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La importancia de la CELAC y la recuperación de la diplomacia mexicana
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La importancia de la CELAC y la recuperación de la diplomacia mexicana

Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Mientras el Partido Acción Nacional y parte del Revolucionario Institucional todavía batallan con los resquicios que les dejó la visita incomoda de Santiago Abascal, líder del partido español ultraconservador, Vox, el gobierno federal se apunta un acierto enorme con los excelentes resultados que dejó la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), celebrada en México este fin de semana.

Con la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador de rechazo al embargo económico contra Cuba, y sumado a la bienvenida que recibió el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, nuestro país se posiciona como esa potencia de la diplomacia que fue durante gran parte del Siglo XX y que sufrió estrepitosa caída en los sexenios de Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, con el famoso “comes y te vas” del panista, y las peleas en Twitter del ex Canciller aprendiz, Luis Videgaray, precisamente contra la administración chavista venezolana.

Durante el período neoliberal, México perdió la categoría para lograr acuerdos internacionales como los tratados de Tlatelolco para la no proliferación de armas nucleares en el continente, o los de Chapultepec, en pro de la paz en El Salvador; incluso, este tipo logros hicieron que el país ostente a un Premio Nobel de la Paz: Alfonso García Robles.

De igual forma, por esa independencia diplomática y respeto por el resto de naciones que se recuperó en la CELAC este fin de semana, nuestro país pudo formar parte del Grupo Contadora, un evento celebrado en 1983 donde representantes de Panamá, Venezuela, Colombia y México se reunieron para buscar soluciones a las guerrillas de Centroamérica. Personajes de la talla de Gabriel García Márquez, Alva Myrdal y el propio García Robles, fueron quienes asistieron a dicho acontecimiento, incluso mal visto por los Estados Unidos, pues contravenía a sus intereses.
En tanto, la CELAC es un mecanismo de concertación e integración regional creado el 3 de diciembre de 2011, en respuesta a la necesidad de realizar esfuerzos entre los Estados de América Latina y el Caribe con el fin de avanzar en la unidad y en la integración política, económica, social y cultural; asimismo, no oficialmente, pero queda de manifiesto, es un foro que trata de hacer contrapeso a la Organización de Estados Americanos (OEA), fundada en 1948, con el fin de que Estados Unidos pudiera inferir en la política al sur del continente.

Aunque han existido esfuerzos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), impulsada en 2004 por personajes como Luis Inácio Lula da Silva, Hugo Chávez y Fidel Castro, entre otros, o el Grupo de Puebla, la CELAC es un foro oficial cuya relevancia estriba en dar protagonismo a países del Caribe que generalmente en la Organización de las Naciones Unidas mantienen posturas contra imperialistas, pero que por su tamaño de pronto no son tomados en cuenta en el concierto internacional.

Asimismo, cohesiona a las naciones de América Latina sin la participación directa de Estados Unidos o Canadá, cuyas economías, culturas, mercados y sociedades son diametralmente distintas a las del resto de países del continente. Si bien es cierto que es importante mantener relaciones estratégicas con ambos países, la postura injerencista, sobre todo de EU, no permite un desarrollo sano de la región, algo que pudiera llevar a dinámicas mercantiles y aduaneras que por fin nos desarrollen como bloque, algo que pudiera competir a la Unión Europea o a los países asiáticos.

Así pues, no está demás mencionar la intervención del Jefe de Estado chino, Xi Jinping, durante la Cumbre de la CELAC, dando el claro mensaje de que, literalmente, medio mundo busca dar un cambio de liderazgo internacional, más aún cuando la presidencia de Joe Biden en Estados Unidos, ha sido opaca y ensombrecida por el fracaso de la intervención en Afganistán, que duró al menos veinte años y no los llevó a nada.

Ante este panorama, se manifiesta una gran oportunidad para México de ser cabeza latinoamericana, mostrando una postura firme en el discurso y ganando importantes aliados en la práctica.

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