Por: Jorge Barrientos
“Nos convertiremos en Venezuela o en Cuba; ya parecemos gringos; busquemos imitar a Europa, el modelo japonés de desarrollo.”
Esos son algunos de los modelos “temibles o ideales” para unos y otros con los que hemos crecido y desarrollado en México… lo que nunca hemos oído, o creado, es el modelo “mexicano”.
Desde que inicia la administración de Andrés Manuel López Obrador, en México comienza un plan de desarrollo acentuado en el sur y sureste del país, que busca sacar de la pobreza a millones de habitantes al tiempo que se reforesta la zona.
Con proyectos como Sembrando Vida, el Tren Maya y el corredor del Istmo se busca integrar al sur al desarrollo que ha tenido el norte del país.
El programa Sembrando Vida se busca replicar en otros países de Centroamérica para ayudar a su desarrollo económico y con ello disminuir la migración hacia el norte. Su fin práctico es que a nuestro vecino Estados Unidos le comienza a interesar ahora que ven que a las puertas de su país llegan oleadas de migrantes centroamericanos a las que se suman haitianos que huyen de la crisis humanitaria en aquel país.
Hay quienes ven en la cumbre de la CELAC una actitud retadora hacia Estados Unidos, cuando la realidad es que son los Estados Unidos los principales interesados en que se lleve a cabo una reunión de esta naturaleza, pues una OEA desacreditada no es ya un organismo útil para ayudar a sus fines.
Después de la salida de Afganistán, y con los acuerdos entre Rusia y China, los norteamericanos entienden que se necesita reforzar los vínculos con Latinoamérica para crear un bloque integral de desarrollo y consumo. Ya no les conviene un subcontinente de pobres que solo cree pobres y narcos.
En este punto, el lugar que comienza a ocupar México es primordial gracias a un liderazgo capaz y con objetivos que no deja de guiñar a oriente para no cerrar puertas ni doblar manos.
Los presidentes de Uruguay y Paraguay llegaron a la CELAC con su propia agenda para golpear a los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua sin darse cuenta de que, al hacerlo, se colocan al nivel de esos países que tienen ideas, gobiernos y actitudes del siglo pasado. El actual gobierno mexicano es ejemplo vivo de que con la fuerza, la confrontación y la violencia no se logra ya doblar a nadie. Un gobierno que acabó con 35 años de Neoliberalismo de manera pacífica y con ayuda del Pueblo es el mejor ejemplo de que los cambios que se requieren será más fácil lograrlos convenciendo que violentando.
Parece que en poco tiempo se estará hablando del modelo mexicano.
Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.