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La tragicomedia de la prensa en México
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La tragicomedia de la prensa en México

Parece que los periodistas conservadores se empeñan en representar un papel cómico, en las conferencias mañaneras.
Han ido de descalabro en descalabro, en su intento por silenciar a un presidente que no insulta, pero sí dice las cosas claras.

El concepto de diálogo circular se les indigesta, acostumbrados como están, al ejercicio de un periodismo donde ellos preguntan a su antojo y reciben respuestas que más o menos se acomodan a la dinámica que establecen.
En las conferencias mañaneras, las cosas son distintas. Ellos preguntan igual que siempre, pero las respuestas del presidente, los involucran muchas veces como actores principales en el tema que se toca ese día.

Las preguntas tendenciosas son desenmascaradas de inmediato por López Obrador, quien también hace referencia a los medios de comunicación que han sido incondicionales de los grupos conservadores que gobernaron al país por décadas.
El viejo periodismo, acostumbrado a poner en el banquillo de los acusados a sus entrevistados, no acepta que en tiempos de la Cuarta Transformación, el quehacer de la prensa nacional sea puesto a juicio de los ciudadanos.

Que se hable de una prensa chayotera les molesta. Pero ésta ha existido y existe aún en este momento. Cambió el patrón (antes era el gobierno y hoy son los capitales conservadores), pero la corrupción es la misma.
Que un buen número de periodistas se vende y trabaja a sueldo de quienes mejor paga, no es un secreto para los ciudadanos en el país.

Pero a la prensa le molesta que se hable sobre el particular. Y específicamente les incomoda que sea el presidente, el que abra la caja de Pandora.

Los grandes capitales conservadores, han invertido bastante dinero y tiempo en los medios de comunicación y en los periodistas que están a su servicio.
A un año de la llegada de la Cuarta Transformación al poder, podemos decir que los resultados alcanzados por la reacción en este momento, son pobres.

Los ciudadanos mexicanos aprendimos a desconfiar de este tipo de periodismo y optamos por medios de comunicación alternos que brindan una visión clara sobre lo que en realidad se vive en el país.

La victimización de la hoy llamada #PrensaChillona, no le ha servido en nada a los intereses conservadores. Existe un rechazo generalizado hacia unos periodistas carentes del más elemental concepto de la ética. Llegan a la conferencia mañanera con la intención de provocar al presidente, con preguntas que en muchas ocasiones rayan en la ofensa, o en la descalificación personal.

Los mandan a eso y ellos, que han vendido su alma sin pudor alguno, obedecen la instrucción que les hacen llegar sus patrones.

El problema surge cuando las respuestas del presidente los evidencian. Los deja desnudos ante una audiencia crítica que no tarda en darse cuenta del tipo de periodismo que practican. Periodismo chayotero sin duda alguna.
Aunque López Obrador platica a diario con más de una decena de estos reporteros, no pierde la calma y, hasta el día de hoy, no ha podido ser derrotado en un diálogo, donde la verdad que maneja el presidente, sale airosa, a pesar de los intentos de esos periodistas, por desvirtuar el trabajo que realiza la Cuarta Transformación.

En redes sociales, el presidente cuenta con una aprobación calculada en un poderoso setenta por ciento, mientras que la prensa conservadora, ha visto bajar su credibilidad a niveles nunca antes vistos. Adicionalmente, las redes sociales crecen y con ello, las plataformas informativas independientes. El gran reto para el periodismo conservador, estará en enfrentar a toda una nación, comunicada vía internet. La verdadera información llegará a cada rincón del país por esta vía y los medios tradicionales irán despareciendo poco a poco.

El día de hoy, fuimos testigos en la conferencia mañanera, del último intento de ese periodismo nacional en decadencia, por acallar a la voz que más les molesta en este momento: la voz del presidente.

Invitados a participar en el evento y habiendo obtenido el uso de la voz para formular sus preguntas, un grupo de “defensores de periodistas” internacionales pretendieron, con los pocos datos que “organizaciones sociales” y “treinta periodistas en todo el país” les dieron, obligar al presidente a formular un compromiso inmediato, mediante el cual se comprometía a no volver a cuestionar a la prensa quejosa, con adjetivos y citas que pudieran molestarlos.
Estos “defensores”, que no se tomaron la molestia de ver las conferencias mañaneras de los días anteriores, atribuían a López Obrador la frase “muerden la mano de quien les quitó el bozal”, sin saber que la misma, fue dicha por Gustavo A, Madero. Señalaron que el presidente se había referido a la “prensa corrupta”, aliada a los “poderes corruptos”. De igual modo, pedían garantías para los periodistas que han visto amenazadas sus vidas. Lo curioso es que todo lo enfocaron en el aspecto económico, solicitando mayor presupuesto para garantizar la seguridad personal de quienes se encuentran en peligro.

Su intención era obtener un compromiso, mediante el cual el presidente de la república no volvería a colocar esos adjetivos a quienes forman parte de los medios de comunicación, controlados por la derecha reaccionaria.
La respuesta del presidente fue terminante. “No puedo hacer tal compromiso, porque jamás he ofendido en lo personal a un periodista”.

Explicó con claridad a estos “defensores”, que la Secretaría de Gobernación dejó de ser el órgano represor del Estado y que se ha transformado en esta administración, en el defensor oficial de los derechos humanos. Ahí se garantiza la integridad física de cualquier periodista, al igual que la de sus familiares. No hay límite presupuestal para ello.
Estos invitados internacionales, no llegaron solos a la conferencia. Los prepararon anticipadamente, para evidenciar al presidente y sacar un compromiso que los inmunizaba contra cualquier crítica futura.
Al final, salieron todos ellos, para variar, con la cola entre las patas.

Ya corre en redes sociales la etiqueta #PrensaChillona, que sigue restando credibilidad al tipo de periodismo que practican y a las posiciones personales que asumen.
Más que una línea de acción seria y responsable, que pueda enfrentar al discurso oficial del presientes, los comunicadores conservadores están actuando en base a ocurrencias.

Hasta el momento, todos sus intentos han terminado en fracaso y burla.
Pocos los toman en serio y son menos los que se acercan a informarse en sus espacios periodísticos.
Cada que los ciudadanos ven el inicio de un nuevo ataque al presidente, por parte de este sector de la prensa, el café y las galletas resultan indispensables para disfrutar un nuevo capítulo de la tragicomedia, en la que los periodistas reaccionarios, pelean, sufren y al final lloran, víctimas de un presidente que les habla claro y de una sociedad que no los comprende.
Su único consuelo es el “chayote” recibido quincenalmente.
De verdad, hoy en día no hay oposición conservadora. No existe un frente serio.

Malthus Gamba

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