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UNIDAD CONTRA MAFIA EN EL PODER JUDICIAL
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UNIDAD CONTRA MAFIA EN EL PODER JUDICIAL

No fue una sorpresa que la Suprema Corte de Justicia tirará el Plan “B”, aprobado por el Congreso de la Unión. Se sabe en todo el país que el dique a la democracia en este momento, se encuentra enquistado en el último reducto que le queda al Poder Económico y que paga bien a sus “soldados” por los servicios prestados en favor de su causa.

La Suprema Corte es hoy el búnker donde se refugian los restos de un neoliberalismo que ha sido expulsado de manera paulatina, de todos los espacios de gobierno, a nivel federal.

Tampoco fue una sorpresa que la Suprema Corte desechara esa Ley ya aprobada, por cuestiones de procedimiento y no por su contenido.

Para los nueve ministros que votaron a favor de suprimir la parte primera del Plan “B”, resultaba más cómodo determinar que se acreditaban fallas de procedimiento que anulaban por sí mismas el contenido de la Ley aprobada, que descalificar constitucionalmente cada parte de lo que se había legislado.

Como siempre, el motivo manejado por esta mediocre Corte de Justicia, fue la de proteger la letra de la Constitución.

Y uno no entiende cómo no se les cae la cara de vergüenza, al acudir a esta supuesta limpieza en la interpretación de nuestra Carta Magna, cuando mantienen sus insultantes sueldos, superiores a lo que gana el presidente del país, en violación flagrante a los que establece la Constitución.

O cuando disfrutan de beneficios nacidos de vacíos administrativos y legales, que les permiten manejar millonarios fideicomisos, sobre los cuales no rinden cuantas a alguien y que terminan siendo utilizados para gozar de privilegios que ellos mismos se han otorgado.

El daño que causan a la sociedad mexicana, al tomar decisiones de corte político y siempre en favor de la causa conservadora, es grande. Esta vez, desechan la parte primera del Plan “B” electoral, por cuestiones de forma y no de fondo.

Y su papel no es ése. Pretenden legislar y usurpar funciones propias del Congreso, cuando lo único que les compete por Ley, es analizar si los asuntos que llegan a sus manos se ajustan al marco constitucional.

Lo bueno entre tanta corrupción anidada al interior del Poder Judicial, es que al presidente López Obrador no lo han podido tomar por sorpresa, en cada intento que hace la oposición por frenar el cambio democrático en el país.

Aunque parte del Plan “B” no pase la aduana de la corrupta corte, ya se verificó un cambio significativo al interior del Instituto Nacional Electoral.

Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, Edmundo Jacobo y buena parte de los mandos en el INE, salieron hace unas semanas del instituto.

Llegan en su remplazo nuevos perfiles, que nada tienen que ver con los vicios, enjuagues y negocios turbios de los corruptos salientes.
Ese paso hacia la verdadera democracia ya está dado y es irreversible.

El fraude, como mecanismo de triunfo opositor en futuros procesos electorales, está condenado al fracaso.

Mientras exista unidad dentro del INE, para garantizar elecciones limpias, nada conseguirán las manzanas podridas que quedan aún dentro de ese organismo.

Algo similar se intentó en la Suprema Corte, al inicio del sexenio. López Obrador propuso perfiles que prometieron luchar por una democratización y limpieza profunda al interior del Poder Judicial. Y no todos cumplieron.

Juan Luis González Alcántara Carrancá y Ana Margarita Ríos Farjat, una vez obtenido el cargo y viendo que los privilegios y beneficios estaban del lado de quienes protegían los intereses del Poder Económico, no dudaron mucho para poner su lealtad al servicio de la oligarquía.

Solo la ministra Yasmín Esquivel desoyó el canto de las sirenas y se ha mantenido firme en favor de los interese del pueblo de México y de la democracia, entendida como una forma de pensar y actuar, que liga la letra de la Constitución, a las necesidades reales de la gente.

Por eso ha sido tan atacada por políticos, medios de comunicación y empresarios reaccionarios.

La unidad se rompió dentro del grupo de nuevos ministros y por eso, hoy son respaldadas todas las inconformidades que presenta la oposición, en contra de los cambios que impulsa la Cuarta Transformación.
Pero aparte eso, todos conocemos bien en qué consiste el Plan “C” del presidente López Obrador.

Mayoría Calificada en el Congreso de la Unión, después de las elecciones federales del 2024.

Mayoría Calificada para aprobar sin problemas, todas las Reformas Constitucionales, presentadas por el presidente y el bloque de izquierda, antes de entregar el poder a su sucesor.

Mayoría Calificada para desterrar del Poder Judicial, a todos los funcionarios corruptos, buenos para defender sus insultantes sueldos, sus fideicomisos millonarios y los privilegios de una clase reaccionaria, tan corrupta como ellos y que quiere a toda costa recuperar el poder.

Para conseguir esa mayoría es indispensable la unidad. El presidente lo sabe y está trabajando en eso.

La reunión que tuvo hace unos días con senadores y con las cuatro “corcholatas” de Morena, lo demuestra.

López Obrador se da cuenta de que está peligrando la unidad al interior del Movimiento y pide por lo mismo, que la dirigencia de Morena, piense en la conveniencia de acelerar el trámite de selección de candidato a la presidencia.

Que termine el enfrentamiento entre los grupos radicales que lanzan lodo a diario, en contra de las “corcholatas” que le compiten a su favorito, o favorita.

Es más, de acuerdo a lo que se conoce sobre esa reunión, López Obrador sugiere a la dirigencia del Partido, que se analice la posibilidad de conseguir una Candidatura de Unidad.

Un solo participante, aceptado y respaldado por el resto de la gente del Movimiento. Un candidato que se acompañe en el siguiente sexenio, por todos los perfiles fuertes que participan en la actual administración.

La división al interior de Morena es evidente. Hay grupos que a todas luces respaldan a una u otra “corcholata”, y algunos de sus seguidores, por conveniencia política o de otro tipo, lanzan lodo diariamente a los otros aspirantes a la candidatura de Morena.

Esto debilita al Movimiento, porque ese desgaste innecesario, es advertido por los ciudadanos. Quien quiera que alcance la candidatura, llegará muy manchado a la contienda del 2024.

La unidad es el motor de cambio en este momento.

Si queremos Mayoría Calificada en la próxima Legislatura Federal, debemos comenzar a construirla desde ahora.

Una candidatura de unidad, sería excelente para el Movimiento.

Aunque los belicosos, radicales y miopes defensores de una sola de las tres “corcholatas” de Morena, prefieran destruir un poco más esa unidad, con tal de ver que al final de una guerra entre hermanos, queda en pie únicamente, la “corcholata” de sus amores.

Eso no se los vamos a permitir.

Malthus Gamba

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