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Y sí, están funcionando los abrazos de AMLO
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Y sí, están funcionando los abrazos de AMLO

Decir derecha delincuente es un pleonasmo. Aunque esto aplica en cualquier parte del mundo, para comprobarlo sólo hay que observar el comportamiento de los políticos y los países neoliberales en todo el planeta; en México el ejemplo es claro, la naturaleza delincuencial de la derecha representada por el sistema neoliberal que nos sofocó durante décadas, se ha vuelto evidente en la medida que la transformación del país les ha ido retirando el disfraz de decencia con el que se cubrían.

En prácticamente todos los ámbitos de la sociedad, de la política y de la economía, el desempeño de los traficantes de influencia, disfrazados de hombres de negocios o empresarios; de los secuestradores del poder disfrazados de políticos, agrupados en cárteles del crimen organizado de cuello blanco; los medios de propaganda disfrazados de prensa libre, de alguna manera han permitido, fomentado y actuado en complicidad con los delincuentes comunes en actividades ilegales, para beneficiarse a costa de todos los demás.

Nunca ha sido más evidente su complicidad coordinada, como sucedió hace unos días en los que una banda de delincuentes pertenecientes al Cartel Jalisco Nueva Generación se puso a quemar vehículos y tiendas de convivencia en distintas ciudades del país, mientras los medios de propaganda, las marionetas contratadas por ellos para opinar, los traficantes de influencias y los políticos de oposición magnificaban los hechos para provocar terror entre la población.

Últimamente, con la detención de Murillo Karam por su participación decisiva en la tortura, desaparición forzada y ocultamiento de la verdad en el caso Ayotzinapa, la reacción de las marionetas en los medios y de los políticos del cartel del PRI, al que pertenece, se volcaron en manifestar su apoyo al delincuente que consideran perseguido político.

Pero estos son solo 2 ejemplos extremos de lo que ha sucedido en los últimos 4 años, en los que se ha evidenciado cada vez más que la derecha en México es sinónimo de delincuencia y que prácticamente ninguno se salva.

La lucha frontal contra la corrupción que decidió emprender el gobierno federal desde hace 4 años, ha involucrado incluso a funcionarios que fueron nombrados en este mismo gobierno, como sucedió en el caso de Segalmex; la diferencia es que hoy se les descubre, se les despide y se les castiga de inmediato, no se les encubre para que continúen saqueando, como sucedía en el pasado, cuando llegaban a arreglos inconfesables para mantenerse en el negocio a cambio de repartir el botín.

Así hemos visto salir a la luz a cárteles y bandas de delincuentes de cuello blanco que han estado incrustados en las distintas estructuras del poder político y empresarial, repartiéndose concesiones sobre las riquezas del país, así como grandes cantidades de dinero derivadas del presupuesto público impunemente.

Los negocios en la banda de Collado, en el cartel de Lozoya, en la pandilla de Rosario Robles, en los estados que han cobijado a la delincuencia común como Guanajuato, Tamaulipas, Jalisco, Nuevo León, Estado de México, Chihuahua, Coahuila, Quintana Roo y varios otros donde hoy todavía campea el crimen a pesar de los esfuerzos del gobierno federal por combatirlo.

Cárteles inmobiliarios, diputados y senadores panistas, priistas, perredistas y emecistas corruptos y rateros; magnates empresariales ladrones de agua, luz, gasolina e impuestos; medios de propaganda y opinadores mercenarios; todos descubiertos y desenmascarados ante la opinión pública: Delincuentes iguales a los que asaltan, venden droga, asesinan, incendian y extorsionan, defendiendo los mismos intereses y principios de actuación.

Un puñado de alimañas podridas, encubriéndose unas a otras, culpando al actual gobierno con el cuento de la persecución política, convertidos en material deleznable, ideal para ser concentrado en los penales que ellos mismos construyeron, donde esperamos verlos caer poco a poco hasta que nuestra sociedad se limpie de su inmundicia.

Como dijo el poeta latino Horacio: “Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”.

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