría que aclararle a él y a sus voceros de los medios de comunicación quienes tampoco brillan por su vasta cultura, algunos conceptos. Por ahí alguien que tiene un espacio de noticias con un rating similar a los simpatizantes de X González (nulo) llamaba tlatoani a AMLO en un intento por parecer gracioso, aunque sólo quedó como racista y además, ignorante.
Autoritarismo: Forma de ejercer el poder imponiendo políticas a capricho y por medio de la amenaza y la fuerza. ¿Para qué necesita utilizar la fuerza un gobierno que ronda el 70% de aprobación? Amedrentar con “tomar nota” de los partidarios del gobierno actual, ponerles la estrella de David bordada en la ropa para identificarlos, ¿es democrático o autoritario?
Populismo: Tendencia política de mirar y atraer a las clases populares. Se cree que su origen está en la Rusia del s. XIX con el movimiento llamado Naródnichestvo.
Éste es un concepto inacabado o incompleto, al que generalmente se le atribuye una connotación malévola de “sobornar” a las clases populares dándoles todo lo que piden, cumpliendo todos sus caprichos con el perverso objetivo por parte de un gobernante de acumular poder, y de ahí el sentido peyorativo. Sin embargo, su utilización coloquial no tiene nada que ver con la definición original que, aunque escueta, no se refiere ni a cumplir caprichos, ni es exclusividad de un ala política (ni de izquierda ni de derecha), ni necesariamente es sinónimo de dictadura. Pero eso sí, es el insulto-cliché preferido de los anti-AMLO.
Mirar hacia las clases populares y atraer su simpatía puede tratarse desde el nazismo alemán (ultraderecha), de Lutero, del Partido Comunista Chino o de los movimientos anti-élites latinoamericanos, países que conocemos en carne propia la brecha insultante entre un pequeño grupo que se ha apropiado de los países y una población enorme (el pueblo con todas sus variantes y pluralidad cultural, pero con un común denominador: la pobreza), hundida en carencias y en la falta de movilidad social.
El caso obradorista es un intento por incluir a los sectores menos favorecidos en la economía, eliminar conductas racistas tan enquistadas en México, garantizar su acceso a la justicia, procurar una recaudación más justa. Todo con el claro objetivo de cerrar o por lo menos, estrechar la brecha entre ricos y pobres desde un pragmatismo puro y duro: no se están sacrificando ni las leyes, ni la República, ni la democracia, ni el PIB, ni persiguiendo o sacrificando a los sectores privilegiados. ¿Cuál es la similitud del obradorismo con el concepto “populismo” mal utilizado por voceros que lejos del análisis concienzudo del término, lo traen en la boca como chisme de vecindad o como el juego del “teléfono descompuesto”?
La expresión de X González de anotar a quienes no piensan como él, sí es una muestra de autoritarismo, aunque no populista para su desgracia porque su base social es muy raquítica (supongo se limita a tres personas: los dirigentes del PRI, PAN y PRD), como raquítica es su popularidad y simpatía entre el grueso de la población.
Tlatoani: Gobernante de las ciudades prehispánicas perteneciente a una casta de políticos, de “gobernantes” y electo por una élite de sabios, sacerdotes/ científicos, militares y notables de la sociedad. A diferencia de las monarquías europeas donde la designación del monarca viene de Dios y de una línea de sangre (confusión muy recurrente al referirse a la organización política de las civilizaciones prehispánicas), en los pueblos prehispánicos existía una clase social cuya función, formación, experiencia y habilidades en el oficio de gobernar pasaba de generación en generación y su objetivo era llegar algún día a ostentar el poder político, militar y religioso.
AMLO ni pertenece a una casta de gobernantes porque esa clase social hoy es inexistente, vivimos en una época donde practicamos un modelo democrático occidental y ningún mandatario mexicano ostenta el poder religioso; es decir, llamarlo tlatoani sólo revela una ignorancia subida de tono y un repudio hacia las civilizaciones originales de América al utilizar el término en tono de mofa.
Si tomamos en cuenta el 70% de aprobación del Presidente quien además, hoy aparece con el segundo lugar de aprobación entre los mandatarios del mundo, arriba de Angela Merkel, Joe Biden y Macron, anticipamos que X González va a necesitar mucho papel para hacer su lista, aunque debemos aconsejarle que debería estar más ocupado en robustecer la lista de simpatizantes propios, que no dudo cabe en una, sólo una de sus servilletas LYS.