Por: Rafael Redondo
@redondo_rafa
Luego de la visita del Presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel a México se volvieron a encender las alarmas sobre la amenaza socialista y los comentarios maniqueos de Socialismo malo, Capitalismo bueno entre la “intelectualiza” chayotera y/ o estúpida. Posteriormente Justin Trudeau se reelige para ir por su tercer periodo y no escuchamos a los “comentólogos” hacer la alharaca que armaron cuando sucedió lo mismo con Evo Morales pese a que los números de Evo eran mucho mejores que los de Trudeau. Tan buenos eran sus números que su movimiento volvió a ganar las elecciones. En abril pasado Joe Biden condenó al neoliberalismo llamándolo caduco, mismo planteamiento que AMLO viene diciendo consistentemente desde hace años pero mientras AMLO por decir lo mismo es llamado comunista, Biden es hombre de Estado.
Atribuyo esta retórica de menosprecio hacia cualquier latinoamericano que se atreve a ser punta de lanza por sobre los norteamericanos principalmente, a los siguientes factores:
A) Un innegable pasado latinoamericano de gobiernos corruptos y abusivos.
B) Las élites latinoamericanas cubren sus espaldas colocándose del lado de quien consideran más fuerte: Estados Unidos. Así, diseñan un discurso sobre el horror de todo modelo que proponga organizar al pueblo. Llámese Socialismo o sindicato.
C) El complejo de inferioridad de las naciones conquistadas: los pobres latinoamericanos somos estúpidos, débiles, incapaces de proponer y destinados a ser un protectorado y no naciones independientes.
Ni el régimen cubano es el demonio, ni Trudeau es buen político, ni AMLO es comunista. México vivió una dictadura de partido por 70 años y probablemente creíste que éramos una democracia, todo por tragarte un discurso sin cotejarlo con la realidad. Ese es el poder de la retórica.
Como un intento de romper esta dicotomía absurda entre Socialismo malo y Capitalismo bueno e intentar encontrar un punto medio, propongo hacernos algunas preguntas a nosotros mismos sobre algunos tópicos:
Economía: en el Capitalismo existe una absoluta libertad para emprender, cualquiera puede convertirse con dedicación e inteligencia en un magnate. Los códigos morales se rigen por números: más dinero tienes, mejor persona eres. Pero, ¿tú has podido emprender sin enfrentarte a competencias desleales?, ¿los beneficios del empresario terminan por beneficiarte a ti como empleado en una proporción adecuada?
Cuando te crees dueño de una casa o un coche en realidad eres propietario de una deuda cuyos intereses te impiden cumplir tu sueño de propietario por muchos años de tu vida. Tus grados académicos difícilmente se traducen en beneficios económicos y de los sueldos ni hablar, ¿tu sueldo es suficiente para darte la vida que imaginaste? La justicia beneficiará siempre a quien más dinero tiene y los negocios “turbios”, la corrupción, la tranza y las mordidas reducen tu campo de acción como flamante empresario aunque en el discurso las posibilidades sean infinitas. Una falacia.
En realidad, te estás desplazando en un mundo donde impera la ley de la selva así que, ¿eres más libre económicamente que un ciudadano cubano?, ¿en qué proporción? ¿Cuántas veces has tenido que inventar ancestros europeos, parientes millonarios, mentir diciendo que vives en una colonia mejor a la tuya o querer ser amigo del “riquillo” del barrio para moverte en ciertos círculos o simplemente para no sentirte culpable por ser pobre? ¿Vivir en una mentira es libertad?
Salud: el objetivo de todo empresario es hacer la mayor cantidad de dinero posible y al menor costo; ofrecer productos de calidad, la ética o tu bienestar no están en su agenda. La publicidad hace el trabajo sucio para venderte lo que sea: fertilizantes cancerígenos, alimentos basura, productos que no necesitas pero con un logotipo (eso es lo que realmente te venden) te hacen creer que transformarán tu vida para bien.
En los 80, México conservaba una dieta de pobres pero no tan mala para la salud: maíz, frijol, calabazas, verdolagas, huazontles, chayotes, frutas, arroz, quelites, jitomates, etc. En los 90 migramos a un régimen alimenticio regido por los logotipos: desde McDonald’s hasta Maruchan. El resultado, una población atrapada en cuerpos enfermos, obesos, diabéticos, hipertensos. El sistema público de salud se hizo a un lado para beneficiar a los privados y la salud se volvió impagable.
Por otro lado, la incursión de todo tipo de drogas está siendo el refugio para vivir un poco de alegría momentánea aunque eso sí, mermando la salud de las personas. Piensa en esto: durante el porfiriato los hacendados solían regalar alcohol a los campesinos para hacerlos vulnerables y así embrutecidos, era más fácil saquearlos el día de “raya”.
¿Realmente el Capitalismo te ofrece mantener un estado óptimo de salud?, ¿cómo está tu salud ahora?, ¿has pagado una cuenta en un hospital privado?
Educación: el Capitalismo nos ofrece un mar de información. Podemos saber todo lo que queramos. Sin embargo, el 80% de la información de que disponemos es falsa o inservible. Los años de esfuerzo y experiencia de cualquier profesional se viene abajo con cualquier estupidez de un “influencer” o las mentiras de los medios de comunicación diseminadas en redes sociales. En México por años, la educación también se dejó a los privados haciendo de sus egresados los privilegiados en el mundo laboral pese a que esa educación no necesariamente era de calidad, sólo era cara. Hoy esa educación ya ni siquiera te garantiza que en tu vida laboral recuperes la inversión. Amén de que proliferó la educación religiosa con su respectiva dosis de amenaza continua del infierno producto de una fe más relacionada con la superchería que con la espiritualidad. Si la información que consumes es basura, tu educación es también basura. En el discurso oficial de las élites si eres indio o moreno eres imbécil; por eso, Evo Morales es dictador mientras Trudeau cumple con el llamado de la democracia. AMLO es comunista pero Biden es sabio.
¿Realmente tienes en tus manos información que fortalezca tu educación?, ¿tener acceso a tanta televisión, cine, religiones, redes te regala mejor educación que un profesional cubano?, ¿sientes envidia por no tener la vida que presume un influencer o un actor de televisión?, ¿crees que como María la del Barrio te casarás con un millonario?, ¿crees que AMLO es naco y por tanto incapaz?, ¿te parecen más brillantes Biden y Trudeau que AMLO y Evo Morales sólo por el color de piel o porque los segundos son sólo latinoamericanos?, ¿sueñas con casarte con un blanco o blanca para “mejorar la raza”? ¿la buena educación y la libertad se basa en prejuicios de color de piel u origen étnico?, ¿crees que tener dinero te hace mejor persona?
Trabajo: lograr un puesto de trabajo, ¿realmente depende de tus habilidades?, ¿tu empleo te hace sentir realizado o sólo estás sobreviviendo?
A mí y supongo que a muchos de ustedes nos sucede que lo más importante para lograr un trabajo es tener conexiones, caerle bien a alguien, reverenciar a gente más tonta que tú, recibir propuestas de cama, aguantar desplantes y caprichos de quien tiene un puesto clave. Nada relacionado con tus capacidades. Pregúntate y sé honesto, ¿tu sueldo te satisface o por lo menos logras salir con la quincena?, ¿realmente vives mucho mejor que cualquier cubano?, ¿eres moreno o indígena y te es más fácil encontrar trabajo?, ¿ser moreno te hace sentir más libre que un blanco?, ¿sientes culpa o vergüenza por ser moreno o indígena?, ¿sentirse culpable es ser libre?
Seguridad: tener en la cabeza como único valor de un ser humano su dinero, provoca mucha frustración en quienes no lo tienen llevando a algunos a cometer actos ilícitos: tener dinero a toda costa. A mayor frustración acumulada mayor probabilidad de aumento en los índices de violencia. Quienes viven con dinero pero perseguidos por las autoridades, ¿qué tipo de libertad tienen? Los que se protegen de la violencia poniendo candados sobre candados, ¿de qué tipo de libertad gozan? ¿Tu nivel de seguridad es mayor al de un ciudadano cubano?
Medio ambiente: al capitalismo rampante, desbordado, mezquino bien podríamos llamarlo avaricia. La crisis ambiental mundial no la provocas tú cuando tiras la basura en la calle o quemas una llanta sino las grandes corporaciones que acaban con bosques, convierten descaradamente en fraccionamientos terrenos fértiles, arrojan desechos contaminantes a mar y ríos, envenenan con fertilizantes tierras cultivables y acaban con flora, fauna y con tu vida. Después se justifican que gracias a eso tú tienes un empleo; o sea, además tú tienes la culpa. ¿Sientes culpa por la desaparición de especies? ¿Vivir con culpa es sinónimo de libertad?
La única manera o mecanismo que existe para disminuir la avaricia individual es la de un ente moderador: el Estado. Un Estado saludable es un fiscal que protege tus intereses. Los países escandinavos tienen Estados fuertes y no por ello viven una dictadura. El terror al Estado es el resultado del discurso oficial de las élites igual al que nos hizo creer por 70 años que éramos una democracia.
Ya es tiempo de romper esas dicotomías anacrónicas analizando los elementos por separado de los modelos económicos o políticos para hallar un punto medio y no caer presa de un discurso que miente para beneficiar a un grupo. Ser moreno, indígena o simplemente latinoamericano no te hace ni más ni menos inteligente o capaz que un norteamericano, canadiense o europeo. La denominación de primer y tercer mundos fue un diagnóstico ya obsoleto. Si hoy la mayor preocupación de las naciones es el cambio climático y por ejemplo, los indígenas de América se han adaptado mejor al ambiente basados en el respeto al entorno, ¿quién pertenece entonces al primer mundo, ellos o nosotros?
Antes de unirte al coro de “Cuba libre” analiza tu propia vida, las condiciones en las que vives y el nivel de libertad real a la que tienes acceso todos los días en el mundo capitalista y no le hagas el “caldo gordo” a una élite que lo último que busca, es tu beneficio.