Hay que tener cuidado con los movimientos del imperio. Hay que analizar cuidadosamente las jugadas que intente Trump. Hay mucho engaño, fanfarronería y mentira en ellas.
El segundo arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, desata una serie de comentarios y preocupaciones, que tienen que ver en mucho, con la idea de que el más poderoso imperio económico hoy en día, se alista para tomar las riendas políticas, bélicas y sociales, en todo rincón de nuestro planeta.
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Donald Trump amenaza, sanciona, expulsa, agrede, se burla y humilla a todo aquel que se encuentra en la órbita de su discurso arrebatado, que intenta crear las condiciones de rendición anticipada del potencial contrincante, que preferirá (según su intención) acceder a cualquier condición impuesta, antes que enfrentar la furia del representante del imperio.
El primer ministro canadiense fue la víctima propiciatoria en este ritual de amedrentamiento, donde no bastó la humillación pública a que fue sometido por Trump, sino que fue colocado en una posición tan desfavorable, a los ojos de los canadienses, que no tuvo otro camino disponible, que el de salida vergonzosa por la puerta trasera, renunciando a cualquier intención de reelección.
Este ejemplo del poder que tiene Trump, ha generado preocupaciones y temores en algunos. Es decir, hay quienes en este momento, están jugando en el terreno y con las reglas que impone un violentador político profesional, que dispone de los medios de presión y chantaje necesarios.
Sin embargo, hay que considerar que el primer ministro canadiense fue en realidad un contrincante muy débil. Alguien que asumía el papel del subalterno que intenta halagar y ceder al límite, ante cualquier presión del oponente al que ve como rival imbatible, desde antes de iniciado el combate.
Trump intenta desmoralizar al oponente, para llegar con ventaja al momento en que deban tomarse decisiones que requieren la aceptación de reglas que beneficien preferentemente al gobierno norteamericano.
¿Pero en verdad tiene tanto poder el reelecto presidente estadounidense? ¿Puede amenazar al mundo entero, alardeando de una fuerza incontenible capaz de enfrentar a varios adversarios económicos y enemigos bélicos al mismo tiempo? ¿Vivimos en un mundo unipolar, donde la voluntad del gobierno de un país debe ser considerada como regla incuestionable para todos?
Parece que no.
Donald Trump llega a la presidencia, en virtud a un descontento social generalizado, que es consecuencia de las políticas públicas desastrosas, implementadas por el partido demócrata, en manos de Joe Biden. El fenómeno inflacionario que vive el país, dio oportunidad a los republicanos, para acceder al poder de nueva cuenta, en base a promesas de estabilidad económica y crecimiento real. Un error de Trump en este sentido, donde el índice inflacionario se mantenga o incremente, echará por tierra el castillo de naipes que hasta hoy ha construido el reelecto presidente, en base a discursos, promesas y amenazas.
El partido republicano tiene mayoría en el Congreso y en teoría, respalda, o debería respaldar al presidente. Pero no todos los congresistas republicanos están de acuerdo con la visión y el proyecto presidencial. En algunos casos, brindarán su respaldo a las iniciativas ejecutivas, pero en otros, considerados menos acordes con la política tradicional conservadora, costará más trabajo crear la mayoría suficiente. Si es que la logran. Por su parte, el partido demócrata pondrá suficientes piedras en el camino, para que los cuatro años del gobierno trumpista, no sean de feliz tránsito.
Se dice que Trump se ha rodeado de los hombres más ricos y poderosos del planeta. Pero esto no es novedad. Todos los presidentes norteamericanos han servido al verdadero poder financiero desde hace décadas. Lo novedoso que se aprecia en este momento, es que algunos de estos magnates multimillonarios, hacen política de manera personal y abierta, sin necesidad de intermediarios fieles que cumplen la misión de defender y acrecentar la riqueza de los grandes monopolios. Y son tan infantiles y poco aptos para la política, que festejan sus primeros triunfos electorales, con bailes ridículos y saludos de corte fascista que ofenden a millones de ciudadanos en el mundo.
La deuda acumulada del gobierno de Estados Unidos, es la más grande que se conoce hasta la fecha y su principal acreedor es China. El gobierno estadounidense teme al crecimiento económico chino, que no se detiene y absorbe mercados y coloca productos y servicios, a pesar de sanciones y juego sucio en su contra.
China es el enemigo económico de Estados Unidos, tanto como lo es en el aspecto bélico, Rusia, aliada China, que cuenta con el mejor armamento conocido. Por tanto, las amenazas de sanción que les anticipa Trump a estas dos potencias, solo provocan risa en quienes saben que no se vive en un mundo unipolar, donde la voluntad estadounidense es ley, sino en uno donde tres potencias poderosas, tienen esferas de influencia suficientes, para considerarse con la fuerza requerida para enfrentar cualquier amenaza externa. El gobierno norteamericano no puede doblegar a China, o Rusia, a menos que desate una tercera guerra mundial y milagrosamente salga victorioso de ese desastre mundial.
A unos días de haber asumido el poder, Trump ya vive sus primeras derrotas internas y externas. Dentro de su país, un juez otorga un amparo que detiene la iniciativa presidencial, que niega la ciudadanía norteamericana a los nacidos en ese país, sin tener padre o madre estadounidense.
Son varios los estados que han presentado inconformidades sobre ese decreto violatorio a la letra de la constitución y a los derechos humanos.
Por otra parte, su iniciativa para deportar masivamente a indocumentados de habla hispana, hacia territorio mexicano, ha provocado tanto miedo en la clase trabajadora hispana de ese país, que fábricas, negocios y jornaleros que laboran en el campo, se ausentes de su trabajo, ante el temor de ser capturados en las redadas masivas anunciadas. La mano de obra hispana, realiza un paro nacional, que tiene su origen en el miedo a la deportación, pero que al mismo tiempo está despertando en ellos la conciencia de su propia fuerza y la capacidad que tienen para detener la economía norteamericana, cuando no son escuchados, o son agredidos por un gobierno racista.
En el plano internacional, Reino Unido anuncia su respaldo a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, para seguir llamando Golfo de México, al área oceánica que Trump quería rebautizar como Golfo de América. Uno de los principales aliados del gobierno norteamericano, rechaza reconocer este absurdo cambio de denominación. Panamá por su parte, defiende la soberanía de su canal interoceánico y rechaza tajantemente el permitir que el gobierno de Estados Unidos intente recuperar el control de este paso, mediante una acción militar. Dinamarca le dice a Trump que Groenlandia no está, ni estará en venta.
Estados Unidos es una `potencia mundial en este momento. Pero no es la única existente, ni tiene todos los hilos económicos, bélicos y políticos necesarios para el dominio total del mundo. Trump lo sabe y sabe también otra cosa. El modelo neoliberal está acabado y enterrado. Dejó de ser el sistema que le permitía un control eficaz en diferentes países del mundo.
Hoy solo le queda recurrir a las fórmulas fascistas del pasado, con una derecha extrema que intenta un control social basado en la imposición, el engaño y la violencia. Pero esa fórmula también tiene los días contados. Quien no lo crea, que vea lo que sucede en Argentina con Milei y el ascenso y caída vertiginosa de los gobiernos de ultraderecha en Europa y otras partes del mundo.
El imperio no tiene en este momento, un proyecto de control aplicable en países a los que antes dominaba mediante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Hoy aparecen los países BRICS, que amenazan con desplazar al dólar como moneda referente. China y Rusia tienen una fuerte acuerdo en lo económico y militar y son un bloque al que el imperio norteamericano no puede frenar en forma alguna.
Por último, está la amenaza de recesión en Estados Unidos. Trump realiza todo este esfuerzo inicial, con la intención de sanear en lo posible la economía norteamericana, que enfrenta el peligro de una caída estrepitosa. La industria de la guerra, que ha salvado en otras ocasiones a ese país, ya no es suficiente para colocar los parches necesarios a la vieja estructura del imperio. Cuatro años no bastan para reparar en buena medida, las bases de un imperio que hoy hace agua por diferentes vías. El imperio tiene un poder innegable, que lo hace potencia mundial indiscutible. Pero tiene problemas serios y compite con otras dos potencias que rivalizan con el en todo terreno.
Hay que tener cuidado con los movimientos del imperio. Hay que analizar cuidadosamente las jugadas que intente Trump. Hay mucho engaño, fanfarronería y mentira en ellas. Pero pueden darse acciones desesperadas que por vía del fascismo, intenten ganar terreno y ventaja, utilizando mecanismos más propios de la delincuencia organizada.
El Coloso camina, aunque sin rumbo o meta bien definida. El coloso camina, e intenta correr, a pesar de ser evidente para muchos, que en verdad sus pies son de barro.
Malthus Gamba
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