El domingo culminó la jornada electoral del proceso más grande en la historia de México por el número de cargos de elección popular que se eligieron. Salvo por irregularidades aisladas que no pasaron desapercibidas para las redes sociales y para algunos medios de comunicación, la votación fue una verdadera fiesta ciudadana, en la que los mexicanos cumplimos con nuestra obligación y ejercimos nuestro derecho cabal y civilizadamente.
Como se esperaba y a pesar de que la propaganda de la oposición moralmente derrotada quisiera señalar lo contrario, la mayoría de los ciudadanos parecen haber decidido refrendar su apoyo a la 4ª transformación del país y votaron avasalladoramente a favor de los candidatos de Morena y su coalición en prácticamente todo el país.
A pesar de todo el dinero que pudieron desviar los gobernadores ladrones en sus Estados, la coacción del voto que intentaron llevar a cabo, las campañas masivas de propaganda contratada en todos sus medios chayoteros, las fortunas que la iniciativa privada de privilegios pudo destinar a través de Claudio X González, la propaganda de medios internacionales intervencionistas y la injerencia perniciosa del árbitro electoral, la alianza antinatura que tuvieron que configurar en contra de los principios que siempre pregonaron defender, perdió las elecciones.
De acuerdo con las cifras que arroja el sistema de conteo rápido conocido como PREP, el PRI no solamente no ganará ninguna de las gubernaturas en juego, sino que perderá 8 de los Estados donde gobierna; el PAN perderá 2 y conservará 2; y lo que queda del PRD perderá uno.
Adicionalmente, Morena y sus aliados conservarían la mayoría simple que ya tenían en la Cámara de Diputados, aunque contarán con más diputados de los que ganaron en 2018.
Si bien la Ciudad de México se llevó una sorpresa al dejar ir un buen número de las alcaldías en juego, ahí también conservó todas las del Oriente de la entidad, que dicho sea de paso, es la zona donde vive la mayoría de la población de esa ciudad.
Algo que tampoco se esperaba, era ganar el Congreso estatal en Tamaulipas, un Estado cooptado por el crimen organizado que desde ese órgano legislativo ha estado protegiendo a un criminal instalado en la gubernatura de la entidad y que hoy ya no contará con ese soporte.
Así es que la oposición reiteradamente derrotada echó su resto, pero continuará siendo minoría en la Cámara de Diputados cuyo control era su sueño húmedo más recurrente, sin poder meterle mano a placer al presupuesto federal y sin poder bloquear las iniciativas que permitan el avance de la transformación.
Por otro lado, esta transformación se va a profundizar con mucha fuerza ante la posibilidad real de gobernar 17 de las 32 entidades federativas del país y varios congresos locales donde no se eligió gobernador, como el de Tamaulipas.
En el Estado de México hay resultados mixtos, Morena gana la mayoría de los votos impulsado por Ecatepec, Ciudad Neza y Chimalhuacán entre otros, así comienza el fin de la hegemonía del PRI en su Estado insignia.
En resumen tuvimos una elección nutrida y civilizada, en la que la aplanadora ciudadana de la 4ª transformación propinó una tremenda arrastrada a la oposición, quién sin éxito, hizo su mejor esfuerzo para confundir la voluntad de los votantes y para comprar voluntades.
Hoy podemos decir con alegría que la 4ª transformación no solo va, sino que va a fondo.
Como dijo el industrial estadounidense Henry Ford: “Ir juntos es un comienzo, mantenernos juntos es un progreso, trabajar juntos nos hará triunfar”.