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Crónica de un ahogamiento anunciado
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Crónica de un ahogamiento anunciado

Las inundaciones en Tabasco parecerían ser una maldición a la que los habitantes de ese Estado están condenados a padecer año con año, sin que hasta hoy se haya dado una explicación clara de lo que sucede ahí cada temporada de lluvias.

La explicación a esta calamidad, como a muchas otras de cuyas causas no habíamos tenido información clara, tuvo que venir directamente de parte del mismo Presidente de la República en su conferencia mañanera.

Cuando los que habíamos tratado de explicarnos el problema, pensábamos que se trataba sólo de una cuestión de asentamientos irregulares en zonas riesgosas, derivado de permisos de construcción otorgados por medio de la corrupción, hoy entendemos que las causas que originan el problema son más complicadas que eso.

Sucede que en la planicie de Tabasco, las tierras bajas siempre se han inundado a causa de la confluencia de varios ríos en una zona determinada, los cuales trasportan grandes cantidades de agua derivadas de las fuertes lluvias que reciben los Estados de Chiapas y Tabasco cada año.

Las tierras bajas fueron ocupadas por la población originaria, a quienes se les despojó de sus propiedades en las tierras altas y ahí están asentados soportando las inundaciones año con año.

Sin embargo, el problema actual tiene origen en la administración deficiente que las autoridades han llevado a cabo durante décadas, en las que los ríos no se han desazolvado y sus condiciones no permiten que el agua circule con la velocidad que se requiere hasta el mar.

Sucede que el presidente Madero autorizó un programa de desazolve de los cauces de los ríos, luego lo ordenó también Álvaro Obregón durante su mandato, y el último que lo hizo fue el presidente López Mateos. Así es que desde antes de 1964 ningún gobierno se ha tomado la molestia de atender este problema y los ríos se han bloqueado favoreciendo las inundaciones.

Además de esto, las cuatro presas construidas para la generación de energía y control del agua desde Chiapas hasta Tabasco, se llenan generando el riesgo de ruptura de las paredes por lo que se tienen que desfogar, abonando aún más a la inundación de la planicie tabasqueña.

Para que las presas no se llenaran, tendrían que poner en operación permanente sus turbinas generadoras de energía eléctrica; sin embargo no lo hacen, dando prioridad a que las empresas privadas generen y surtan esa energía. Además de que se cuenta con la capacidad para hacerlo en las presas, las turbinas deben trabajar en forma constante durante la época de lluvias dando prioridad a la seguridad de los habitantes y no a los intereses de las empresas privadas.

Por fin por primera vez en la historia, el gobierno federal que este año desplegó el esfuerzo de todas las dependencias involucradas para atender el problema en Tabasco, decidió dar una solución integral y definitiva para que los habitantes no tengan que volver a sufrir lo que han venido padeciendo históricamente, que este año afectó a más de 35 mil viviendas y casi 150 mil personas en ese Estado.

La solución implica un programa permanente de desazolve de ríos y construcción de bordos, la administración de las presas dando prioridad a la seguridad de la población y no al interés de las empresas privadas, un programa de desarrollo de vivienda que reubique a la gente que vive en zonas de riesgo, y la intensificación de los apoyos de bienestar para la población.

La pregunta es ¿Por qué tuvieron que pasar casi 60 años para que alguien volviera a atender este problema y más de 110 años para que un gobierno planeara una solución definitiva a esta calamidad?

La realidad es que nadie lo resolvió antes porque no era negocio. Afortunadamente para los habitantes de Tabasco, las prioridades del Estado Mexicano hoy empiezan por proteger la vida y procurar el bienestar de la población, y no por atender los intereses de minorías para repartirse un botín.

Como dijo la activista birmana premio Nobel de la Paz en 1991, Aung San Suu Kyi : “La verdadera medida de la justicia de un sistema, es la cantidad de protección que garantiza a los más débiles”.

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