¿Qué nos garantiza el avance de la 4T?
Se cumplieron los dos primeros años del gobierno actual y con ellos se concretó el desarrollo de la estructura fundamental que está permitiendo la transformación profunda de la vida pública de México, en un sentido de sociedad incluyente y libre.
Muchas de las medidas que se aplicaron al inicio de estos dos años como disposiciones administrativas para llevar a cabo acciones urgentes, hoy se encuentran ya asentadas como obligaciones y derechos en la Constitución y en las leyes.
En la etapa que arranca a partir de aquí, toca consolidar esas acciones en la práctica, adelantar el avance de los grandes proyectos de infraestructura, así como de la participación del capital privado en los demás, y gradualmente ir consiguiendo el desarrollo de la estructura socioeconómica del país con un mejor nivel de bienestar para todos.
Está muy claro que el proyecto enfrenta resistencias de parte de quienes antes eran beneficiados por el sistema neoliberal y por la corrupción generalizada, a costa del perjuicio de la mayoría. Eso es normal, ninguno de ellos esperaba que se aplicaran los cambios necesarios a la profundidad que se ha logrado hacer en tan poco tiempo.
Solo hay que recordar la historia para darnos cuenta de que los períodos de ajuste de las transformaciones, nunca fueron tan cortos como lo está siendo este. Después de la consumación de la Independencia, cuya lucha tomó 11 años, transcurrieron alrededor de 40 ajustes más para que se definiera un rumbo en un sentido claro con la Reforma.
El mismo desarrollo de la ideología, transcurrió por un período de profunda incertidumbre y definición que tomó 25 años, mientras se definían con claridad las líneas de pensamiento político, social y económico, con José María Luis Mora definiéndose gradualmente como el ideólogo principal del pensamiento liberal y Lucas Alamán haciendo lo propio en el pensamiento conservador, desde 1921 hasta 1944.
La Revolución tomó 7 años para consolidarse en una Constitución y muchos más para definir un rumbo claro en su camino hacia el nacionalismo revolucionario y luego, en el desarrollo estabilizador que inició en los años 40 del siglo pasado, aunque ahí ya se contaba con las bases ideológicas de esas 2 corrientes que parecían tomar forma en 1939 con el nacimiento oficial del partido de la derecha.
En la Historia moderna de México esas aparentes 2 corrientes de pensamiento se orientaron en la práctica hacia un mismo lado, priorizando los privilegios de grupos y minorías que saqueaban al país, aprovechando el diseño que tenían las instituciones desde la época colonial y que ninguna de las transformaciones había sido capaz de modificar.
La decadencia en el período neoliberal representó la opulencia, los privilegios desmedidos y el aprovechamiento de la corrupción en beneficio de unos cuantos, pero sumió a la enorme mayoría en la violencia, la pobreza, la injusticia y la indefensión, provocando que esta mayoría se agrupara en torno al proyecto de transformación que estamos llevando a cabo.
Para desgracia de los conservadores, hoy convertidos en una pequeña oposición moralmente derrotada, la esencia de su ideología siempre ha estado asentada en la búsqueda de beneficios individuales. No tienen espíritu de cuerpo. No son capaces de buscar un beneficio común porque ese concepto no existe en su inventario ideológico. La primera oportunidad que ven de conseguir un beneficio personal, los impulsa a abandonar su propio barco, para aprovecharse individualmente.
Esto garantiza el avance de una transformación incluyente que los va a beneficiar incluso a ellos, aunque no lo hará en la misma medida en la que su egoísmo los tiene acostumbrados.
Como diría el filósofo y estadista británico Sir Francis Bacon: “El egoísta sería capaz de prenderle fuego a la casa del vecino para freír un huevo”.