PAN y PRI han sido exhibidos por sus propios ‘amigos’
Emilio Lozoya, exdirector de PEMEX en el sexenio de Peña Nieto y operador principal de toda la maquinaria de corrupción aplicada para realizar el saqueo de la industria petrolera mexicana, todavía no ha declarado ante el Ministerio Público Federal en México.
Sin embargo, sólo con la declaración que hizo ante las autoridades españolas, que fue filtrada por su abogado y que se coló hacia los medios, el escenario político del país ya se encuentra en completa ebullición.
En días pasados, la revista Proceso difundió parte del contenido de las declaraciones de Lozoya en España; hoy lo hizo el Reforma, órgano de propaganda favorito de la derecha, revelando nombres de los legisladores sobornados para aprobar la reforma energética y algunas cantidades específicas entregadas por Lozoya.
Por su lado, otro paladín de la defensa a ultranza de las transas de la derecha y participante activo en montajes que llevaron a gente inocente a la cárcel, Carlos Loret, parece también traicionar su inclinación discursiva, y revela parte del modus operandi mediante el cual Lozoya llevaba a cabo la entrega de sobornos.
Aunque no deja de llamar la atención que Proceso, Reforma y Loret, tres elementos de propaganda incluidos en el proyecto BOA como arietes potenciales de la oposición en contra del Gobierno Federal, se encuentren hoy ayudando a dinamitar la imagen de la oposición, lo más taquillero, por llamarle de alguna forma, es la participación de Ricardo Anaya como pieza central del mecanismo de corrupción que hizo posible la aprobación de esa reforma energética.
Junto con él, que de acuerdo con la información publicada, recibió casi 7 millones de pesos por ayudar a Lozoya a operar este gran fraude en el Congreso de la Nación, aparecen los nombres de los gobernadores actuales de Querétaro y Tamaulipas, entre otros legisladores de esa época, como beneficiarios del dinero sucio de Lozoya, que recibieron para emitir su voto a favor del saqueo energético.
Así como lo hizo hace unos días el presidente del PRI, al desconocer a Lozoya como miembro de ese cartel político, hoy salió el del PAN a decir que el caso Lozoya se ha armado para dañarlos a ellos.
Las declaraciones de ambos han funcionado como bumerán en la reacción de la opinión pública, que lo menos que ha hecho es mofarse de los dos hasta el cansancio.
Parecen no darse cuenta, de que quienes están difundiendo esta información no son funcionarios del gobierno o de la fiscalía, sino sus propios “amigos”. Los medios y opinadores que los han venido defendiendo durante décadas a cambio de dinero, y que hoy por alguna extraña razón que seguramente también tiene que ver con sus propios intereses, los balconean cínicamente, contradiciendo todo lo que habían dicho de ellos en el pasado.
No deja de resultar sorprendente que Lozoya todavía no empieza a declarar en México, y ya comenzó el terremoto político, que tiene a los prianistas completamente mareados por el zarandeo que provocó una sola declaración de este individuo.
Por lo pronto, la imagen del joven progresista, audaz, triunfador, y prototipo del neoliberalismo deseable con la que trataron de ungir a Ricardo Anaya y a sus compañeros de cartel político cuando fueron candidatos, quedó reducida a la de simples coyotes, dispuestos a entregar la riqueza de todos los mexicanos a cambio de unos cuantos pesos.
Como lo dijo el escritor Publio Sirio en época del Imperio Romano: “El que ha perdido el honor ya no puede perder más.”