Postigo
Por José García Sánchez
@Josangasa3
La escala de valores de los conservadores les pinta de cuerpo entero al otorgar más importancia a los dogmas de fe que a las leyes. La herencia de la colonia española es más fuerte que cualquier suceso histórico posterior. Las leyes de reforma se parecen a cualquier obra pública de la actual administración a las cuales los de la derecha desconocen.
Cuando la Comisión Nacional de Derechos humanos apoya la reforma electoral, de manera indirecta y amparado en el artículo 102 constitucional, esa parte desarticulada de la sociedad mexicana pone el grito en el cielo.
Sin embargo, cuando la Conferencia del Episcopado Mexicano sale en defensa abierta del INE, y detalla argumentos y sus razones a esos conservadores no les llama la atención siquiera, a pesar de que violan la ley. El artículo 130 de la Constitución deja sin derechos políticos a los sacerdotes, sin importar su religión.
La escala de valores de los conservadores viaja por el tiempo y tergiversan la percepción de la legalidad. Sus intereses están por encima de la ley, de la historia, de la memoria y de la dignidad de los mexicanos.
Ahora que se descubrió otro desvío de fondos del INE, al canalizar a su Fondo para Atender el Pasivo Laboral los ahorros generados por vacancia de plazas, en lugar de regresarlos a la Tesorería de la Federación como establece la ley, según denunció el órgano Interno de Control del Instituto, el hecho se suma a la urgente necesidad de transformar.
La ponderación de la opinión de la iglesia sobre las leyes habla de un conservadurismo que se quedó en el México de hace 500 años. Lo más grave es que ni siquiera ponen en duda que haya razón legal que la Conferencia del Episcopado Mexicano hable de elecciones, política y del INE.
A la derecha en México le hacen falta refuerzos, su fragilidad creciente requiere urgentemente de agentes externos que puedan apoyar sus posturas muy desgastadas por fake news y visión caducas de la realidad; sin embargo, al tomar como referencia la petición del clero no habla de un conservadurismo más rancio que muchos de los anquilosados en el pasado en Europa, donde ya muestran una decadencia total.
Dar más importancia a los líderes religiosos que a las leyes que nos rigen a todos, incluyendo a los curas, muestra una preocupante percepción de la derecha y no nos preocupa su fuerza sino su patológica mirada al pasado.
Es precisamente esa visión la que ha desarticulado a la derecha y la ha puesto contra la pared, su visión del mundo es a través de los anteojos del pasado y de sus intereses, lo cual obnubila la percepción de la realidad.
Dar prioridad a las palabras de los clérigos y rechazar contundentemente las de los derechos humanos, lanza una alerta sobre la salud mental de los conservadores que ya han puesto, los focos rojos a más de un siquiatra.
El caso más reciente es el de un diputado local panista de Nuevo León, Jesús Gómez Reyes, quien golpeó y privó de su libertad a una mujer, evidencias y testimonios lo acusan. Hay pruebas.
Esa es la clase de político que pondera la palabra de los curas ante las leyes que deben respetar en lo político y en la vida privada.