En la lucha de las mujeres para erradicar la violencia ejercida en contra de ellas, puede haber diferentes formas, tendencias, estrategias y posturas. Pero, mano negra y manipulación, no. El movimiento no es en contra ni a favor de AMLO o la cuarta transformación, sino en contra de la violencia que sufren las mujeres.
Dicho esto, pasemos a aclarar que, en la cobertura mediática y en los intentos de interferir, aprovechar políticamente, llevar agua pa’ su molino y buscar sacar tajada, ahí sí que hay manipulación y mano negra.
Las acciones que se efectuarán el 8 y 9 de marzo, tendrán mujeres a favor y mujeres en contra, pero, sobre todo, tendrán mujeres abordando la problemática de diversas formas y desde diferentes trincheras. Pese a lo que diga mi muy admirado Abraham Mendieta, me voy a permitir opinar algunas cosas acerca, no del movimiento, el cual decididamente veo como algo vital, impostergable e inobjetable, sea cual sea la forma que ellas en lo individual luchen, sean paristas o antiparistas; opinaré acerca de los patéticos intentos de manipular la información acerca de ese movimiento, por parte de los más oscuros intereses.
Las personas no son cifras, pero debo hacer un poco de estadística para que se comprenda dónde estamos parados. Durante el nefasto período del usurpador Calderón, la tasa de feminicidios aumentó un trágico 130% en cinco años, de 2007 a 2012, esto según cifras cotejadas (ustedes, nietecitos, lo pueden hacer) del INEGI, que utiliza actas de defunción y del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que cuenta carpetas de investigación.
Pero esto siguió durante el sexenio de Peña. De 2015 a 2016, aumentó la cifra en 46% (la más alta anual, pero más adelante aclararemos un poco esto) de 2016 a 2017, aumentó 23%, al siguiente año se incrementó 20%.
En 2019, ya en el presente sexenio, creció 9%, el incremento más bajo desde el último año de Calderón (2%) y el extraño periodo de los primeros tres años de Peña. ¿Qué milagro pasó en esos cuatro años que los feminicidios fueron muy numerosos, pero aparentemente menos que en los cuatro años previos de Calderón y los últimos tres de Peña? ¿Los criminales estaban a la expectativa de un regreso de la “Pax priista”? ¿Peña implementó una desconocida estrategia de seguridad que funcionó tres años?
No.
Un vistazo a las cifras de desaparecidos que aporta el INEGI, nos deja ver que, justo en esos años 2012-2015 y extendido hasta 2017 se disparan. Y los decesos de desaparecidos no se contabilizan en la cifra de homicidios sino hasta que aparecen las fosas clandestinas. Compárense las 1372 personas desaparecidas en el 2009, que ya era una cifra con 30% más que en años anteriores, con las 4,064 de 2011. Es el TRIPLE, y coincide con la supuesta “disminución” en asesinatos. En cuanto a feminicidios específicamente, la cifra de personas asesinadas cuyo sexo aparece en el acta de defunción como “no especificado”, de 2010 a 2011 se QUINTUPLICÓ. Este patrón domina el último año de Calderón y los tres primeros de Peña.
Solo en 2019, se hallaron más de 2000 víctimas en fosas clandestinas. Desde 2007 han desaparecido más de 40,000 personas. Por supuesto, estas defunciones quedaron registradas en 2019.
Dicho de otra manera, Calderón no solo dejó una herencia de un regadero de sangre e inseguridad, sino también los cuerpos, las fosas clandestinas y las cifras para que se contabilicen por alguien más.
Frida Guerrera nos alertó de la execrable cifra de 250 feminicidios en lo que va de este año, o sea, solo dos meses. Un solo feminicidio o un solo homicidio es intolerable, y, parafraseando a Bashevis Singer, esto se ha repetido 250 veces o más. Eso es bastante justificación para marchar, hacer paros, tomas, manifestarse bailando o encabronadas. La lucha de ellas está ampliamente justificada y da resultados: todes estamos hablando de eso, aunque sea algunos mentando madres o en contra, pero eso ya no se detiene. La UNAM ve, por primera vez, un movimiento bien articulado y trabajado con profundidad para democratizarse, la Comisión Tripartita (Maestras, alumnas y trabajadoras) que se está votando esta semana en Filosofía y Letras, es un golpe al sistema semimonárquico y patriarcal parapetado tras la autonomía universitaria.
Claro que muchos quieren sacar raja de todo esto. El asesino Calderón, sus células embozadas como colectivos de lucha feminista (conspicuamente en Veracruz, el ITAM, alguna plurinominal “independiente” y el PAN), los diarios que el anterior sexenio firmaban un acuerdo para ocultar la realidad de la violencia y hoy vociferan la nota roja en sus portadas, convirtiendo esos 250+ feminicidios en solo dos, desvergonzadamente revictimizando a Ingrid y Fátima, y soslayando el curioso dato del aumento de feminicidios fuera del ámbito familiar, que me da a pensar hasta qué punto esta gente que no se ha tocado el corazón para asesinar indígenas, activistas ambientalistas, crear una masacre por sus componendas con el narco, abandonar mineros, desaparecer normalistas, es capaz de golpearnos en lo más vulnerable solo para apoyar su “golpe blando”.
En lugar de atacar al movimiento contra la violencia hacia las mujeres, en lugar de generalizar, aclaremos quiénes son los asesinos, quiénes crean narrativas mediáticas, quiénes quieren sacar raja política. No son las mujeres que luchan, las que trabajan tres meses en propuestas concretas para la UNAM, ni las que marchan, bailan, se encabronan, ni las que hacen paros, ni las que son antiparistas, ni las separatistas, ni las incluyentes.
Son esos mismos buitres carroñeros que de todo quieren ganancia. No nos dejemos manipular por ellos y sus narrativas, y sus intentos de injerencia. Ni un feminicidio más. Alto a todas la violencias. Apoyo irrestricto a las mujeres. Gracias a ellas por añadir este fundamental aspecto al proyecto de transformación del país. Y ustedes, manipuladores, injerencistas patriarcales, lobos intentando pasar por ovejas, ni lo intenten, que los tenemos bien localizados.